CAPÍTULO 5: Ave del Paraíso.

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Esta flor tiene un significado relacionado con la alegría, la magnificencia y el paraíso. Asimismo, se considera como una planta que ayuda a atraer la suerte y las buenas energías.

Por su naturaleza tropical también simboliza la libertad.

Por otro lado, se dice que esta flor es fuente de inspiración muy popular en las Bellas Artes.

—¿No te parece demasiado romántico? —le pregunta Emma a Mara mientras comienza a sacar encima de la cama su ropa de la maleta de manera desordenada.

—A ti todo te parece siempre muy romántico, —responde Mara poniendo los ojos en blanco. — Y así te va, todas las tías con las que sales te tratan como les da la gana.

—¡Eso es un golpe bajo! —dice Emma fingiendo estar indignada, pero pasando claramente del comentario. —¿Nos duchamos juntas para ahorrar tiempo? Casi todo el mundo estará abajo ya y no podemos ir con toda esta sal en el cuerpo.

Emma ya se ha empezado a desvestir. Siempre hace lo mismo, actúa delante de Mara como lo haría con cualquiera de sus demás amigas. Salvo que Mara no es cualquiera. A veces se ha llegado a plantear si Emma se hace una idea de lo que siente por ella. Hay momentos en los que de verdad cree que lo sabe, pero luego ocurren cosas como esta y se le pasa. Porque si Emma supiera lo que ella siente, lo mucho que le cuesta mantener la compostura y fingir, no haría cosas como esta. No se desnudaría delante de ella, y, sobre todo, no la invitaría a compartir una ducha. Porque eso sería cruel.

Emma es la persona más directa, franca y sincera que Mara haya conocido jamás. Por lo tanto, está convencida de que, si Emma sintiera algo por ella, se lo diría en el acto. No se andaría con rodeos y no jugaría con sus sentimientos. Así que, a Mara no le queda otra que seguir fingiendo que no siente lo que siente. Que no le está temblando el cuerpo ante la ingenua invitación de Emma.

No es la primera vez que la ve desnuda, ni tampoco es la primera vez que se duchan juntas. Emma no es nada pudorosa y cuando van las dos al gimnasio, es la típica persona que siempre anda desnuda por ahí sin vergüenza y con desparpajo. Pero Mara ha elaborado una especie de regla no escrita en cuanto a estos momentos con ella se refiere.

Por un lado, lleva años perfeccionando la técnica de mirarla directamente a los ojos en cuanto ella se quita la ropa. Siente que si mira a cualquier otro lugar, Emma adivinará enseguida lo que le pasa por la cabeza. Y, por otro lado, como hace ya demasiados años que se conocen y no es la primera vez que Emma le propone ducharse juntas, Mara ha decidido que lo menos sospechoso es aceptar y rechazar esa oferta a partes iguales. Para equilibrar.

Hace dos meses, en casa de Amelia, después de una borrachera y completamente de resaca, Emma le pidió que se ducharan juntas para combatir dicha resaca. Propuesta que Mara rechazó sin pensarlo, porque no habría salido nada bueno de ahí. Hace una semana, en el gimnasio, todas las duchas estaban ocupadas, y ella se ofreció a compartir la suya con Mara. Pero aquel día tampoco se atrevió a aceptar. Lo que ahora le deja en una posición un tanto comprometida. Porque, por un lado, y siguiendo la regla que ella misma ha establecido, debería aceptar. Porque se supone que sólo son amigas, y rechazarla por tercera vez haría parecer que las cosas son extrañas, cuando en realidad no debería, ¿no? Pero, por otra parte, hace ya más de seis meses que no se duchan juntas.

¿Es extraño que Mara lleve la cuenta? Bueno, tomando en consideración lo enamorada que está de Emma, se puede entender. Y, aun así, sigue siendo demasiado tiempo, y hay algo en el interior de Mara que le pide a gritos que acepte su oferta. Y no sólo por esa "regla" no escrita.

Al cabo de un instante que se le hace eterno, Mara mira a Emma y asiente, rogando porque el oscuro color de su piel oculte lo sonrojada que está. Emma, que apenas la mira un instante, termina de desvestirse y se encamina hacia la ducha.

EL JARDÍN QUE DIBUJAMOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora