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NARRA MIA

Estaba emocionada. Había llegado por fin el día de la actuación. Estaba frente al espejo terminando de maquillarme. Los nervios habían ido aumentando a medida que se había ido acercando el día. Solo esperaba que todo fuese bien. Al fin y al cabo, esta era nuestra primera oportunidad para darnos a conocer.

Terminé de pintarme los labios de rojo y mientras tapaba de nuevo el labial, me miré de arriba-abajo en el espejo para darme el visto bueno.

A continuación, metí mis cosas en la funda de mi bajo y ya por fin estaba lista para irme. Desde mi casa al trabajo no teníamos un camino demasiado largo, pero lo mejor sería ir yendo para tener todo apunto cuando nos tocase actuar.

Colgué la funda de mi hombro y salí de la habitación tarareando una de nuestras canciones. Esperaba que Noah ya estuviera esperándome como siempre, pero no había rastro de él. Llamé a la puerta de su habitación, pero no obtuve respuesta. Parecía que se había ido ya de casa.

Saqué mi teléfono del bolsillo del pantalón y pude ver un par de notificaciones de mi amigo. Se había ido mientras me estaba duchando, así que me tocaría irme sola al bar. Cogí las llaves y me fui de casa.

Estaba un poco preocupada por Noah, últimamente estaba actuando un poco raro. Esperaba que solo fuese por los nervios del concierto y no por algo más grave, aunque siempre me solía contar lo que le ocurría.

Llegué al bar y ya todos estaban esperando en la puerta del bar. Todos excepto Noah.

—Pensaba que Noah vendría contigo —dijo Alaska, quien estaba claramente sorprendida. Como siempre iba vestida por completa de negro haciendo que su pálida piel destacase todavía más.

—No estaba en casa. —Me encogí de hombros—. No sé dónde se puede haber metido.

—Quedan quince minutos para la actuación, creo que lo mejor sería ir entrando para prepararlo todo —respondió Mark—. Le podemos esperar dentro.

Alaska y yo asentimos. Cuando entramos al interior, ya estaban todas las mesas repletas de gente y seguramente, todavía se llenaría más el lugar.

Terminamos de hacer algunas pequeñas pruebas de sonido, de acomodar todo en el escenario a nuestro gusto y Noah todavía no había aparecido por allí. Quedaban cinco minutos y ni siquiera contestaba al teléfono.

Mi corazón comenzaba a golpear con fuerza contra mi pecho. ¿Dónde se había metido Noah? ¿Y si había tenido algún accidente? Era raro que no contestara ni a los mensajes ni a las llamadas, por no hablar, de que tampoco era propio de él desaparecer de esta manera. No es como si tuviera que darme explicaciones de dónde va a cada momento, pero siempre tenía la costumbre de avisar cuando se iba o mencionaba dónde iba a estar.

Dirigí una mirada a Alaska y a Mark preocupada cuando Alaska me hizo un gesto con la cabeza para que mirase en dirección hacia la puerta, Noah acababa de entrar al local. Se dirigió rápido hacia nosotros y, tras dejar su mochila en una esquina, se subió al escenario.

La gente seguía entrando al bar y cuando nos quisimos dar cuenta, ya no entraba ni un alfiler allí.

—¿Dónde te habías metido? —murmuré mientras se acomodaba el pelo y trataba de recobrar el aliento antes de empezar la actuación. No iba a poder cantar si le faltaba el aire.

—Por ahí —respondió sin darle mayor importancia—. ¿Listos?

Todos asentimos y Noah se acercó al micrófono y apoyó una de sus manos sobre este.

—Buenas noches a todos —empezó a hablar—, nosotros somos Ultraviolet y esta es nuestra primera actuación. Esperamos poder haceros pasar un buen rato con nuestra música. Y dicho esto, no me enrollo más y que dé comienzo la música que para eso estamos aquí.

Cuando Noah terminó de hablar la gente empezó a dar un par de aplausos y a gritar emocionados por la curiosidad de qué era lo que iban a escuchar.

Noah cogió una bocanada de aire para tratar de tranquilizarse y Mark empezó a tocar la primera canción que iba a inaugurar nuestra actuación.

(...)

El concierto estaba llegando a su fin y, cuando Noah terminó de cantar la última canción, bajó corriendo del escenario y le perdimos de vista. Los tres nos miramos sin entender nada y Mark se acercó al micrófono.

—Y esto ha sido todo por hoy, esperamos que os haya gustado nuestra música —dijo y la gente empezó a aplaudir.

Los tres nos bajamos del escenario y yo fui a coger mi funda para guardar el bajo. Pude ver como un par de chicas se acercaban a hablar con Mark y este les dedicó una sonrisa.

—Parece que alguien ya ha ligado esta noche —mencionó Alaska mientras colgaba su bolso del hombro.

—Tampoco me sorprende. —Reí—. Yo voy a ver si encuentro a Noah, me ha dejado un poco preocupada.

Salimos del local tras despedirnos de Mark, quien se quedó hablando con las dos muchachas. El aire frío me golpeó la cara y me subí la cremallera de la chaqueta mientras un escalofrío me recorría el cuerpo.

—Yo me voy en esa dirección —dijo Alaska—. Nos vemos —se despidió y empezó a caminar en dirección contraria a donde yo tenía que ir.

Saqué mi teléfono del bolsillo y le mandé un mensaje a Noah, aunque no tenía esperanza en que fuese a responder. Miré a mi alrededor esperando a que estuviese sentado por allí cerca en algún banco, pero tampoco parecía que estuviera por allí.

Empecé a caminar con la esperanza de encontrarle cuando llegase a casa. Aceleré el paso para llegar cuanto antes y en nada ya me encontraba abriendo la puerta del portal. Subí las escaleras casi corriendo y mientras avanzaba por el pasillo, traté de recuperar poco a poco mi respiración. Entré en casa y allí estaba Noah, tumbado en el sofá, con su antebrazo apoyado sobre sus ojos.

—¿Estás bien? —pregunté mientras dejaba mi bajo apoyado contra la pared y me dirigía hacia donde él se encontraba tumbado—. Has estado actuando muy extraño.

Mi amigo se incorporó en el sofá y su mirada se dirigió hacia mí. Estábamos a oscuras y la poca luz que entraba procedía de la calle.

—Estoy bien —respondió—. Solo me encontraba un poco mal. Ha sido mala suerte ponerme malo justo el día de la actuación —mintió y me dedicó una sonrisa tranquilizadora.

—Si te encontrabas muy mal me lo podías haber dicho, podría haber hablado con...

—Sabes que no era una opción desperdiciar la oportunidad que se nos había presentado hoy. —Se levantó del sofá—. Ahora solo necesito descansar un poco, pero no te preocupes, estoy bien. —Apoyó su mano sobre mi hombro cuando pasó por mi lado—. Buenas noches, Mia —dijo casi en un susurro y segundos más tarde escuché como se cerraba la puerta de su habitación con suavidad. 

RockstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora