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Estaba tumbada en el sofá siguiendo con mi búsqueda de trabajo cuando mi teléfono comenzó a sonar. Era una número desconocido. Crucé mis dedos deseando que se tratase de algunas de las ofertas de trabajo a las que había escrito y no una llamada de spam.

—Buenos días —Saludé.

—Buenos días —Empezó a decir un hombre de mediana edad al otro lado de la línea—. ¿Mia Hayes?

—Sí, soy yo.

—Le llamo de The Velvet Rock por la oferta de trabajo —Cuando oí esas palabras no pude evitar sonreír—. Queríamos saber si mañana por la tarde sería posible tener una pequeña entrevista contigo.

—Claro —Respondí animada.

El señor me indicó la hora a la que tendría que pasar por el local y tras despedirme, colgué la llamada y empecé a saltar por el salón de la emoción. Ahora solo tenía que causar muy buena impresión, ese trabajo tenía que ser mío.

Me dirigí a mi habitación y empecé a buscar entre mi ropa qué podría ponerme mañana.

De todos los sitios en los que había estado probando suerte, ese era uno de mis favoritos. No tenía nada que ver con mis estudios y ser camarera tampoco era mi sueño, pero en aquel local se celebraban pequeños conciertos de vez en cuando y eso era algo que me encantaba. Iba a poder disfrutar de música en vivo sin tener que pagar nada.

(...)

Habían pasado un par de semanas desde que Noah y yo nos habíamos mudado. Ya habíamos terminado de asentarnos e incluso habíamos encontrado un pequeño local para ir a ensayar. No tenía nada que ver con el que teníamos en nuestra ciudad, pero era lo mejor que habíamos encontrado por un precio bastante razonable. Habíamos colocado folletos por diferentes locales de la zona, pero de momento nadie se había interesado en ponerse en contacto con nosotros. Por momentos empezaba a pensar que haber ido allí había sido un error, ¿y si nunca conseguíamos formar una banda de nuevo?

Estaba terminando de recoger una de las mesas cuando un chico entró al local. Iba vestido por completo de negro, lo cual hacía que su cabello rubio destacara. Se acercó a la barra y apoyó su chaqueta de cuero encima de uno de los taburetes que se encontraban justo a su lado. Llevaba una camiseta de manga corta que se le ajustaba al torso a la perfección, dejando intuir sus músculos. Mi atención se dirigió inevitablemente sobre los tatuajes que decoraban uno de sus brazos.

—Hola —Saludé cuando llegué junto a él. De lejos ya parecía alto, pero ahora me hacía sentir como si fuese un enano de jardín—. ¿Qué va a tomar?

—Una cerveza, por favor —Apoyó el brazo sobre la barra y dirigió su mirada a la puerta como si estuviese esperando a alguien. Pude apreciar como un tatuaje bajaba por el lateral de su cuello en dirección a su hombro, donde ya quedaba escondido por su camiseta.

Dejé su cerveza enfrente suya y el chico dirigió sus ojos azules de nuevo hacia mí.

—Gracias —Me dedicó una pequeña sonrisa y le dio un trago a su bebida—. ¿Sabes si hace mucho que han colgado ese cartel? —Señaló el folleto que estaba pegado en la cristalera del bar, aquel trozo de papel al que Noah y yo le habíamos dedicado tanto tiempo para que fuese lo más llamativo posible.

—Hace un par de semanas —Hice una pausa antes de continuar hablando, no sabía si estaría bien seguir preguntándole o ir atender al resto de clientes—. ¿Está interesado? —Me animé finalmente a preguntar.

—Por favor, no me trates de usted, tenemos más o menos la misma edad —Volvió a beber y dejó el botellín encima de la barra—. Y sí, se podría decir que estoy interesado. Aunque a estas alturas seguro que ya han encontrado un guitarrista.

—Todavía no hemos encontrado —Resondí y el chico se sentó en el asiento que estaba justo al lado de donde había dejado la chaqueta cuando llegó.

—Así que es tu grupo —Dijo bastante sorprendido—. Déjame adivinar, eres la cantante.

—Error —Respondí mientras terminaba de colocar un par de vasos en su sitio—. Soy la bajista —Me dirigí de nuevo hacia donde se encontraba el chico—. Si quieres, mañana por la mañana puedes pasarte por aquí —Le apunté la dirección del estudio en un trozo de papel—. Así te podemos escuchar cómo tocas.

Él cogió la nota y la guardó en el bolsillo de sus pantalones. Se terminó su cerveza y tras dejar el dinero justo al lado de la botella se levantó y cogió de nuevo su chaqueta.

—Iré a que me escuches tocar, pero te aseguro que no me vais a decir que no —Me guiñó un ojo y abandonó el local.

No pude evitar sonreír y negar con la cabeza. Dudaba mucho que me sorprendiese su forma de tocar. Jack era el mejor guitarrista que nunca había conocido, tenía un don. Se notaba que había nacido para eso. Y es por eso, que HeatStroke, una de las mejores bandas del país y que más estaban triunfando estos últimos años a nivel mundial, le había cogido para tocar con ellos.

Tras aquella pequeña charla, tuve que trabajar un par de horas más hasta que por fin mi turno llegó a su fin y pude volver a casa, donde Noah ya me había hecho la cena.

—Huele genial —Dije al cerrar la puerta de la entrada y Noah se asomó por la puerta de la cocina para saludarme.

—¿Qué tal en el trabajo?

Dejé mi chaqueta y mi bolso encima del sofá. Después, me dirigí a la cocina y me senté en la mesa. Noah ya lo tenía todo preparado, solo quedaba servir la comida y ya podríamos disfrutar de nuestra cena. Al poco, él me entregó mi plato y cuando ya estábamos los dos sentados en la mesa, empezamos a comer.

—He conocido a un chico en el bar —Empecé a decir y Noah levantó la mirada de su plato—. Le ha interesado lo de la banda, así que igual mañana se pasa por el estudio para hacerle una prueba.

—Eso es genial, espero que sea bueno.

Cuando terminamos de cenar, Noah insistió en ayudarme a recoger y limpiar la cocina, pero me negué por completo. Él ya había hecho suficiente preparando toda la cena él solo, ahora era mi turno de contribuir en las tareas domésticas. Al terminar, me dirigí al salón, donde Noah se encontraba viendo la televisión. Pude escuchar lo que me pareció la voz de Jack y mi amigo cambió rápido de canal.

—Vuelve a ponerlo —Pedí y Noah me miró sin estar muy seguro si eso sería buena idea.

Al final, me hizo caso y volvió a poner el canal que estaba viendo justo antes de que llegase. Jack y el resto de su grupo estaban siendo entrevistados. Estuvo hablando de cómo le habían recibido en la banda cuando llegó y de lo a gusto que se encontraba con ellos.

—Estoy un poco cansada, me voy a ir ya a la cama —Me despedí de mi amigo y me dirigí a mi habitación.

Cerré la puerta y apoyé mi espalda contra ella para deslizarme hasta caer sobre el suelo. Las lágrimas empezaron a salir sin control de mis ojos. Pensaba que todo esto ya no me afectaba tanto, pero estaba claro que me equivocaba. No era el hecho de verle en la televisión lo que me hacía daño, me alegraba de que un grupo tan grande hubiese reconocido su talento, pero me dolía la situación, el cómo se había ido.

Cogí mi teléfono para meterme en su conversación y pude ver como los mensajes que le había mandado habían sido marcados como leídos, pero no había obtenido ninguna respuesta por su parte. Noté una punzada en el corazón y bloqueé el teléfono. Estaba claro, parecía que a Jack, al fin y al cabo, nunca le había importado.

RockstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora