Vo Slavu III: La Familia

24.

A la mañana siguiente, Vlad se había levantado temprano. La reunión sería nuevamente en la noche así que debían usar su tiempo para algo. Vlad decidió invertir su día con alguien. Salió de su cuarto bien vestido, en vez de hacerse su típica coleta alta, decidió peinarse de otra forma, Will lo describió muy bien.

—Oh, un elfo se metió a la casa —Will hizo un chiste del cual solo se rio él mismo.

—¿Qué es un elfo? —Contestó mientras se miraba al espejo.

—Nada, lindo peinado —terminó de reírse—. ¿A dónde vas?

—Invité a Giana a desayunar aquí, así que más vale que te vayas por ahí a pasear.

Will se cruzó de brazos y cerró un momento sus ojos.

—Me gustaría arruinarte la cita la verdad —Will seguía molestándolo—. No conozco a Giana, pero pobre de ella tener que soportarte.

—Dije largo —le lanzó la mirada asesina.

—De acuerdo, me voy —tomó su chaqueta y se dirigió a la puerta, pero cuando la abrió Giana ya estaba ahí.

Giana era la sexta suprema, muchas personas dudaban de su potencial, pues ella no tenía una "gran hazaña" como tal, tampoco es líder de ningún planeta. Lo que la hace especial es que ella puede usar magia roja, pero incluso eso es de lo más común. Así que lamentablemente le tocó ser la más criticada por la sociedad, ya que, a pesar de no tener esa hazaña, ella fue elegida por el Dios Smajy.

—Hola Will —saludó con una deslumbrante sonrisa, parecía que iluminaba todo con su presencia.

—Oh, hola suprema Giana —saludó Will—. Iba saliendo, no quiero interrumpir nada.

—Oh no, no interrumpes nada —lo agarró del brazo—. Desayunemos juntos.

Giana era una persona muy alegre, siempre positiva y cada que ella hablaba, transmitía mucha calma y paz. Otra cosa que la hacía única era su belleza, era una mujer no muy alta, tenía largo cabello ondulado color naranja, su piel era blanca, pero con un tono naranja brillante, sin llegar a lo pálido, sus ojos eran de color rosa y deslumbrantes, tenía largas pestañas, en ese momento estaba usando un vestido largo color azul pastel. Pero más allá de ser hermosa, ella transmitía mucha alegría y eso resultaba muy extraño para Will y a la vez gracioso porque ella contrastaba mucho con Vlad, un hombre serio, enojón y de colores rojos y oscuros, parecía un demonio al lado de un ángel.

—Vamos Will, me gustaría que te quedaras a desayunar con nosotros.

—Bueno, no puedo rechazarle a usted tal invitación —Will aceptó sabiendo que eso molestaría mucho a Vlad.

Vlad no dijo nada y permitió que Will se quedara.

—Así que tú eres la mano derecha de Vlad, que privilegio ¿eh? —Giana hizo plática—. Me alegra que tenga ayuda.

—Bueno, es una historia graciosa —contestó—. Pero te aburrirías mucho escuchándola.

—No, en realidad lo sé todo —no dejó de sonreír—. Pero a pesar de todo, ustedes trabajan bien juntos, sobre todo ahora.

Will y Vlad se miraron, sonreían, pero eran las sonrisas más falsas que podían hacer.

—¿Qué les pareció esta primera parte de la reunión?

—Muy interesante, creo que se habló de todo lo necesario —contestó Vlad—. Realmente creo que entre todos hemos hecho un buen trabajo.

—¿Qué opinas Will?

—Yo creo que debería irme para que ustedes conversen —se levantó de la mesa—. Gracias por el desayuno.

—De acuerdo Will, si necesitas algo, solo dime —sonrió.