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NARRA MIA

Cuando me desperté a la mañana siguiente, lo primero que hice fue coger el móvil con la esperanza de ver los mensajes de Jack, pero no había ninguna notificación que llevase su nombre.

Solté un suspiro y me levanté de la cama. Dirigí mi mirada hacia el corcho que colgaba de la pared, donde había numerosas fotografías de Jack y yo juntos. Empecé a quitar una a una cada imagen en la que salía Jack y las dejé en la esquina de mi escritorio en un pequeño montón. 

Me vestí y salí a dar un paseo mientras escuchaba mis canciones favoritas. No podía quedarme todo el día encerrada en casa, necesitaba despejarme y tratar de mejorar mi estado de ánimo. Caminaba sin rumbo fijo, pero al final terminé en uno de los muelles del puerto. Me senté y me quedé mirando al horizonte. Me quité los auriculares y cerré los ojos para poder escuchar el sonido de las olas.

No podía evitar seguir pensando en Jack. No habíamos tenido la relación más estable del mundo, pero una cosa era discutir de vez en cuando y otra muy distinta, irte sin avisar.

Noté como mis ojos volvían a humedecerse y negué con la cabeza. No quería seguir llorando. Eso no iba a solucionar nada.

Saqué el teléfono de mi bolsillo y al meterme en Twitter pude ver que un vídeo de Jack se había hecho viral. Estaba tocando una de las primeras canciones que habíamos ensayado con la banda. En concreto, esa la habíamos compuesto juntos un día en su casa.

Leí los diferentes comentarios que había dejado la gente y solté un suspiro para bloquear el teléfono. Apoyé mis manos sobre el suelo y recliné mi espalda hacia atrás para poder dirigir mi mirada al cielo.

—Pienso llegar a lo más alto en el mundo del rock —Un par de gaviotas pasaron volando en dirección al oceáno—. No te necesitamos para triunfar.

(...)

Cuando estaba a punto de entrar al edificio donde siempre quedábamos para ensayar, Noah salió de su interior con un papel en sus manos.

—Tremendo cambio de look —Se sorprendió al ver que había cortado mi larga melena para dejarla a la altura de mis hombros y haberla teñido de rosa—. Te queda genial —Sonrió.

—Gracias —Este era el resultado de un arrebato que había tenido la tarde anterior, me alegraba de que el resultado hubiese sido el que me imaginaba y no un completo chasco—. ¿Ya llegó William?

—Sobre los ensayos... —Noah hizo una pausa antes de seguir hablando—. Justo acabo de avisar de que ya no vamos a necesitar más la sala —Me entregó el papel que llevaba en la mano, era el papel que daba por finalizado nuestro contrato—. William ha dejado la banda, me dijo que ahora que se había ido Jack ya no teníamos nada que hacer, así que prefiere centrarse en su trabajo.

—Genial —Murmuré—. ¿Entonces ya está? ¿Se acabó?

—Eso parece —Noah se encogió de hombros—. Supongo que todo lo bueno se acaba.

—Vámonos a Sídney —Dije de repente y Noah me miró sin entender a qué venía eso—. Allí tendremos muchas más oportunidad que aquí y solo está a una hora—Me coloqué un mechón de pelo detrás de la oreja—. Siempre hemos soñado con tocar delante de miles de personas, pues formemos una nueva banda y hagámoslo —A medida que lo iba pensando, más me iba emocionando la idea—. Tu voz es increíble, no necesitamos a Jack para poder triunfar.

—Es una locura, Mia —Noah guardó las manos en los bolsillos de su pantalón—. Tendríamos que dejarlo todo para a lo mejor no conseguir nada.

—No tenemos nada que perder —Me encogí de hombros—. Yo este fin de semana me voy, te esperaré en el aeropuerto si al final decides venir.

(...)

Desbloqueé la pantalla de mi teléfono para mirar la hora. Ya íbamos a embarcar y Noah todavía no había aparecido por allí. Llegados a este punto no esperaba que fuese a venir, al fin y al cabo, a Noah nunca le habían gustado demasiado los cambios.

Me subí al avión y tras buscar mi asiento, coloqué mi mochila debajo del asiento de delante y agradecí que me hubiese tocado el lugar que quedaba al lado de la ventanilla. Estaba tan atenta a la pantalla de mi teléfono que no me había dado cuenta de que una persona se había sentado a mi lado. De pronto, noté como me quitaron uno de los auriculares y al levantar mi mirada no pude evitar sonreír al encontrarme con los ojos verdes de mi amigo.

—Pensaba que no vendrías.

—Yo también lo pensaba, pero aquí estoy —Se abrochó el cinturón. Estábamos a punto de despegar—. Si sale mal, por lo menos habré hecho turismo por Sídney.

Durante el resto del trayecto, Noah se puso a leer y yo me acabé quedando profundamente dormida. Siempre que hacía algún viaje me acababa durmiendo, no era capaz de mantenerme despierta durante más de media hora. Cuando llegamos a nuestro destino, mi amigo me dio un pequeño golpe en el hombro.

Nos dirigimos al lugar donde podríamos recoger nuestro equipaje y una vez listos, salimos del aeropuerto. Noté como mi corazón se aceleraba de los nervios. Tenía las expectativas por las nubes y estaba demasiado ilusionada por la nueva etapa que íbamos a empezar.

RockstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora