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NARRA MIA

Cuando terminé de prepararme salí de mi habitación para reencontrarme con Mark, quien me estaba esperando sentado en el sofá mientras miraba el móvil para matar el tiempo.

—Ya estoy —informé y él levantó la mirada de la pantalla.

—Genial, pues vamos.

Salimos de mi piso y una vez en la calle, visualicé la moto de Mark aparcada justo enfrente del portal. Él sacó las llaves del bolsillo y me pasó uno de los cascos.

—¿Tú primera vez montando en moto?

Yo solo asentí mientras me acomodaba el casco. Pesaba más de lo que me esperaba.

Mark se subió en la moto y tras él colocarse su casco, me hizo un gesto para que me subiese. Empezó a conducir por las calles de la ciudad y yo me dedicaba a mirar con curiosidad a cada lado. Llevaba ya un par de meses viviendo aquí, pero todavía me quedaban muchos rincones por descubrir.

No sé cuánto duró el trayecto en realidad, pero yo lo sentí como si solo hubieran sido un par de minutos. Nos bajamos de la moto y el entregué el casco a Mark, quien lo dejó colgado en el manillar. Continuamos andando unos metros por la calle y finalmente, se detuvo enfrente a una tienda.

No la conocía, pero solo viendo los precios del escaparate me llegaba para saber que si compraba algo allí iba a tener que dejar allí medio riñón.

Mark estaba a punto de entrar cuando le agarré de la muñeca y él me miró sin comprender qué ocurría.

—Yo no me puedo permitir la ropa de este sitio —murmuré—, ese bolso es mi sueldo de un mes. —Señalé el escaparate.

—Tranquila, tú no tienes que pagar nada. —Empujó la puerta para entrar y yo me limité a seguir sus pasos sin ser capaz de asimilar nada de lo que estaba pasando.

¿Cómo me iba a pagar un vestido en aquella tienda? Ahora que lo pensaba, no tenía ni idea de qué trabajaba Mark, nunca se lo había preguntado, pero parecía que era uno muy bueno si se podía permitir comprar en aquellas tiendas.

Dirigí una mirada a la luminosa y amplia tienda. Todo estaba colocado a la perfección, lo que me causaba un gran placer visual.

Uno de los dependientes se acerco a Mark enseguida y él le indicó lo que estabámos buscando.

—Si eres tan amable de acompañarme. —Esta vez el dependiente se dirigió a mí—. Vamos a encontrarte el vestido perfecto. —Me dedicó una sonrisa y me guio hasta los probadores.

Mark se sentó en uno de los sillones que había justo enfrente de los probadores y el dependiente enseguida llegó con un par de vestidos para que me los probase. Me encerré en el probador y, aunque a simple vista no me desagradaban, una vez puestos me sentía muy extraña.

Me veía muy rara llevando un vestido tan elegante e igualmente, tampoco me apasionaba cómo me quedaban. Salí del probador para ver si Mark les daba el visto bueno, pero a él no parecieron convencerle tampoco.

Perdí la cuenta de cuántos vestidos me estuve probando en todo el rato que llevabamos allí. Estaba empezando a cansarme porque ninguno nos gustaba, pero al final, el chico de la tienda me trajo un vestido que a simple vista parecía precioso. Era sencillo y completamente negro, pero sentía que no se salía tanto de mi zona de confort. Tras ponérmelo me quedé mirando en el espejo durante unos segundos. Tanto mi pelos como el resto de mis rasgos destacaban más con ese vestido. Creo que ya teníamos el elegido.

Salí del probador y le dirigí una mirada rápida a Mark, que parecía tan aburrido como yo.

—Creo que va a ser este. —Pasé la mano sobre la tela del vestido para deshacer algunas arrugas y él asintió.

—Sin duda está hecho para ti, te queda genial. —Me dedicó una sonrisa.

Tras aquello, pude, por fin, recuperar mi cómoda ropa. El dependiente nos sacó unos zapatos y un bolso que le quedaba perfecto al vestido.

Cuando Mark terminó de pagar me entregó las bolsas y al salir de la tienda me detuve en seco.

—De verdad, me siento fatal de que te hayas gastado tanto...

—Mia, no pasa nada —me interrumpió y sacó del bolsillo de su chaqueta una cajetilla de tabaco—. Si no vas bien vestida, no te van a dejar pasar y eso no puede ser. —Colocó un cigarro sobre sus labios y acercó la llama del mechero para encenderlo.

(...)

Esa mañana me había levantado más contenta que de costumbre porque nos estábamos dirigiendo a ensayar después de varios días sin hacerlo.

—¿Le dijiste ayer a Mark lo de la actuación? —preguntó Noah mientras esperábamos a que el semáforo se pusiese en verde para poder cruzar.

—Se me pasó por completo —contesté mientras miraba como los coches pasaban—. Será nuestra exclusiva tanto para él como para Alaska. —Le dediqué una sonrisa.

El resto del camino fuimos hablando de diferentes temas y cuando nos quisimos dar cuenta ya habíamos llegado al edificio donde ensayábamos. Mark y Alaska ya nos estaban esperando allí, aunque la tensión entre ellos se podía cortar con un cuchillo.

No sabía qué es lo que había pasado entre ellos, pero parecía que Alaska estaba enfadada con el chico por algún motivo.

Levanté mi brazo para saludarlos desde lejos y cuando llegamos a su altura fui la primera en hablar:

—Os tenemos una gran noticia. —La emoción se podía palpar en mi tono de voz—. En dos semanas tendremos nuestra primera actuación.

—Eso es genial —respondió Alaska—, pero vamos a tener que ensayar muy enserio estos días. Así igual conseguimos que nos llamen de más sitios.

—He estado pensando que igual es buena idea crearnos una cuenta del grupo en redes sociales para llegar a más gente y que sea fácil de encontrarnos —dijo esta vez Noah.

—Esa es muy buena idea —habló Mark y empezamos a caminar para dirigirnos a la sala que teníamos alquilada.

Mientras íbamos atravesando el pasillo que nos llevaría a nuestro destino, seguíamos hablando sobre cosas relacionadas con el grupo y una vez en el estudio, no perdimos más tiempo y nos pusimos a ensayar. 

RockstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora