EL JARDÍN QUE DIBUJAMOS

CAPÍTULO 2: Galán de noche.

También conocida como dama de noche, su momentoestelar es cuando anochece. Solo tiene vida bajo el manto oscuro de la noche cuandose abren sus pequeñas flores blancas y desprenden su aroma intenso y agradable.El nivel de protección que la dama de nocheofrece a las personas es impresionante.

Min-ho no puede creerlo. Al escuchar ese nombre y con los ojos de aquel "desconocido" mirándole tan directamente, entiende de golpe porque le ha resultado tan familiar y comienza a recorrer su mente profundizando en los recuerdos del pasado.

Han transcurrido diez años desde la última vez que lo vio y no le ha reconocido hasta que él ha dicho su nombre. Algo en su interior se estremece. Los nervios le impiden hablar y para cuando logra calmarse, Assane ya ha desaparecido por el pasillo seguido de sus amigas. Min-ho hace varias respiraciones profundas antes de seguirlas. No puede creer que el destino pueda ser tan retorcido y no deja de pensar que esta situación es bastante agridulce. Una parte de él se alegra de volver a verle después de tantos años y de saber que está bien, y otra parte (muy grande) tiene un miedo terrible a todo lo que pueda suponer este encuentro del destino. Sale detrás de las demás temblando como un flan y con la mente en otro lugar, casi sin saber ni como andar.

Tal y como Amelia había descrito, las habitaciones se corresponden con las fotos de la web, es más, superan sus expectativas. Ambas están en el segundo y último piso de la casa, y hay una de ellas que tiene vistas al monte St-Clair y otra, vistas a la piscina. Mara y Emma escogen sin dudar la que tiene vistas a la piscina, y Min-ho, sino hubiera estado distraído y nervioso hubiera peleado por esa habitación para asegurarse las buenas vistas de los posibles hombres en bañador tomando el sol. Pero en ese instante tiene la mente en otro sitio y mantiene una lucha encarnizada consigo mismo para no mirar a Assane. Por tanto, Amelia y él se quedan por descarte con la habitación más alejada y más tranquila que da al monte St-Clair.

Justo cuando el Assane termina de enseñar ambas habitaciones y les hace entrega oficial de las llaves, cruza la mirada con Min-ho antes de desaparecer por el pasillo, provocando que el joven se quede clavado en el sitio, incapaz de moverse. Es todo tan surrealista que ni siquiera puede creer que sea real. Debe hacer algo, debe actuar. Está claro que se seguirán viendo durante esa semana, pues Assane trabaja allí. Pero este encuentro, después de tantos años, no puede quedar de esta manera, ¿no? Quizá Asssane sienta la misma confusión, porque le ha mirado varias veces, aunque no haya dado signos de haberle reconocido.

¡Debe hacer algo!

Cuando por fin consigue reaccionar, sale corriendo detrás de él dejando a sus amigas plantadas y con cara de no entender nada. Logra interceptarlo en mitad de las escaleras y le atrapa por el brazo, algo más fuerte de lo que le hubiera gustado, para lograr que se detenga.

La mirada asesina que Assane le lanza obliga a Min-ho a soltar su brazo con temor y a murmurar un tímido "lo siento". Pero Min-ho no puede obviar la leve corriente de electricidad que le ha traspasado la piel al tocar el brazo de Assane después de tantísimo tiempo... Aún no puede creer que sea él.

Con los nervios, Min-ho no se ha dado cuenta de que lleva demasiado tiempo en silencio y de que Assane le observa con una pregunta pintada en la cara.

—¿Ocurre algo con las habitaciones? — pregunta al ver que Min-ho sigue sin hablar. Pero este, que se ha sonrojado hasta lo indecible, permanece todavía silencio.

Assane, que no es una persona muy paciente, pone los ojos en blanco y se da la vuelta para continuar bajando las escaleras. Eso hace reaccionar a Min-ho que vuelve a agarrarle, aunque esta vez con mucha más delicadeza. Assane se gira de nuevo para mirarle, ahora con el ceño fruncido, y sin pasar por alto que el joven que le retiene no ha quitado la mano.