Capítulo 5.

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Tome mi suéter,llaves y vi a mi padre sentado en el estudio. Camine con mucho cuidado hasta lapuerta, la abríy salí. Dios! Ojala mi madre no se pusiera molesta por lo que acababa de hacer. Llegue a la casa de Ana y toque el timbre. Demonios,que nerviosismo.

Ella abrió la puerta, se veía tan hermosa como cuando la conocí. Traía un vestido negro y corto, ajustado a su cuerpo. No es por exagerar, pero me parecía la mujer perfecta.

-Hola, Alejandra.Sonrió.

-Ana, no te pude traer nada porque salí de afán. Si hubiese sido de otra manera te hubiera traído chocolates o algo por el estilo. -Dije apenada.

-No es necesario que me traigas nada. -Río. -Pasa.

Se hizo a un lado para que yo pudiera pasar, entre y vi que todas las luces estaban apagadas. Se me hizo extraño, la luz no se pudo haber ido porque en mi casa había y la calle estaba alumbrada.

-¿Hay un problema con la luz?-Pregunte.

-No. -Tomo mi mano y comenzó a caminar, yo solo la seguí. -Las apague,solo hay luz en mi habitación.

-Oh.

Me llevo hasta su habitación, me hizo entrar y cerró la puerta.

Trague saliva.

-Perdón, que no te ofrecí nada, quieres algo de tomar o de beber? Pregunto  mientras peinaba su cabello con las uñas.

-No. Así estoy bien, gracias. -Sonrei.

Ella se sentó en la cama.

-Puedes sentarte si quieres.

-Gracias. -Me senté.

Pasaron unos segundos en silencio. Demonios Alejandra eres una imbécil.¿Por qué no le hablas? Mi subconsciente solo me reclamaba el no hablarle
de nada. Pero en realidad me quede allí pasmada sin hacer nada y sin decir nada.

-¿Siempre eres así de callada? -Pregunto ella.

-Oh, no, no, no -Negué con la cabeza.

-¿Entonces solo es conmigo?

-Lo siento, es que...

No sabía que decir. Soy una idiota.

-Bueno, no importa. -Se levantó de su cama, camino hacia la ventana,la abrió y volvió a sentarse. Sé que no te conozco hace mucho tiempo, pero..¿Quisiera saber si me puedes ayudar?

-Claro.-Dije sin dudar. -¿Con que?

-Con algunos trabajos del colegio. Bueno, es que...no soy muy buena para eso. Te juro que hago lo que puedo, pero nada parece servir. Soy una estúpida. -Hizo un puchero.

-No, no lo eres. Solo que algunas personas no soy buenas con eso. -Afirme.

- ¿Cómo quieres que te ayude?

-No sé, como puedas. -Me miró fijamente. -Solo quiero ganar el año escolar.

-Bueno, solo dime como te puedo ayudar y lo hago. -Dije.

Ella sonrió emocionada. De repente se acercó a mí y me abrazo. Cerré mis ojos, Oh dios, estaba perdiéndome.

-Gracias, Alejandra. -Me susurro al oído.

Mi piel se erizo. Ella lograba en mi lo que nadie había logrado antes.

-¿Cómo sigue la herida de tu rodilla? -Pregunto separándose de mí.

-Bien, ya no me duele tanto.

-¿Puedo ver?-Pregunto.

-No creo que logres verla, mis jeans son largos y no sube a esa altura.

-Oh. sí tienes razón. -Asintió con la cabeza. ¿No te duele con esos jeans encima? -Pregunto.

-Un poco.

Para ser sincera si me dolía y mucho, estaban ajustados así que me raspaba más la herida.

-Te gusto el masaje que te hice ahora? -Pregunto mirándome.

Claro que me gusto, como no me iba a gustar sentir sus suaves y delicadas manos en mí... Por dios, Yo era una pervertida de lo peor.

-sí, me ayudó mucho con el dolor.

-¿Quieres que te lo haga?

-¿Qué me hagas qué? -Pregunte nerviosa.

-El masaje,-Dijo obvia y segura al mismo tiempo.

Soy una maldita pervertida.

-oh.. sí, perdón estaba distraída. -Vacile. -No es necesario, Ana. No quiero que te molestes.

-No es molestia.

-Claro que sí.

-No, claro que no. -Río. -Solo necesito que te quites esos jeans.

i¿QUE?!

-¿Qué? -Pregunte nerviosa.

-Para poderte hacer el masaje. -Dijo.

-Ana, de verdad no es necesario.

-Bueno, no te voy a insistir. -Se levantó de la cama.

-¿Estas molesta? -Pregunte.

-NO.-Sonrió.

Camino hacia un gran espejo que tenía en su habitación y se miró en él.

-¿Quieres que te muestre como bailo? -Se giró a verme.

Me levante de la cama y la mire.

-Si quieres.

-ok.-Sonrió divertida. -Voy a cambiarme y vuelvo.

¿Cambiarse?

-¡Apaga la luz!. -Grito desde el baño.

Camine hasta el encendedor y lo apague. La habitación estaba oscura. Por dios, ¿Cómo podía estar tan nerviosa? Creo que las manos me sudaban.

-¿Alejandra?-Pregunto desde el baño.

-¿Sİ?-Respondí al instante.

-Siéntate en la cama.

Obedecí inmediatamente y me senté en la cama. Pasaron unos segundos y luego vi que Ana salió del baño. Oh por dios, estaba hermosa y su vestimenta era sexy. Tenía un top y unos shorts negros.

-Te gusta? -Pregunto mientras caminaba hacia el equipo de sonido que estaba en su habitación.

-Mucho. -Dije casi embobada con su figura.

-Qué bueno... amo bailar esta canción.

Una canción empezó a sonar de fondo. Ella se volteo y sonrió. Comenzó a bailar de una manera que sentía que no podía despegar mis ojos de ella. Me tenia hipnotizada, rayos. Esto era mucho para mí. Empecé a sentir mi cuerpo calentarse de una manera impresionante, sentía algo tibio en mi entrepierna. Eso solo significaba una cosa... No Alejandra! No, ¿Por qué me pasa esto a mí?

-Listo. -Dijo cuándo la canción termino.

Se acercó al equipo de sonido, lo apago y camino hacia el encendedor y predio la luz. Solo podía pensar en que ella iba a pensar que yo era una enferma. Mierda.

-Te gusto?-Pregunto.

-M-Mucho... lo haces muy bien. -Dije nerviosa.

-Gracias. -Sonrió y camino hacia mí.

Oh, no. Lleve mis manos hacia mi intimidad tratando de ocultar.

-¿Qué pasa Alejandra?-Pregunto ella.

¿ERA TAN OBVIA?

-N-Nada. No pasa nada. -Dije nerviosa.

Ella se acercó rápidamente y se inclinó. ¡Rayos se dio cuenta! Llevo su mano hasta las mías y las tomo. Oh... Demonios.

-Tus manos están calien...-Miro mi entrepierna. -Oh, Alejandra.-Se quejó.

Enamorada De Mi VecinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora