NARRA MARK
Cuando me desperté, Mia todavía estaba dormida en la otra esquina del sofá y tenía una de sus piernas sobre mí. Habíamos estado hablando hasta que el sueño nos había vencido a los dos. Solo la conocía de unos meses, pero me sentía tan a gusto con ella que a veces daba la sensación que nos conocíamos desde hacía años.
Me quedé tumbado unos minutos más, antes de levantarme para darme una ducha e ir a comprar flores cuando me vinieron flashbacks de esa noche. No sé en qué estuve pensando cuándo me acerqué tanto a ella. Solo estaba intentando tratar de ponerla nerviosa, pero quien realmente lo estaba era yo. ¿Desde cuándo la presencia de una chica me ponía nervioso?
Negué y me levanté despacio del sofá para tratar de no despertar a Mia. Cogí mi ropa de la maleta y me dirigí al cuarto de baño.
Me deshice de mi ropa y me metí debajo de la ducha. Mojé mi cabeza tratando de aclarar mis pensamientos.
Si no me conociera, pensaría que igual me estaba enamorando de ella, pero claramente eso no era posible. Mia solo era una amiga y ya está. Aunque quizá un beso no hubiese estado nada mal.
Minutos más tarde salí de la ducha, me vestí y volví de nuevo al salón para coger el casco y las llaves de la moto.
—Buenos días —saludó Mia con voz adormilada y yo me giré para mirarla mientras guardaba las llaves en el bolsillo del pantalón.
Estaba tapada con la manta hasta los hombros y apoyada sobre una de sus manos.
—Buenos días —respondí mientras trataba de reprimir pensamientos que no me gustaba que rondasen por mi mente—. Me tengo que ir ya y luego tengo que hacer unos recados, así que nos vemos a la noche en el bar.
—Vale —contestó y se giró para darme la espalda y seguir durmiendo otro rato.
Me despedí y salí del apartamento para poner rumbo a la floristería. Todos los años iba al mismo lugar a comprar las flores porque sabía fijo que iban a tener las flores favoritas de Juls. Una vez conseguí las flores, fui caminando desde allí hasta el cementerio. No quedaba demasiado lejos y en la moto las flores se arruinarían.
Como siempre, llevaba un ramo de tulipanes de diferentes colores. Juls siempre tenía uno adornando su habitación.
Cuando llegué a mi destino, empecé a caminar entre las tumbas hasta llegar frente la lápida de mi amiga. Aquel lugar me generaba escalofríos y deseaba con todo mi alma que nada que aquello hubiese pasado para poder ahorrarme estos viajes.
—Hola de nuevo, Juls —saludé mientras me agachaba para retirar el ramo de flores secas y sustituirlo por el que acababa de comprar—. Este año he conseguido encontrar más colores. —Me senté en el suelo y apoyé el casco de la moto sobre mis piernas—. Te echo mucho de menos, ojalá siguieras aquí. —Trataba de mantenerme fuerte y no dejar que las lágrimas salieran de mis ojos, aunque fue inevitable que alguna se escapase y recorriera mis mejillas—. En estos meses han pasado muchas cosas, vuelvo a ser el guitarrista en una banda. Son todos increíbles. —La voz se me quebró y antes de seguir hablando me tomé unos segundos para tranquilizarme—. Lo mejor de todo es que tu hermana es la baterista. No hablamos demasiado por razones obvias, pero me alegro de que esté en el grupo, es la mejor. —Pasé mi mano por mi rostro para secar las lágrimas—. Tal vez un día de estos podría venir a tocarte algunas de nuestras canciones, estoy seguro de que te encantarían.
Iba a seguir hablando cuando escuché unos pasos a mi espalda. Me giré y me encontré con los oscuros ojos de Alaska. Llevaba su larga melena negra recogida en una coleta alta y, como era habitual en ella, iba completamente vestida de negro.
—Yo ya me iba —dije mientras me ponía de pie y me sacudía los pantalones.
—Puedes quedarte —respondió antes de que empezase a andar para irme—. De hecho, quería hablar contigo. —Dejó un peluche con forma de pingüino al lado de mis flores—. Los tulipanes eran sus flores favoritas.
—Lo sé.
—Quería pedirte perdón —añadió tras una breve pausa.
Sus disculpas me pillaron por sorpresa.
—¿Por qué?
—Por como me he comportado. —Apartó la mirada de mis flores para mirarme de nuevo a los ojos—. Aunque no apruebo los métodos de tu padre, sé que tú tampoco podías hacer gran cosa. Además, no estuvo bien que te culpase de su muerte.
—Yo... —No sabía muy bien qué decir—. Quería ir al entierro. Intenté escaparme, pero me fue imposible.
—Lo sé. —Me dedicó una pequeña sonrisa—. Siento haber sido tan mala amiga, sobre todo sabiendo que tú también necesitabas ayuda. Tendría que haber estado ahí para apoyarte.
—Te he echado mucho de menos.
—Yo a ti también.
—Anda, ven aquí. —Me acerqué a ella para darle un abrazo. Sentía que me acababa de quitar un enorme peso de encima—. Algún día tendrás que presentarme a esa tal Roxie que te ha robado el corazón —dije cuando nos separamos.
—David no sabe estarse callado —protestó.
—Sabes que es un cotilla desde que nació —reí.
Nos quedamos charlando un poco más allí y tras despedirnos de Juls, abandonamos el cementerio.
—Si quieres puedes venir a comer a casa —dijo Alaska antes de que nuestros caminos se separasen—. Estoy segura de que Roxie te caerá genial.
—Quizás otro día. —Sonreí—. Hoy tengo un par de cosas que hacer antes de nuestra actuación. Nos vemos —me despedí para poner rumbo a la moto.
Cuando estaba a punto de subir a la moto, mi teléfono comenzó a sonar y pude ver que se trataba de mía.
—Me acabo de ir y ya me echas de menos —bromeé.
—Necesito que vengas a casa ahora mismo —contestó Mia nerviosa—. Por favor, date prisa. —Fue lo último que dijo antes de colgar.
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Rockstar
General FictionLlevaban años tocando todos juntos y su sueño era llegar a tocar en grandes escenarios sus canciones frente miles de personas. Sin embargo, un día, la banda se deshace, pero eso no impide a Mia abandonar su sueño y hacer todo lo posible por consegui...