Capítulo 59

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-Alejandra! ¿A dónde me llevas?-pregunté, tomando sus manos con las mías.

Sus manos estaban tapando mis ojos, dejándome inhabilitada para ver adonde me llevaba.

-Ya estamos llegando-susuró.-Ahí hay una escalera, cuidado

Levanté una pierna y luego la otra.

-Alejandra, por favor dime-exclamé, ya un poco desesperada.

-Llegamos-quitó las manos de mis ojos y pude observar una habitación.

La luz estaba apagada, pero las velas que había alrededor iluminaban dando un toque romántico. Al fondo había una cama con pétalos de rosa los cuales formaban un corazón. Los tendidos,cortinas y tapetes eran blancos.

-Chiqui esto es hermoso-susurré sorprendida.

-Es para ti-me abrazó por detrás, pasando sus labios por mi cuello ,provocándome-. ¿Te gusta?-comenzó a repartir besos por mi cuello.

Tiré mi cabeza hacia un lado, dándole un mejor acceso. Estaba perdida en sus encantos. No quería que esto terminara.

-Es hermoso. Me encanta-susurré con un hilo de voz, sintiendo como bajaba las tiras de mi vestido y sus labios besaban mis  hombros-. Gracias, Amor -mordí mi labio y cerré los ojos.

Sus manos recorrieron mi estómago lentamente hasta legar a mis pechos, apretó uno con suavidad y con la otra mano comenzó a bajar el cierre de éste. Me volteé para mirarla y sonreí,acercándome a ella para besarla con necesidad. Bajó mi vestido poco a poco hasta dejarlo en el suelo.

Entonces comenzamos a caminar hacia atrás. Ella me estaba guiando hacia la cama, mientras yo acariciaba sus brazos y su oscuro cabello.

Quitó mi sostén con brusquedad y lo lanzó lejos. Se alejó un poco y miró mis pechos con deseo antes de recorrer todo mi cuerpo con la mirada. Volvió a míy apretó mi trasero, levantándome al mismo tiempo rodeé su cintura con mis piernas.

-Cada vez estás más hermosa-sentí su cálido aliento chocar contra mis pechos, mientras sus manos apretaban mi trasero.

Entonces abrió la boca y metió uno de mis pezones dentro de ella,succionando suavemente, sin romper el contacto visual conmigo.
Esos malditos ojos

-Alejandra -tiré mi cabeza hacia atrás y sostuve su cabello con mis manos.

Delineó mi pezón con la lengua antes de volver a metérselo a la boca pero esta vez para morder delicadamente. Estaba volviéndome loca.

-Oh Alejandra -gemi.

Entonces me recostó en la cama delicadamente, me apoyé en los codos para mirarla aún vestida, se estaba quitando los tacones.

-Ale -susurré, tratando de quitarle la blusa, pero se negó.

-Primero tú-dijo, mientras volvía a tirarme hacia atrás, haciéndome quedar acostada en la cama.

Bajó mi braga lentamente, hasta sacarla de mi cuerpo. Abrió mis piernas y se montó encima de mí para besarme en los labios apasionadamente, introduciendo su lengua en mi boca,recorriéndola por completo.

Sentía que estaba tan húmeda. Sus caderas empezando un suave vaivén que me estaba dejando sin aliento, sus pechos presionando los míos. Bajó una de sus manos a mi entrepierna, y acarició mi intimidad con ésta, logrando que de mi boca se escaparan varios gemidos. Entonces introdujo un dedo dentro de mí.

-Oh, estás tan húmeda cariño -me besó con más intensidad. Sacó su dedo de mi intimidad y se lo llevó a la boca.

Jadeé.

-Diablos -soltó-. Debo hacerlo como se debe -me dio un beso en los labios y bajó por mi cuerpo, lamiendo mi abdomen mientras se acercaba a ese punto.

Se escondió entre mis piernas, antes de rodear mis muslos con sus manos. Atacó sin hacerse esperar. Su lengua comenzó a pasarse de arriba abajo, probando lo húmeda que estaba.

-Alejandra -cerré los ojos con fuerza, arqueándome de placer.

A Ale no le importaron mis gemidos, seguía lengüeteando cada lugar que encontraba, chupando, mordisqueando. Nunca había sentido algo así.

Definitivamente era lo mejor que había recibido, pero la idea de con quien aprendió a hacerlo tan bien, me desanimó un poco.

-Oh mierda, podría quedarme haciéndolo toda la vida-su lengua introduciéndose en mi interior, mientras que apretaba mis muslos con fuerza y al mismo tiempo también gemía.

Rayos. Sentía que iba a desmayarme.

-Pa-para -me arqueé, era incapaz de soportar el placer que estaba dándome.

No cedió. Siguió pasando la lengua por toda mi intimidad, hasta que mi cuerpo comenzó a sacudirse hasta que el devastador orgasmo se hizo presente.

Subió por mi cuerpo nuevamente, hasta estar frente a frente. Me besó con intensidad, mientras quitaba su corta falda. La bajó con rapidez y también quitó su blusa abotonada, quedando solo en ropa interior de encaje morada.

-¿Quieres jugar Ana? -preguntó mientras se inclinaba un poco para sacar de la mesita de noche aquella bufanda con la que le tape los ojos hace tiempo, poniéndola alrededor de mis ojos.

Me alegraba saber que Alejandra por fin pudiera perdonarme, saber que todo volvería a la normalidad y que dentro de poco estaremos felizmente casadas.

Y puedo decirlo, soy feliz. Alejandra Rocha me hace feliz.

Enamorada De Mi VecinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora