Capítulo 40

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La miré a los ojos y suspiré.

Me sentía culpable por no haberle dicho que si la amaba. Pero ni yo estaba segura. Simplemente nunca había amado a alguien de verdad. No sabía lo que se sentía.

Reconozco que mis sentimientos por Alejandra habían cambiado.Ya no la veía cómo una simple nerd que solo puede dar dinero y ayudarme con los trabajos escolares. Ya la veía de una forma diferente. Sentía un remolino en mi estómago cuando me besaba,sentía qué lo quería todo con ella. Cuando me tocaba, era como si me sintiera tranquila y todos los problemas desaparecieran.

Escuchar su voz, ver cómo se ponía nerviosa con cualquier cosa que le decía, es algo maravilloso para mí. Inexplicable.

Pero cuando me preguntó si la amaba, mi cuerpo se tensó por completo. Era el hecho de no estar segura de sí la amaba o no.Pensar en cómo podían cambiar las cosas si le decía qué sí. Tal vez decirle que la amaba y luego darme cuenta que no.

Le dije que no.

Pero la verdad es que no estaba completamente segura.

-Oh... -asintió dolida y se puso de pié

-Alejandra -tomé su mano, sintiendo un ardor en mi corazón. -Alejandra, yo te quiero. -susurré, tratando de remediar las cosas.

-Debo irme a casa. -susurró.

-Pero Ale -me levanté rápidamente. -Debes darme más tiempo, por favor.

Me miró fijamente.

-Pensé que me amabas Ana... Cuando me lo dijiste en la finca ¿mentías?-preguntó dolida.

-Alejandra, fue algo qué se me salió. Yo.. no sabía lo que decía. le fui sincera.

-Vale. Tengo que irme a casa. -caminó hacia la puerta, en donde estaba su ropa tirada.

- Alejandra, ¿por qué haces las cosas difíciles? -pregunté nerviosa, acercándome a ella.

-Deberías vestirte. -me dijo seriamente.

Miré mi cuerpo. Solo tenía el sostén.

-Debo irme a casa, ya te dije. -declaró, cuando ya se había puesto las bragas.

-Estás huyendo. Maldita sea Alejandra Rocha. -tomé su brazo. Qué era lo que esperabas? -pregunté.

-Qué me dijeras que también me amabas. -contestó, con la voz débil.

-Te quiero. -susurré, sintiendo que la garganta me ardía.

-Pero no me amas. -dijo fría. -¿Es por qué no soy cómo tu hermana?¿Por qué soy una simple nerd? ¿Por eso?

-No. -contesté rápidamente. -Es porqué necesito tiempo.

-¿Tiempo?

-Sí, tiempo. -suspiré. -No quiero que me lastimen, no quiero enamorarme para que luego me dejen tirada. Siempre pasa lo mismo. Toda mi vida ha sido así, las chicas juegan conmigo o solo quieren experimentar y luego se van. No quiero que pase lo mismo esta vez.

-Tú sabes perfectamente que yo no estoy jugando contigo. -dijo sincera.

Me quedé callada.

-Necesito decirte algo. -hablé de repente.

Si quería comenzar algo serio con Alejandra, sin mentiras, ni engaños.

Sí quería intentarlo. Saber si lo nuestro funcionaría, tenía que decirle la verdad sobre la apuesta.

-Qué?-preguntó, mientras se ponía la blusa.

Suspiré nerviosa y me acerqué.

-Pero antes... Prométeme que me vas a perdonar Ale, o por lo menos que vas a intentarlo. -tragué saliva.

-Dime. -me miró fijamente.

-Promételo, Alejandra. -exclamé nerviosa.

-Lo prometo. -declaró.

-Hice una apuesta con mis amigas. -comencé a decirle.

-¿Una apuesta? -frunció el ceño.

-Si... Yo...Yo...Yo tenía que...me quedé paralizada, sus ojos me miraban atentamente. - Alejandra yo..-bajé la mirada por un momento.

-¿Tu?-dio un paso adelante.

Levanté la mirada y me encontré de nuevo con sus ojos.

Tenía que besarla. Antes de qué todo acabara. Sabía que ella se iría y no querría volver a verme nunca más. No comprendía porqué me sentía así Nunca me pasó algo parecido.

Levanté mis manos y las pasé por su cuello, para atraerla a mis labios y así besarla. Ella no se negó, como pensé que lo haría.Correspondió a mi beso, mientras sus manos apretaban mi cintura con fuerza. La besé como si lo necesitara.

-Alejandra... -fui separándome poco a poco de sus labios. - Tal vez hace falta decir, que creo que estoy enamorándome por primera vez.

Ella seguía apretando mi cintura contra su cuerpo.

-Als, yo hice una apuesta con mis amigas. -suspiré profundo. Pero si no la hubiera hecho, no te hubiera conocido como lo hago ahora.

-¿Qué apuesta? -preguntó, aun confundida.

-Alejandra... La apuesta era... -vacilé.

La puerta de la casa se abrió de repente, impidiendo que siguiera hablando.

-Y el tipo me dijo, que pensó que lo iba a traer a mi casa. - vi a Sofia entrar acompañada de Lucy.

Lucy sostenía a mi hermana de la cintura, mientras la mano de Sofia pasaba por el cuello de su amiga. En su mano, tenía una botella de aguardiente.

Estaba borracha.

Me escondí detrás de Alejandra rápidamente.

Sofia dejó de reír en cuanto nos vio. Nos miró fijamente a ambas por unos segundos, detallándonos de arriba abajo y luego se echó a reír, Ilevándose la mano al estómago.

-Y mi hermana estuvo follando con la nerd toda la tarde, Lucy. -dijo muerta de la risa. -Debe tener la vagina hinchada. -siguió riendo.

-Basta, Sofia. -susurró Lucy, jalando a Sofi hacia las escaleras.

-Tiene cara de marrana la nerd de mierda. -siguió burlándose hasta que entro a su habitación.

Lucy se metió con ella y cerró la puerta de la habitación.

Alejandra se volteó para mirarme.

-Ahora se supone que tengo cara de marrana. -frunció el ceño,claramente ofendida.

-Claro que no. -acaricié su mejilla.

-Vas a decirme sobre la apuesta? -preguntó con insistencia.

Suspiré.

Estaba decidida a decírselo. Pero no en ese momento, mi hermana y Lucy estaban en casa, eso no era de lo mejor que digamos.

-¿Podemos hablar de eso en la noche?-pregunté.

-Por qué no ahora?

- Porque Sofia y Lucy están aquí.

Frunció el ceño y suspiró.

-Vale, en la noche. -se alejó de mí.

Caminó hacia la puerta y la abrió, me miró por última vez penetrándome con su mirada y salió.

Enamorada De Mi VecinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora