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NARRA MARK

Aquella mañana había llegado más temprano de lo normal al ensayo, por lo que me encontraba sentado en las escaleras de la entrada del edificio esperando a que llegasen los demás. Estaba sumergido en la pantalla de mi teléfono cuando una voz familiar llamó toda mi atención.

—Hola —saludó Alaska para sacar acto seguido su teléfono y no hacer ni el mínimo amago de irse a quitar los auriculares.

—¿Podemos hablar? —pregunté y ella levantó la vista de la pantalla.

—No tengo nada que hablar contigo.

—¿Vamos a estar en la misma banda y no nos vamos a dirigir la palabra?

—Yo no veo el problema. —Se quitó los auriculares al ver que Noah y Mia ya estaban viniendo hacia nosotros.

—No te estoy diciendo que volvamos a ser amigos, solo que podamos estar en el mismo entorno sin que sea incómodo. —Me puse en pie y me sacudí el pantalón—. Han pasado años, Alaska.

Alaska me dirigió una mirada que se sintió como si me hubieran echado una jarra de agua helada por encima. Parecía que mis últimas palabras no le había hecho demasiada gracia.

—¿Acaso te parece que lo que hiciste es algo que se olvide solo por pasar un par de años?

Iba a contestar, pero justo había llegado Mia y Noah a donde nos encontrábamos, por lo que la conversación que Alaska y yo estabamos teniendo se dio por finalizada.

Llegamos al estudio y saqué la guitarra de su funda. Me senté en una silla que había en una esquina para asegurarme de que estaba bien afinada y Mia rompió el silencio que se había formado.

—Ayer estuve intentando pensar algún nombre para el grupo —empezó a decir—, pero la verdad es que no se me ocurrió nada demasiado bueno.

—Tampoco creo que sea demasiado importante —respondió Alaska quitándole importancia.

—Pero si queremos tocar en algún sitio no podemos plantarnos sin tener ningún nombre —contestó Mia, a quien parecía haberle molestado un poco el pasotismo de la chica.

—Podemos ir pensando entre todos, a ver si a alguno se nos ocurre algo. —Esta vez fui yo el que intervino.

Tras eso, nos pusimos a ensañar. Como siempre, todo fue perfecto salvo algunos pequeños errores que teníamos que mejorar.

—Necesito un buen trago de agua. —Noah soltó el micrófono y se dirigió a donde había dejado su mochila para sacar de esta una botella de agua y empezar a beber.

Yo guardé mi guitarra de nuevo en su funda y cuando miré mi teléfono vi que tenía varias llamadas perdidas y mensajes de mi padre. Hice una mueca y colgué mi guitarra de uno de mis hombros.

—Chicos, yo me tengo que ir ya, nos vemos. —Abrí la puerta y antes de salir dirigí mi mirada hacia Mia—. Prometo que intentaré pensar algún nombre. —Le dediqué una pequeña sonrisa y tras eso dejé que la puerta se cerrase a mi espalda.

Me metí en la conversación de mi padre y pude ver que todas aquellas notificaciones solo eran para recordarme de lo importante que era la cena de esta noche, que no podía faltar y que más valía que me comportase. Solté un suspiro y guardé el teléfono en el bolsillo de mi pantalón.

Odiaba tener que estar haciendo el paripé con los accionistas de mi padre y tener la obligación de aprender sobre algo que no me generaba ningún tipo de interés. Además, estaba cansado de las eternas charlas de mi padre y de sus intentos constantes de intentar hacer que encaje en su modelo de hijo ideal.

(...)

Terminé de colocarme la corbata y solté un largo suspiro. Por mucho que tuviese que ponerme esta ropa, nunca acababa de acostumbrarme. Sentía que no formaba parte de mí.

Salí de la habitación y bajé las enormes escaleras para llegar al recibidor de la casa de mi padre. Hacía tiempo que no me pasaba por aquí y me resultaba un poco raro. Sé que puede sonar extraño, pero prefería mi pequeño piso a aquella enorme casa en la que si hablabas, recibías el eco como contestación.

Me dirigí al salón y mi padre estaba sentado en un sillón con un par de carpetas que contenían diferentes documentos de su compañía y que no me podían importar lo más mínimo.

Estaba a punto de dar media vuelta para ir a buscar algo que fuese más entretenido que papeleo, cuando mi padre me llamó. Me hizo un gesto para que me sentase a su lado.

Obedecí sin rechistar y cuando ya estaba a su lado, empezó a hablar de nuevo.

—Mark, solo quiero asegurarme de que entiendes que esta cena es importante y que no harás ninguna tontería. —Solo me limité a asentir—. Además, el señor Evans viene con su preciosa hija. Es una chica encantadora.

—No sé dónde quieres llegar a parar.

—Es hora de que asientes la cabeza, Mark. —El tono de mi padre se puso más serio—. Estoy harto de tener que andar cubriendo todas tus meteduras de pata. —Abrió una de las carpetas y sacó unas fotos que dejó caer sobre la pequeña mesa que se encontraba enfrente nuestra—. ¿Sabes lo que he tenido que pagar para que estas imágenes no salgan a la luz? ¿Cómo crees que repercutiría esto a la imagen de la empresa?

Cogí las imágenes y pude ver que eran de diferentes días que había estado saliendo de fiesta hacía un par de meses. No me acordaba del nombre de ninguna de aquellas chicas, pero tampoco es como si hubieran sido el amor de mi vida.

—Intentaré tener más cuidado.

—Llevo años escuchando tus promesas de que empezarás a comportarte y todavía sigo esperando. —Guardó las fotos de nuevo en la carpeta—. La hija de Evans es una buena muchacha, te vendrá bien y de cara a la prensa conseguirás lavar tu imagen.

—Parece que mi opinión no te importa un día más —murmuré.

—Es lo mejor para ti y para la empresa —sentenció mi padre y yo me levanté.

—¿Y acaso mis sentimientos no importan? —espeté—. Ya hay una chica, papá.

Aquellas palabras le pillaron por sorpresa tanto como a mí. No sabía que estaba haciendo, pero si inventarme una novia que no existía iba a hacer desaparecer la idea de mi padre de emparejarme con la hija de Evans, entonces no veía fallo en mi plan.

—¿Qué estás diciendo?

—Que ya tengo novia, empecé con una chica hace unas semanas.

Mi padre iba a decir algo, pero el timbre interrumpió nuestra conversación. Sus invitados habían llegado y yo nunca me había alegrado tanto de que llegase ese momento. Si mi padre seguía haciendo preguntas, más cosas me iba a tener que ir inventando y eso probablemente no acabaría bien.

—No pienses que esta conversación se ha acabado —se levantó y tras abotonarse la chaqueta del traje se dirigió a la entrada para recibir a nuestros invitados. 

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