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NARRA MIA

Estaba recogiendo la ropa del tendal cuando llamaron al timbre. Noah se había ido a trabajar hacía rato, por lo que era imposible que fuera él. Además, era raro que se olvidase las llaves.

Decidí ignorarlo y seguir a lo mío cuando volvieron a tocar una segunda vez. Solté un suspiro de fastidio y esta vez sí que me dirigí a la puerta para ver de quién se trataba.

—¿Hola? —saludé sorprendida al ver a Mark al otro lado de la puerta con un par de maletas—. No me digas que te vas a ir de viaje, que en tan solo unos días tenemos actuación.

—Bonitos pantalones de pijama —comentó mientras miraba mis pantalones con estampados de ositos y noté como mis mejillas comenzaban a arder—. No me voy de viaje, pero me preguntaba si me podría quedar aquí unos días.

—Claro, supongo que a Noah tampoco le importará, pero solo tenemos dos habitaciones.

—Da igual, el sofá es cómodo, aunque si tú me lo pides, no tengo problema en dormir contigo. 

—Creo que en el sofá dormirás mejor.

Me aparté hacia un lado para dejarle pasar y le ayudé con las maletas, las cuales dejamos en una esquina en el salón.

—¿Qué ha pasado con tu casa?

—Ya no es mi casa porque mi padre me ha echado —respondió con tranquilidad mientras se sentaba en el sofá y se quitaba la chaqueta para dejarla sobre el reposabrazos.

—¿Cómo que te ha echado? —Me senté a su lado esperando a que me contase lo que había pasado—. ¿Qué has hecho esta vez?

—Nada. —Se encogió de hombros—. Teníamos una cena con uno de sus socios, el padre de Sarah, la chica que conociste. Mi padre está empeñado en que salga con ella y en esa cena iba a estar junto con sus padres, obviamente. —Su teléfono comenzó a sonar, pero lo colgó al momento sin prestar demasiada atención a quién era la persona que le estaba llamando—. Básicamente me advirtió de que no se me ocurriese faltar, pero después de tu maravilloso consejo, decidí no ir y esta mañana ha venido a echarme de su piso.

—¿Te has quedado sin casa y estás tan tranquilo?

—Y también sin dinero —añadió, pero parecía que para él no era ninguna preocupación—. Pero el lado bueno, es que ya no tendré que ir a la empresa de mi padre a hacer el paripé. Me ha dicho que mientras no tenga pensado cambiar mi comportamiento, no quiere saber nada de mí y yo no tengo el mínimo interés en estar fingiendo que me importan sus estúpidos negocios.

Tras escuchar todo aquello me quedé sin palabras. La situación de Mark era complicada, pero nunca me imaginé que iba a terminar con él durmiendo en mi sofá porque se había quedado sin nada de la noche a la mañana. Aunque seguramente, todo esto solo fuese un truco de su padre para tratar de asustarlo y que empezase a hacerle más caso e interesarse por la empresa.

—¿Pasa algo? —preguntó al no obtener ningún tipo de reacción por mi parte.

—No, no —respondí rápidamente y le miré—. Es que me has dejado sin palabras con todo esto.

Mark sacó la cajetilla de tabaco del bolsillo del pantalón, la cual estaba completamente arrugada, pero los cigarrillos seguían en perfecto estado. Se llevó uno a la boca y cuando estaba a punto de encenderlo pareció acordarse que allí dentro no estaba permitido fumar.

—Por cierto, ¿en tu trabajo no necesitarán a alguien más?

—No, está la plantilla completa.

—Necesito salir a fumar. —Se levantó del sofá—. ¿Puedo? —preguntó señalando la puerta de mi habitación, ya que las habitaciones eran la única manera de acceder al balcón.

—Claro.

Escuché cómo abría la puerta de mi habitación y segundos más tarde se encontraba apoyado en la barandilla del balcón.

(...)

Estaba terminando de arreglarme para ir al trabajo cuando llamaron a la puerta de mi habitación. Solo podía ser Mark, ya que Noah todavía no había llegado del trabajo. Me encantaría poder ver su reacción cuando llegase a casa y se encontrase a Mark, pero para mi desgracia, esa vez sería yo la que estaría trabajando.

—Pasa —dije mientras seguía delante del espejo poniéndome los pendientes.

Él abrió la puerta con la mano que llevaba libre, ya que en la otra estaba sujetando su portátil.

—Necesito que me des tu opinión sobre esto —pidió mientras se sentaba sobre mi cama y dejaba el portátil sobre esta.

Él empezó a leer lo que parecía ser su intento de curriculum vitae. Le miraba a través del espejo tratando de contener la risa. Se notaba que nunca había tenido que preocuparse de buscar trabajo y estaba segura que esta era la primera vez que se había tenido que poner a escribir uno.

—Mark, estás escribiendo tu currículum, no tu biografía de tinder. —Me giré para mirarle directamente y me acerqué a la cómoda a recuperar mis anillos.

—¿Y sería un match o no?

—Obviamente no —contesté mientras terminaba de colocarme los anillos y un discreto collar.

—¿Por qué no? —fingió estar dolido ante mi respuesta.

—Los fuckboys no son mi tipo —respondí mientras abandonaba mi habitación para coger mi chaqueta en el perchero que se encontraba en la entrada.

—Yo soy el tipo de todo el mundo. —Mark se acercó a donde me encontraba y se apoyó contra la pared—. ¿Qué se supone que tengo que poner?

—Tu experiencia laboral, ¿no crees? —Dirigí la mirada hacia él—. A tu futuro jefe le da igual lo que te guste hacer en tu tiempo libre.

—Pero solo he trabajado en la empresa de mi padre y realmente no hacía gran cosa —murmuró y tras eso se quedó unos segundos pensativo—. Creo que se me ha ocurrido algo —añadió, pero antes de que pudiese contestarle, él salió casi corriendo de nuevo al salón.

RockstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora