Ma-War y Voruzijk se encontraban caminando en una playa de las afueras de la Ciudad Central de Arkland, habían ido allí para buscar algo.
—Señor, digo, Voruzijk, ¿qué hacemos aquí?
—Ma-War, sé que esto no te gustará mucho, pero hay cosas que quiero hacer solo.
—¿Qué? Pero...
—Ya has hecho mucho, deberías descansar de mí, te lo mereces —miró a Ma-War a los ojos.
—Me gusta ayudarlo y estar con usted, sobre todo ahora que usted necesita toda la ayuda.
—Me has ayudado ya contándome todo lo que ha pasado durante mi ausencia, pero quiero ver todo con mis propios ojos.
—Está bien, pero déjeme acompañarlo.
—Es algo que debo hacer solo, estaré bien.
—Bueno, pero sabe que cuenta conmigo para lo que sea.
—Lo sé —Voruzijk abrazó a Ma-War —. Solo te pediré un pequeño favor.
—Lo que usted diga.
—Lleva a los chicos a sus respectivos hogares, por favor, antes de que despierten —Voruzijk se acercó a ella.
—Sí señor, digo, sí.
Voruzijk rió.
—Tranquila, seguro todavía no despiertan, llévalos a otro planeta, no deben estar en las ruinas de Jang-Mi.
—Sí, lo haré.
—Bien —tomó la mano de Ma-War y la transportó de vuelta a Jang-Mi, donde estaban Will, Lev, Abiad, Kin-Hi y Merve, todos seguían tirados en el suelo.
Voruzijk siguió caminando por la playa tranquilamente, muchas cosas rondaban en su cabeza, no entendía por qué la gente tenía una muy pero muy mala imagen de él, tampoco comprendía por qué el Dios Smajy no había dado la cara desde ese suceso.
Mientras tanto, en Washington, el recepcionista que había rechazado a Zeki, salió a buscarlo, lo encontró a punto de cruzar la calle.
—¡Zeki, espera!
—¿Eh?
—Mi jefe quiere hablar contigo.
—Bien, ¿quién es tu jefe?
—El capitán Jeong.
—¿Jeong? Voy contigo.
Volvieron a las oficinas de la EAF, como el horario ya estaba terminando, muchos ya se habían ido, excepto Tae.
Al llegar a la entrada, se encontraron con Tae, el recepcionista hizo el saludo militar.
—Capitán, traje al muchacho del que le hablé.
—Gracias.
Zeki vio a Tae de pies a cabeza, fue demasiado fuerte ver a su mejor amigo con canas.
—Tae...
—¡Zeki, no lo puedo creer!
Ambos se abrazaron, fue un abrazo fuerte y muy sentimental, Zeki empezó a llorar. Tae ahora tenía 76 años, a pesar de eso, se veía bastante bien y eso le extrañó bastante a Zeki.
—Tae, no puedo creer que esté aquí.
—Yo ya iba de salida, supongo que buscaste tu casa y no encontraste tus cosas, pero ven, vamos a mi departamento.
—Está bien, gracias, amigo.
Los dos fueron al auto y se dirigieron al departamento de Tae, en un gran edificio de la ciudad.
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Vo Slavu III: La Familia
AdventureEn la Ciudad Roja ha aparecido un asesino cometiendo crímenes de odio hacia los vrikolak. Después de mucho tiempo viviendo, Will por fin tiene una pista para saber sobre sí mismo. Con ayuda de Yamanik, los hermanos Blow y Will emprenderán un viaje p...