Collar

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La primera semana de grabaciones avanzó lentamente, pues era bastante agotador tener que pasar doce horas en un set. Cada noche Tom se tumbó en la cama boca abajo, sintiendo una inmensa necesidad de no querer levantarse nunca más y dormir una eternidad. Esa era una de las primeras desventajas de ser actor. En ocasiones se molestaba cuando escuchaba el sonido de su alarma a las cuatro y media en punto, pero en el momento que ensayaba sus líneas en compañía de sus colaboradores se la pasaba increíblemente bien, casi siempre bromeaba con Bradley, quien lo hacía reír provocando que tuvieran que repetir la escena una cinco veces.

Durante esa semana, Luke se dedicó a buscar el regalo perfecto para Ann, situación que le puso los nervios de punta, pues el estrés de la tarea encomendada era bastante, puesto que él no era la persona indicada para eso. No era detallista y eso que no desconocía muchos aspectos acerca del mundo de las mujeres, debido a que tenía cinco hermanas, pero sobre todo, desconocía qué le agradaba a Ann. Al final, Luke se decidió por comprarle un collar con la inicial de su nombre.

El domingo en la tarde, Tom y Luke estaban manteniendo una charla acerca del regalo de Ann. Sin excepción alguna, todos los domingos, Tom solía despertarse a las once de la mañana, pues era el único día de la semana que podía hacerlo, además se quedaba en cama otra media hora, pues era una costumbre suya observar el techo de su habitación.

Los domingos era el día en que Tom disfrutaba de estar en pijama, no cocinaba y mucho menos salía a pasear, de modo que se quedaba en casa observando alguna película o practicando su deporte favorito, en este caso el squash. Cuando aún estaba en Londres, visitaba a su madre a las afueras de la ciudad, ya que él vivía en un departamento en el centro de Doncaster, pues desde hace tiempo se independizó. Tom siempre reservaba los fines de semana para él y su familia, lo cual era de suma vitalidad, ya que le brindaba tranquilidad disfrutar de su descanso y además de paz al momento de convivir con sus seres queridos. Pero a Tom le parecía desconocida su nueva rutina en domingo, pues desde hace un mes y medio que no visitaba a su madre y hermanas, solamente cumplía con la primera parte; ver películas y pasar la tarde en pijama y de algún modo se sentía un poco vacío.

—Espero que no vuelvas a torturarme con algo similar, fue complicado escoger el regalo para Ann. —advirtió Luke, quien estaba sentado en el otro extremo del sillón.

Tom escuchaba las palabras de su manager, sin embargo su concentración total se mantenía en el collar, el cual estaba laminado en oro, su rostro lo apreciaba con una sonrisa oculta.

—Ah, sí, casi lo olvido, aquí está tu tarjeta. —Luke dejó la tarjeta de crédito sobre la mesita de centro.

—Gracias, amigo, hiciste un buen trabajo. —respondió Tom, guardando el collar en la cajita de terciopelo blanco.

—Sí de nada. ¿Mañana le entregarás el collar?

—Sí, quiero hacerlo personalmente.

Tom asintió con la cabeza y dejó la cajita sobre la mesita de noche, sin duda él quería devolverle el gesto tan amable a Ann.

Durante la primera semana de grabación Tom y Ann estuvieron hablando acerca de su día a día, se enviaban muchos mensajes de texto, pero cada uno respondía los mensajes horas después de que fueron enviados, pues Tom no tenía permitido utilizar el teléfono celular en el ensayo y Ann se mantenía ocupada en sus distintas actividades fuera de casa. Sin embargo, ya no tendrían ningún inconveniente en comunicarse, pues el día de mañana, lunes, ambos se reunirían en el set de grabación y compartirían el mismo espacio para conocerse mejor de lo que ya habían hecho.

La madrugada del domingo, Ann Bellamy se encontraba despierta en su habitación, pues sus pensamientos no la dejaban dormir, en especial aquellos que la molestaban con temas acerca de su pasado. Ella estaba sentada en un pequeño sillón reclinable, como si se tratara de un rito, fumaba su segundo cigarrillo Malboro, de manera casi mecánica llevaba su mano a la boca y daba una gran calada al cigarro, después mantenía el humo durante unos diez segundos y lo expulsaba por la nariz.

𝐓𝐨𝐝𝐨 𝖬𝗎𝗒 𝐵𝑖𝑒𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora