Capítulo 4

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Después de salir corriendo de aquel edificio como si mi vida se fuera en ello, apenas me di cuenta cuando estaba sana y salva en un taxi hacia mi hotel, que había dejado mi cartera y mi celular en el departamento del idiota.

Me sentí tan estúpida y miserable en ese momento; estaba sucia, con resaca, mi cabeza dolía, mi boca tenía un asqueroso sabor a vómito y alcohol. Con la ropa arrugada, el maquillaje corrido y totalmente humillada, parecía más una prostituta saliendo del trabajo que Madison Peters.

Apoyé mi cabeza contra el vidrio del taxi y fue ahí cuando recién me permití llorar. Tenía un nudo apretadísimo en mi garganta impidiéndome respirar, las lagrimas corrían sin parar por mi cara y cuando me di cuenta, ya era imposible detenerlas.

¿Qué pensaría mi familia acerca de esto? ¿Qué mierda pensarían mis fans?

¿Cómo pude haber sido tan ilusa al pensar que no me importaría lo que los demás pensaran de mí?

Estaba atrapada en esta vida de mierda y no tenía hacia donde correr. Mi familia y mis amigos me habían dado la espalda y lo que tenía en ese momento era lo único que me quedaba.

—¿Se encuentra bien señorita? —me preguntó el conductor cuando sollozos descontrolados empezaron a caer de mis labios. Supe al instante que a él no le importaba en lo más mínimo mi miserable vida.

— Solo conduzca, por favor.

Y Caleb... ¿por qué dijo que no me conocía? ¿Tanto me odiaba?

Quise saltar del maldito auto como por milésima vez en tres años, solo quería que todo esto acabara.

Y cuando pensé que nada podía llegar a ponerse peor, el taxi estacionó frente al hotel. Miré por la ventana y me arrepentí de no haber saltado del condenado taxi cuando tuve la oportunidad.

En la entrada había un sinfín de paparazzis. Mi corazón latió a mil, estaba atrapada. No tenía mi teléfono y ni siquiera mi billetera. ¿Qué haría ahora? Tenía que pensar rápido antes de que alguno de ellos me encontrara. Limpié mi rostro de las lágrimas y hablé.

—Por favor, tiene que ir a recepción y buscar a Emma —pedí desesperada.

—No te pases niña —respondió—, soy taxista, no tu jodido cartero.

—Es de vida o muerte —supliqué—. Mi nombre es Madison Peters y soy cantante. Esos fotógrafos están ahí esperándome y no puedo salir así.

—Debiste haber pensado eso antes de salir de tu hermoso hotel cinco estrellas y tratar de aprender el oficio de las prostitutas. Págame y baja del auto —ordenó el tipo sin siquiera darse la vuelta para mirarme.

Mi cerebro hirvió ante sus palabras pero me contuve. El maldito taxista era mi única salvación.

—Por favor, te pagaré lo que quieras, pero no puedo dejar que me vean así.

Volteó. —Está bien.

—Necesito que vayas a recepción y pidas ver a Emma Samuels de parte de Madison Peters. Ella sabrá que hacer y te pagará.

—Entendido.

El taxista bajó del auto y yo le seguí con la mirada sin levantar tanto la cabeza para no arriesgarme a ser vista.

Volvió a los pocos minutos y un suspiro de alivio cayó de mis labios.

—Ella no está ahí —dijo el sujeto con violencia—, y nadie me pagó.

— ¿Estás seguro? —hablé angustiada—. Es Emma Samuels, seguro dijiste mal el nombre.

—No me trates como estúpido, porque no lo soy niñita. Ahora bájate del auto.

Paparazzi » Harry Styles (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora