Billy Joel

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De nueva cuenta, el mesero se acercó a Tom y a Ann, en su mano sostenía el par de tarjetas que mostraban el basto menú, les explicó cuáles eran las recomendaciones del día, sin embargo, la joven actriz sabía de memoria las palabras que declamaba aquel chico, pero no dijo nada y lo dejó que siguiera con su explicación.

Tom eligió un pie de limón al igual que una buena taza de té de doce flores, por su parte, Ann escogió un plato lleno de fresas y unas cuantas cerezas, aclaró que lo quería sin miel maple, sin crema batida y sin helado, además de una taza de café sin azúcar, detalle que logró sorprender a Hiddleston, pues él era fanático de la cafeína, pero con azúcar.

—¿Cómo vas con tus ensayos? —preguntó Ann para romper el hielo.

—Siento que voy mejorando con cada lectura que realizo, ¿y tú? —confesó Tom.

—Me está costado trabajo aprender las líneas que están en francés, simplemente no puedo pronunciar la letra g. —explicó Ann al mismo tiempo que dejó su bolso recargado en el respaldo de la silla. Ella nunca salía sin un bolso de mano.

—Descuida, yo puedo ayudarte. —se ofreció Tom.

—¿Sabes hablar francés? —preguntó Ann elevado ambas cejas, sutilmente, debido a la impresión de una posible respuesta positiva.

—Entiendo más de lo que hablo. —contestó Tom con una sonrisa al mismo tiempo que llevó la vista al guión.

—Vaya, sí, acepto tu ayuda, porque no entiendo... los franceses tienen una manera muy peculiar de pronunciar la letra g. —Ann asintió con la cabeza, simplemente se encogió de hombros—. ¿Te parece si primero estudiamos las escenas que haremos juntos?

—Es una buena manera de comenzar.

Tom y Ann actuarían en varias escenas juntos, las cuales eran fundamentales para la película, pues sus personajes se convertían en los traidores de la historia. A lo largo del ensayo, Ann demostró sus capacidades actorales al meterse en el personaje de «Beth» en tan solo pocos segundos, sin embargo Tom no se quedó atrás, ya que seguía el ritmo de las líneas sin pensarlo dos veces. Sin duda, ambos hacían un buen trabajo, parecía que estaban en la misma frecuencia.

Veinte minutos después, se dedicaron a comer sus respectivos alimentos con tranquilidad, debido a que la cafetería estaba desolada, pues no era un horario frecuente para los comensales, esto facilitó el ensayo para Tom y Ann, ya que se sintieron con total libertad al momento de expresar las palabras.

—¿Alguna vez te has quedado enganchado con un personaje a tal punto de no distinguir la realidad de la ficción? —preguntó Ann, quién estaba tratando de tomar una fresa con el tenedor.

—Jamás me ha sucedido, pero he escuchado que es frecuente, ¿y a ti? —contestó Tom al mismo tiempo que frunció el ceño tratando de recordar alguna situación como la que describió Ann.

—Una vez me ocurrió, fue para una película que desarrolló el tema de trastorno de la personalidad o creo que era trastorno bipolar, no lo recuerdo bien... yo tenía como quince años y no sabía qué me estaba pasando, porque después de que el director gritaba «corte», yo seguía metida en el personaje y no podía salir de allí.

Ann estaba alternando su mirada entre el plato de fruta y el servilletero que reposaba frente a ella. Su mente viajó en el tiempo y recordó las emociones tan intensas por las que pasó en aquella época.

—¿Cómo lo solucionaste? —preguntó Tom, quien estaba atento a cada una de las palabras de Ann.

—Mis compañeros de reparto me ayudaron, al igual que el director, tuve que comenzar a salir al parque o a visitar cualquier lugar que funcionara como una distracción, mis jornadas de rodaje se disminuyeron. Por poco el rodaje de la película se suspendió. —contó Ann observando los ojos de Tom.

𝐓𝐨𝐝𝐨 𝖬𝗎𝗒 𝐵𝑖𝑒𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora