Celos

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—Parece que te molestó que te viniera a resolver el problema. —dice caminando detrás de ella.

—Yo lo hubiera resuelto sin tu ayuda —detiene el paso, volteando a verlo.

—Pues parece que el manager del artista este no opina igual, pero en fin —le resta importancia —¿Te puedo invitar a una copa y celebramos?.

—¿Y por qué no mejor vas a celebrarlo con Paula? —cruza los brazos delante de su abdomen.

—Porque eso se acabó —responde con obviedad.

—Eres un cínico y un hipócrita —rechista.

—No tengo por qué mentirte.

—Te vi en la oficina, Esteban —reclama —estabas besándote con Paula.

El rostro del empresario es de total confusión, él no entendía el reclamo de la abogada quién parecía estar muy segura de lo que decía. La molestia era evidente, no sólo en sus facciones, sino en su tono de voz. Y si, estaba más que molesta, no sólo con él, sino consigo misma por haberse dejado llevar por deseo. A menos de veinticuatro horas de haber estado entre sus brazos, su cuerpo aún sentía el calor de Esteban; si cerraba los ojos estaba segura de percibir su cálido aliento rozándole la piel, sus labios recorriéndola por completo.

Vivía en una constante montaña rusa. Por una parte estaba su sed de justicia y todo ese rencor acumulado por el paso de los años, pero por otro lado estaba ese intenso, primer y único amor del cuál jamás sería capaz de olvidarse.

Le dolía vivir así, poniendo su razón y su corazón sobre una balanza cuando a él parecía no importarle nada más que sus deseos de macho.

—Y no me lo vayas a negar —advierte cuando lo ve abrir la boca —porque si algo me enfurece es que me mientas en la cara.

—De haber sido así, te lo diría —intenta explicarse. En vano pues la furia en la verdes esmeraldas era imposible de aplacar.

—Ay si —rueda los ojos —Está bien, está bien, síguete viendo con ella, desahógate, porque a mi no me vuelves a tocar –espeta dándose vuelta para salir del edificio.

Cuando Esteban logra reaccionar, intenta ir detrás de ella, pero es demasiado tarde. Marcia había arrancado su auto como si una piloto de fórmula uno de tratase.

El empresario aún intenta entender el por qué de tanto enojo cuando él ni siquiera había hecho nada, pero algo le llamaba la atención y de cierta forma le gustaba, los celos de la ojiverde eran evidentes. Fuese verdad o mentira lo del beso, su reacción fue la de cualquier mujer celosa y eso confirmaba que el odio no era el único sentimiento hacia su esposo.

Sin querer agrandar el problema, decide regresarse a la oficina, aún tenía trabajo por hacer. En la noche se encargaría de solucionar el problema de celos de su mujer.

Mientras tanto, una Marcia aún enojada llega a su oficina, seguida por Alba que no duda en acompañar a su jefa luego de ver el estado en el que entró.

—Esteban tuvo que ir a cerrar el contrato —dice dejando el bolso sobre el escritorio —osea, el tuvo que ir como si yo fuera una tonta que no puede y que no sabe negociar las cosas.

—Buenos cálmate —la española intenta bajar la tensión —lo que importa es que tienes al cantante que tú querías.

—Si, pero, ¿qué se cree Esteban?, ¿qué lo voy a llamar cada vez que se me atore algo? Y va a acudir a mi rescate —hace varios ademanes explicando —A ver, ¿qué busca? ¿Hacerme creer que le importo cuando sigue con... esa? —la ira a la hora de hablar es evidente —y todavía me lo niega en la cara.

LM One Shot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora