Nueva Promesa

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Tom Hiddleston se mostraba comprometido con la próxima película que estaba a un mes de grabar y lo demostraba cada mañana, pues su nueva rutina iniciaba de la siguiente manera, a las seis en punto se levantaba para ir al gimnasio del hotel, donde realizaba diversos ejercicios para mantenerse en forma, –no tenía permitido subir o bajar de peso– posteriormente tomaba una ducha caliente y desayunaba diferentes platillos que un nutriólogo le recomendó para llevar una dieta durante los meses siguientes, antes de que el reloj marcara las doce leía unas veinte páginas del guión para memorizar sus líneas.

Cada día, a la una de la tarde en punto, Luke tocaba la puerta de la habitación para ensayar las líneas con Tom. Ambos tomaban asiento, uno frente al otro, Luke leía el guión con un tono de voz monótono, a veces entre palabras bostezaba y eso no le agradaba a Tom, pues sentía que no se concentraba lo suficiente, ya que él repetía los diálogos en voz alta en repetidas ocasiones.

Una tarde tuvo que asistir al set de grabación para que el diseñador de vestuario le tomara las medidas de su cuerpo. Esa vez no asistió Luke, únicamente fue él solo. Tom se dirigió al cuarto de diseño de vestuario, donde esperaban todos los actores y los extras que trabajarían en la cinta. Tomó asiento y espero a que llegara su turno, sin embargo, aprovechó esos minutos para leer unos cuantos diálogos del guión. Al poco rato escuchó un par de tacones que se acercaban a dónde él estaba sentado.

—¿Puedo sentarme? —preguntó Ann, señalando la silla que se encontraba a lado de Tom y sonriendo de manera amable.

El perfume favorito de Ann olor a frambuesa, inundó el lugar, parecía que la loción flotaba de manera invisible a su alrededor y eso logró causarle una sensación agradable a Tom. 

—Adelante. —contestó Tom, dejando de leer el guión y posicionando sus ojos en el rostro de Ann.

—¿Qué lees? —preguntó ella sentándose al mismo tiempo que se mostró interesada en la lectura de Tom.

—Oh, —él sonrió ligeramente—, es el guión de la película, no lo he soltado en estos últimos días.

—¿Te cuesta trabajo aprender tus diálogos? —preguntó ella colocando su bolso de cuero en sus piernas.

—No realmente, pero con cada lectura que realizo, aparecen diferentes maneras de interpretar las líneas y no sé por cuál guiarme, creo que necesitaré la ayuda del director. —contestó Tom haciendo una mueca de lado y sosteniendo el guión entre sus manos.

—Waidemann es el tipo de director que tiene todo en mente, él te guiará en la mayoría de las escenas y casi nunca otorga libertad creativa a sus actores, es muy meticuloso. Así que, lamento decepcionarte. —agregó ella abriendo su bolso para sacar la copia del guión de la película.

—No estoy decepcionado.  He trabajado con directores iguales a Waidemann. —aclaró Tom sonriendo al recordar a sus antiguos jefes.

—Bueno, eso te ayudará mucho. ¿Qué página es? —cuestionó Ann hojeando el guión.

Tom bajó su vista y observó el guión.

—La 92.

—92… 92… —susurró ella mientras sus dedos se movían rápidamente para buscar la página—. Listo, ya la encontré. Te ayudaré con tus líneas. —ella sonrió amablemente.

—Te lo agradecería mucho. —Tom asintió con la cabeza y llevó su vista al diálogo que estaba leyendo hace un rato.

El par de jóvenes actores estuvieron ensayando por al menos cuarenta minutos, tiempo durante el cual, Tom se sintió en confianza. Ann era una excelente compañera de estudio, pues ella no era como Luke al momento de leer los diálogos, ella no bostezó y tampoco se aburrió, más bien hacía todo lo contrario, ayudaba a Tom cuando se sentía confundido acerca de cuanta intensidad debería de darle a una palabra negativa.

𝐓𝐨𝐝𝐨 𝖬𝗎𝗒 𝐵𝑖𝑒𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora