Inevitable

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El reloj marca las 11:30 pm y la abogada se mantiene despierta, dando vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño.

Cierra los ojos sintiendo el calor de su acompañante sobre ella. Sentía las pequeñas descargas viajar por su interior con cada roce, cada beso, cada caricia. Su cuerpo tomó vida propia, convirtiéndose en un absorbente de las mejores sensaciones.

–Esteban –el nombre de su esposo se escapa mediante un suspiro. Se abraza a sí misma y sonríe con el recuerdo.

Nunca imaginó que después de tanto tiempo, volvería a sentirlo como lo hizo y pese a las circunstancias, estar entre sus brazos resultó ser una de las mejores experiencias tras su regreso a México.

Por inercia voltea el rostro al otro lado de la cama, encontrándolo vacío. Si Lucrecia no hubiese inventado semejante calumnia, si Esteban le hubiese creído, ahora estarían juntos. Quizás nerviosos y buscando una excusa para acercarse al otro, quizás agotados y con una sonrisa en los labios después de haber hecho el amor, quizás abrazados haciendo promesas que al día siguiente no serían capaces de cumplir...

–Basta –se reprende a sí misma –deja de pensar en él.

Respira profundo y sale de la cama. Si seguía pensando estupideces, pasaría la noche en vela. Suficientes malas noches le había provocado el empresario para sumarle una más.

Se ajusta la bata y sale de la habitación, posiblemente un té la ayudaría a dormir tranquila.

–Marcia.

La ojiverde se sobresalta cuando ve al moreno a su lado. Iba tan sumida en sus pensamientos que no se percató del momento en que terminó de bajar las escaleras.

–Esteban –se abraza a sí misma, buscando la seguridad que perdió al verlo –¿Qué haces aquí?.

–No podía dormir, lo que está pasando con la empresa me tiene absorto. ¿Y tú?.

–Te lo dije, todos tus amigos son una bola de hipócritas. Siempre te han tenido envidia, era de esperarse lo que hicieron, en fin... –suspira –yo bajé por un té, tampoco puedo dormir.

–¿Pasa algo?.

–El tema de Lucía me sigue preocupando, la empresa también... son muchas cosas.

–¿Quieres hablarlo?.

–Hasta hace un par de horas evitabas todo tipo de contacto conmigo.

–Ponte en mi lugar, no es fácil...

–Ya –niega evitando que termine la frase –si vas a comenzar con lo mismo, mejor déjame sola. ¿Qué esperas? –pregunta al ver que no dice nada, sólo la observa.

–Hay algo más que te deja dormir. Anda, cuéntame que es.

–¿Qué dices? –ríe negando –no tengo nada.

–Te conozco. Vamos, dilo de una vez –la anima.

Ella lo observa buscando la burla en sus palabras, pero no la encuentra. Muy a su pesar, Esteban conocía bastante bien sus debilidades y justo en ese instante, se estaba aprovechando de ello.

–No es nada –dice esquivando la mirada, sin embargo, sentir que el moreno no le quita los ojos de encima, aumenta sus nervios y las palabras salen sin que ella pueda detenerlas. – ...en tan poco tiempo me acostumbré a despertar y tenerte a mi lado –suspira.

–Ah ¿si? –sonríe dando un paso hacia ella.

–Ya te dije lo que querías escuchar, ahora por favor... –intenta alejarse, escapar del pequeño espacio que comparten y en el que tanta tensión se creó. Sin embargo, no cuenta con la firmeza de Esteban quién toma su brazo evitando su partida.

Ella baja la vista a la mano que sostiene su piel y luego la sube encontrándose con los intensos ojos marrones de su esposo. No supo en qué momento pasó, pero estaban demasiado cerca, tanto que podía sentir la respiración agitada de su pareja.

Siente cómo su cuerpo se agita cuando él, con un certero movimiento corta la poca distancia que existe entre ellos y la pega por completo a su cuerpo. Finalmente suelta su brazo, esta vez para concentrarse en abrazar su diminuta cintura segundos antes de atacar su boca.

