Capítulo 42

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Maldita apuesta.

Malditos sentimientos.

Maldita indecisión.

¿Se supone que yo debo sentirme mal ahora que me ha dicho 'Te amo'? No. Mi propósito desde el principio era enamorarla y jugar con ella en vano. Sin involucrar mis sentimientos ahí.

No sé en qué momento todo esto se me salió de control.

Tal vez es Alejandra. La persona que es, sus sentimientos, su forma de ver la vida. Todo. La manera en la que me trata, tan tierna y cariñosa, tan tímida y respetuosa.

Y es qué disfruto de sus caricias y besos. De hecho lo hice desde el principio. Nunca sentí asco ni mucho menos. Por favor, Alejandra no es fea. Tal vez se vista muy peculiar y tenga una pinta de nerd que es jodidamente asquerosa, pero Alejandra si es atractiva.

Y eso no es lo único que cuenta. También sus sentimientos y forma de pensar. Alejandra es una gran chica. No es igual a las demás. No quiero dejar de verla, pero tal vez sea lo mejor. Seguiría con mi vida normal. Sin juegos ni apuestas, ni nerds, ni Sofia agresiva.

Simplemente la vida de antes. ¿Pero a quién engaño? Una parte de mí se rehúsa a dejar de verla. Obviamente no es amor. ¿Yo enamorada de Alejandra?¿Yo amarla? Ni en sueños... Obvio no.

¿0 puede existir esa posibilidad?

Oh, por dios. Estoy tan confundida.

Lo primero que debo hacer, es contarle a Ale sobre la apuesta. Una vez lo haya hecho, ella decidirá sí quiere seguir con esto y entonces lo intentaremos.

Sí, eso haré.

Tomé un suspiro profundo mientras me levantaba de la cama.

Tomé mi suéter, y salí de la habitación. Bajé las escaleras y observé a Lucy y a Sofia viendo televisión. Veían un programa de talentos.

Abrí la puerta, salí, y volví a cerrarla con cautela.

Me dirigí hacía la casa de Alejandra. Era una noche fría, demasiado fría. Sentía la necesidad de abrazar a alguien.

Había cinco niños jugando en la calle con sus patinetas, deberían tener más cuidado, un auto podría lastimarlos.

Observé la puerta de su casa abierta. ¿Me estaba esperando o me había visto venir? Tragué saliva y me acerqué a la puerta. Miré hacia adentro, las escaleras. No había nadie. Me adentré un poco más en la casa, dirigiéndome hacía la sala de estar. Los recuerdos de la tarde vinieron a mí.

¿Acaso Ale estaba jugando a esconderse?

Me acerqué a la sala de estar y asomé mi cabeza por un lado de la pared, tomando impulso para entrar por completo.

Paré en cuanto mis ojos vieron algo que nunca imaginé encontrar.

Alejandra y Verónica. Besándose.

Mi boca fue abriéndose poco a poco, la sangre comenzándome a hervir mientras observaba a Verónica manosear a Alejandra. Mi Alejandra

Ellas no me habían visto.

Claro... estaban ocupadas en otra cosa.

La mano de Verónica se dirigió al borde de la toalla blanca qué Alejandra traía alrededor de su cuerpo. Alejandra mantenía los ojos cerrados.

Verónica la zafó de su cuerpo, logrando qué aquella toalla cayera al suelo.

Vaya... no se veía tan excitada cómo cuando estaba conmigo.

Sé inclino un poco, metiéndose uno de los pechos de Alejandra en su boca.

Maldita perra.

Maldita Alejandra.

Malditos todos.

Me había dicho en la mañana que no me haría sufrir y ahora veo esto.

Me alejé de ese lugar, sintiendo cómo mis ojos se aguaban cada vez más. Sentía una dolorosa presión en mi corazón. ¿Cómo pudo?

No aguanté más y apoyé mi cuerpo en una pared, cerré mis ojos y me llevé la mano a la boca para tapar cualquier estupidez que pudiera salir.

Vamos, Alejandra. Gime con fuerza, seguramente esa mierda te gusta.

Maldita sea.

Me sequé las lágrimas que brotaban de mis ojos, y caminé hacía la puerta. Salí, sin poder evitar dar un portazo.

Acaso ella es mejor que yo? ¿Y sí ya han estado otras veces? ¿Y Alejandra también hizo una apuesta para conquistarme a mí?

Malditas, las dos.

Pensé que Alejandra era diferente. Ya veo que me equivoqué.

Toqué el timbre de mi casa, esperando que alguien abriera. Volví a secar mis lágrimas y suspiré profundo

Rápidamente miré hacía la casa de los Rocha, y presencié el momento exacto en el que Alejandra abría la puerta. Su mirada se dirigió a mí y vi que sus ojos se abrieron como platos. Aparté la vista y escuché cómo ella gritaba mi nombre con urgencia.

La puerta se abrió y vi a Lucy al frente. Entré inmediatamente, y cerré la puerta.

-¿Qué ha pasado?preguntó preocupada.

La miré,y no pude evitar estallar en llanto.

-Soy una estúpida. - la abracé con fuerza.

Enamorada De Mi VecinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora