NARRA NOAH
No había sido demasiado difícil encontrar un hotel en el que quedarnos un par de noches mientras encontrábamos algún piso para poder mudarnos.
Cerré el grifo y salí de la ducha mientras me enrollaba la toalla a la cintura. Empecé a peinar mi cabello hasta quedar satisfecho con el resultado y me vestí antes de salir de nuevo a la habitación.
—Terminé —Avisé a Mia para que pudiese dar una ducha antes de irnos a cenar.
Ella se encontraba sentada en la cama mirando lo que parecían ser fotografías. Las guardó con rapidez en el interior de su maleta y se encerró en el cuarto de baño.
Cuando fui a tumbarme en mi cama pude ver que una de aquellas fotos se había caído al suelo. Pude distinguir en ella a Jack y Mia, quien rodeaba desde atrás con sus brazos al muchacho y en su rostro se dibujaba una sonrisa que deslumbraba más que el propio sol.
Desde que conocía a Mia, siempre le había sorprendido la alegría que transmitía constantemente. Más de una vez había conseguido levantarle el ánimo solo con su sonrisa. Sin duda ella tenía una esencia especial.
Llevaba quince minutos mirando mi teléfono cuando Mia salió del baño con una toalla enroscada alrededor de su cabeza. Le dio un pequeño tirón para dejar libre su corta melena rosácea y se puso enfrente del espejo para peinarse.
—¿Vamos a cenar? Me estoy muriendo de hambre —Me miró a través del espejo y yo asentí.
Me levanté para coger una sudadera de mi maleta y cuando estuvimos listos, abandonamos la habitación para llamar al ascensor. Era tarde y llevábamos todo el día fuera de casa, por lo que, lo último que quería ahora era ponerme a bajar por las escaleras desde un sexto piso.
Una vez estuvimos dentro de este, Mia pulsó el botón de la planta baja y las puertas se cerraron.
—¿Estás bien?
—Claro que estoy bien —Respondió mientras aprovechaba para ponerse su sudadera—. Tengo muchas ganas de que llegue mañana, tengo que encontrar trabajo cuanto antes. No quiero quedarme sin ahorros.
—Sabes a qué me refiero —Las puertas del ascensor se abrieron y recorrimos toda la recepción del hotel para llegar de nuevo a la calle. Ya había anochecido y las farolas eran las encargadas de iluminar la calle—. ¿Has podido hablar con Jack?
Ella negó y guardó sus pequeñas manos en el interior del bolsillo de su sudadera.
—Le escribí el mismo día que vimos aquel vídeo —Empezó a decir y pude notar coma su voz se quebraba—. ¿Vamos por aquí? —Señaló hacia la derecha y asentí—. De todas formas, intento no darle demasiadas vueltas y no pensar mucho en él, aunque haberme traído sus fotos no creo que sea la mejor forma de olvidarle. Al verlas no puedo evitar ponerme triste.
Apoyé mi mano sobre su cabeza y empecé a despeinarse. Aquel gesto siempre había sido mi forma favorita de molestarle.
—¡Para! —Protestó y se acomodó el pelo de nuevo.
—No hiciste mal en traerte vuestras fotos y no pasa nada porque estos días estés triste, es normal —Le dediqué una tierna sonrisa.
—¿Tú crees que Jack nos estará echando de menos?
—Seguro que sí.
(...)
—Vamos, Mia —La zarandeó para que se levantara de una vez—. Vamos a llegar tarde a ver el piso como sigas en la cama.
Ella soltó un gruñido y se giró para darme la espalda. Tiró de las sábanas y se subrió por completo la cabeza.
—Cinco minutos más —Pidió con voz adormilada.
—Eso me dijiste hace media hora —Le quité las sábanas y ella volvió a girarse para lanzarme una mirarme, aunque apenas era capaz de abrir los ojos.
—Hace frío —Se quejó y yo le cogí de los brazos para tirar de ella fuera de la cama—. No, no, no... —Empezó a gritar y a patalear en un intento de mantenerse en la cama. Aquella era una batalla perdida, yo tenía más fuerza que ella y al final ambos caímos al suelo—. Tü ganas —Murmuró y se levantó para dirigirse al cuarto de baño—. Ya nos podemos ir —Informó al salir unos minutos más tarde.
Yo no pude evitar empezar a reír. Sus ojos adormilados me miraron sin comprender qué es lo que me estaba haciendo tanta gracia.
—¿Seguro que quieres ir con el pantalón del pijama a la calle?
Mia volvió a entrar al baño para cambiarse los pantalones y cuando volvió a salir por fin estábamos listos para ir a ver nuestra posible futura casa. Habíamos tardado demasiado, por lo que no nos iba a dar tiempo a desayunar. Mi estómago ya empezaba a demandar comida, así que solo esperaba que la visita no fuese demasiado larga.
Iba siguiendo las indicaciones que iba dando mi GPS. Mi amiga me seguía como si fuese un zombie, todavía sin haber conseguido despertarse por completo. Tras girar una calle más, por fin habíamos llegado al edificio de la oferta. La fachada estaba completamente reformada y el portal parecía bastante amplio.
—Venga, despierta —Le di un codazo suave mientras llamaba al timbre.
—Sí... —Murmuró y se frotó los ojos.
Sonó un pitido que indicaba que la puerta del portal se había abierto. Le di un pequeño empujón y subimos hasta el segundo piso, donde nos estaba esperando el propietario. Tras saludar, el señor se hizo a un lado para dejarnos pasar.
Nos empezó a guiar por todas las habitaciones, aunque tampoco había demasiado que enseñar. Era bastante pequeño y solo tenía una habitación, a diferencia de lo que ponía en el anuncio. Además, estaba en muy malas condiciones, necesitaba una buena reforma.
—No es muy grande, pero para una pareja joven como vosotros seguro que os resulta muy acogedor —Comenzó a decir el dueño del apartamento cuando estuvimos de nuevo en la entrada—. ¿Firmamos entonces el contrato?
—Nos lo vamos a pensar mejor —Respondió Mia. El sueño parecía que empezaba a abandonar su cuerpo—. Muchas gracias por todo. Que tenga un buen día.
Salimos de allí y bajamos las escaleras a buen ritmo para llegar cuanto antes a la calle.
—No tenía nada que ver con lo que anunciaba —Solté un suspiro de decepción—. ¿Vamos a desayunar? Ya no aguanto más sin comer.
Mia asintió y nos dirigimos hasta una cafetería que estaba haciendo esquina. Contaba con una decoraci'n moderna y el aroma a café recién hecho se esparcía por todo el local. Nos sentamos en una de las mesas que quedaban al lado de la cristalera que daba a la calle y una chica de más o menos nuestra edad se acercó a coger el pedido.
—Espero que encontremos casa pronto —Empezó a decir Mia cuando la camarera se fue a preparar lo que habíamos pedido para desayunar—. Me estoy empezando a cansar del hotel.
—Solo hemos dormido allí una noche, exagerada.
Seguimos hablando de diferentes anuncios que habíamos visto, pero ninguno llamaba nuestra atención. Muchos de ellos quedaban demasiado alejados o en pueblos de los alrededores. Nosotros estábamos buscando algo más céntrico. No queríamos tener demasiadas complicaciones para movernos.
—Muchas gracias —Agradecí mientras la chica dejaba los cafés sobre la mesa.
—De nada —Sonrió la camarera y depositó el plató que contenía las tostadas que habíamos pedido—. Por cierto, no he podido evitar escuchar que estáis buscando piso —Rodeó la bandeja con sus dos brazos y la acercó hacia su pecho—. Mis padres tienen un piso en alquiler y justo el inquilino que estaba se ha ido hace unos días. Está solo a un par de calles de aquí y tiene vistas al mar.
Al oír esas últimas palabras pude ver como la mirada de Mia relucia con un brillo especial. Siempre le había gustado la playa y tener una casa justo al lado, para ella era un sueño hecho realidad.
—Nos encantaría verlo —Respondió mi amiga con una sonrisa—. Por favor.
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Rockstar
General FictionLlevaban años tocando todos juntos y su sueño era llegar a tocar en grandes escenarios sus canciones frente miles de personas. Sin embargo, un día, la banda se deshace, pero eso no impide a Mia abandonar su sueño y hacer todo lo posible por consegui...