–A mi me pasa lo mismo. –confiesa sobre sus labios.

El destino le había jugado tanto en contra, que ya no tenía nada que perder. Todo lo que supuestamente estaba bien, no lo estaba y poco a poco su vida se iba derrumbando. Marcia era una de las causantes de sus desgracias o al menos eso creía, sin embargo, al tenerla cerca todo a su alrededor se volvía humo. La abogada era su criptonita, sus besos la droga que lo transporta a un mundo dónde sólo existen ellos dos y esas inmensas ganas de amarse.

La ojiverde se aferra a él con necesidad. Por más que quisiera, ya no tenía fuerza de voluntad para detenerse y evitar lo inevitable. El amor por Esteban estaba ahí, más latente que nunca, como un huracán que arrasa con todo a su paso.

Los besos comienzan a subir de tono, las caricias se tornan más provocativas, tanto que se mueven al sofá y caen en él sin dejar de tocarse, sin importar las personas que puedan verlos.

Esteban se acomoda en el mueble y toma la cintura de su mujer para posicionarla sobre él. Marcia desliza la bata de dormir por sus hombros quedando únicamente con el corto vestido que usa como pijama, mismo que sube hasta la cintura, dándole oportunidad al empresario de manosear su trasero con descaro.

Mientras la pareja da rienda suelta a su amor, en una de las habitaciones superiores Lucrecia se retuerce de dolor. Furiosa hasta consigo misma, sale de su recámara en busca de alguna bebida que calme la intensa punzada que atraviesa su estómago.

Al parecer esa noche más de uno en la familia Lombardo requiere de las infusiones preparadas por Inés.

Entre quejidos logra llegar a la escalera que conduce a la planta baja de la propiedad. Cierra los ojos y respira profundo cuando siente que el aire se le agota. Normalmente sus crisis eran controladas con medicamentos, pero cuando su nivel de estrés subía, su organismo se descontrolaba a tal grado de hacerla lagrimar, justo lo que estaba por suceder. Cuando pensó que su noche no podía ir peor, sus ojos se abren de par en par al escuchar una serie de sonidos para nada agradables a su oído, entre ellos gemidos.

¿Conocen la sensación que invade el cuerpo cuando se tiene una pesadilla? Ya sea con traumas vividos o el típico monstruo que te persigue, al tener un evento de tal magnitud en tus sueños, sientes el miedo invadir tus venas, apoderándose lenta y completamente de tu ser. En ese trance, quedas petrificado, quieres correr, gritar, escapar, pero no puedes y te quedas ahí, sintiendo como se te congelan hasta los huesos. Por suerte, segundos después despiertas con el miedo aún latente en ti, pero sabiendo que ya no corres peligro alguno.

Lamentablemente para Lucrecia, su pesadilla no es de las que desaparece con el simple despertar. Todos sus miedos resucitaron de golpe, obligándola a ver su cruda realidad, realidad de la que no podía escapar ni pegándose un tiro. Frente a ella tenía a su hermano disfrutando el tener relaciones con la mujer que más odiaba en el mundo.

Marcia, por su parte, se retuerce de placer cabalgando al empresario. Estaba por alcanzar el punto máximo de placer cuando sus ojos se cruzan con los de Lucrecia y envés de sentir vergüenza e intentar cubrirse, alza la comisura de sus labios, formando en ellos una maliciosa sonrisa que aumenta el coraje de la mujer y el gusto en ella quién termina rendida ante el orgasmo que sacude su cuerpo.

La mayor de las Lombardo se había encargado de hacerle la vida imposible y era momento de pagarle con la misma moneda. Por eso no dudó ni un segundo en hacer lo que hizo. Estaba harta de ella y sabía que verlos así era un duro golpe, pues con eso le dejaba en claro que con ninguna de sus trampas podría destruir su matrimonio con Esteban.

Agitada, toma el rostro de Esteban entre sus manos y lo besa con fervor.

Amor –dice con toda la intención de ser escuchada –¿Me llevas a la habitación?. Fue una locura esto que hicimos –sonríe besando sus labios.

LM One Shot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora