Estaba de vuelta en casa, con el corazón hecho pedazos, sin saber que pensar, ni cómo mantener la calma. Estaba estresada, anonadada y con dolor de cabeza.
Nunca me había afectado tanto algo. Tal vez me estaba ahogando en un vaso de agua. Sí, tal vez Lucy la besó y ella no reaccionó a tiempo.
Oh rayos, Ilevo dándole vueltas a lo mismo por dos días.
Sin verla, ni hablarle. Nada. Nunca está en la sala de almuerzos, cuando termina la jornada desaparece rápidamente y vuelve a casa.
Cierra las cortinas de su habitación y se desconecta en facebook. No me he atrevido a llamarla, ¿qué le diría? ¿Ahora yo tengo la culpa? No.
Simplemente no entiendo porque Ana actúa de esa manera.
Tal vez ella no tuvo la culpa, pero yo menos. ¿En que está pensando? ¿Acaso no quiere volver a verme? ¿Por qué? La duda me estaba matando.
¿Y sí se besó con Lucy por mi jodida timidez? Ese día casi que me había dicho que la hiciera mía, pero ni mí timidez, ni mis nervios me dejaron.
Definitivamente no podía dejar de darle vueltas al asunto.
- Alejandra? - mi mamá tocó la puerta.
-¡Entra!. - grité, estaba sentada en el escritorio terminando unos trabajos.
La sentí entrar y caminar hacia mí. La miré rápidamente, la expresión de su rostro no era buena. Estaba preocupada.
- ¿Qué pasa?- pregunté.
- Mira esto. - me mostró una hoja. La hoja del examen de la mañana,no me había ido bien. Era la peor calificación que había sacado en toda mi vida.
- ¿Cinco?- preguntó atormentada.
- Lo siento. -Contesté.
- ¿Qué es lo que pasa? ¿Siguen molestándote aquellas chicas? -preguntó preocupada.
- No... - Suspiré. - No sé qué pasó. Supongo que no estaba lo suficientemente concentrada.
- ¿Qué es lo que está pasando Alejandra? -habló tan seria como era posible.
- Mamá, eso no vaa afectar nada. -me levanté. - Estaba enferma,¿si? Por eso me fue mal, sabes que he tenido dolores de cabeza constantemente. Siempre hago lo que puedo. No puedes presionarme de esta manera. ¿Qué es lo que quieres?- exploté sin saber porque.
Ella me miró por un momento.
- No te estoy presionando, solo quiero saber si pasa algo.
- No pasa nada mamá. le contesté. -¿Podrías dejarme sola?-pedí.
Me miró aún más preocupada. Era mi madre, me conocía. Era obvio que sabía que algo pasaba en mí vida. No podía negárselo, pero en ese momento no tenía ganas de hablar con ella sobre el tema que me atormentaba. Sería extraño contárselo.
- Bien.. - vaciló. - Estaré disponible por si quieres hablar conmigo.declaró mientras se dirigía a la puerta.
La vi desaparecer en cuanto cerró la puerta.
Caminé hacía el escritorio, en donde estaba el ordenador, guarde el trabajo que estaba desempeñando minutos antes y apagué.
Me giré, y eché un vistazo a la habitación. Desorden era lo único que se veía. Suspiré, y comencé a recoger las cosas que habían tiradas en el suelo. Fui colocando cada una en su lugar, hasta tener la habitación ordenada de nuevo.
Me acerqué a la ventana, tenía que recibir aire. La habitación era un completo horno.
Hice a un lado la cortina y abrí la ventana, no sin antes percatarme de la vista que tenía. Era ella. Era Ana. Había abierto las cortinas de su habitación, por fin. Volví a cerrar la cortina, apagué la luz y volví a asomarme, cuidando de que no me viera.
La imagen que tenía en frente era la de una chica que acababa de llegar de un gimnasio o algo por el estilo, lo único que puedo deducir es que estuvo haciendo ejercicio. Caminó hacia el gran espejo que había en su habitación y se soltó la liga que tenía en el cabello,dejando libre su cabello largo. Bajó sus manos hacía su pantalón negro y se lo fue quitando.
Tenía que ser una jodida broma. Algo así como si quisiera provocarme... Que digo, ella no tenía idea de que la estaba mirando.Tal vez debí dejar de mirarla, pero me era imposible.Me distraje mirando su pequeña tanga roja, mientras sus manos quitaban su blusa rosada y dejaban al descubierto su sostén, el cual
era rojo también.Algo en mí se estaba calentando. Esto era enfermo. Me sentía como una maldita depravada, Pensando cosas... Totalmente sexuales,fantaseando más bien.
La vi mirar hacía mi habitación. Mi cuerpo se paralizo por completo.Miraba con curiosidad, cómo si se hubiese dado cuenta de que la estaba observando. Tragué saliva mientras la veía acercarse a su ventana. No me moví, me quedé en mi lugar. Estaba segura de que no podía verme.
Una sonrisa se formó en su rostro, haciendo que me preguntara si era posible que me hubiese visto de alguna manera.La puerta de mi habitación se abrió de repente, haciéndome sobresaltar. Miré hacía la puerta y vi a Salma. ¿Qué hacía aquí?
- ¿Qué pasa Ale?- preguntó, sostenía un paquete de papas fritas en su mano.
- ¿Qué haces aquí?- susurré nerviosa.
- No tenía nada que hacer, así que vine, compré una película. - declaró, buscando con su mano el encendedor en la pared.
- No Salma, no, no. - rogué angustiada.
-¿Qué pasa? - preguntó acercándose. - ¿Cuál es la pendejada?
- Salma, no enciendas la luz, no hables.. Mejor dicho, no hagas nada.le pedí.
- ¿Qué estás haciendo? - preguntó, miró la cortina, y se acercó un poco para mirar afuera.
Cerré mis ojos sintiendo vergüenza.
- No mires. - le reclamé, sintiéndome completamente celosa.
- Oh... pero que vista, Alejandra. ¿Por qué no habías dicho? - susurró, aun mirando por la ventana
- No mires. - exigí molesta.
-Ya veo porque estás obsesionada. - declaró.
- Salma, ya deja de mirar. - hablé molesta.
Miré por la ventana, me di cuenta de que Ana seguía parada en frente, mirando hacía mi ventana, manteniendo una sonrisa en su rostro. Ya lo sabía. Soy una idiota. Seguro cree que soy una depravada. Oh, santo cielo que vergüenza tan infinita.
Mordió su labio inferior, y se volteó dejándonos ver su enorme trasero.
¿Por qué tenía que ser tan jodidamente sexy? Ay, dios.
-Vete Salma- susurré, todavía embobada.
Llevó su mano hasta el broche de su Sostén, haciéndome sufrir pensando en que se lo iba a quitar. Salma no podía ver eso, No, claro que no Ana era mía.
- Lárgate Salma. - Advertí exaltada.
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Enamorada De Mi Vecina
RomantizmElla es única, ella es sensual, ella es provocativa, ella hubiera podido tener cualquiera a sus pies, pero la escogió a ella, a la más inocente, a la menos indicada. Ana Melgar es una chica hermosa de 17 años, la nueva vecina de Alejandra Rocha, aqu...