Rutina

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Pasaron quince días desde que las grabaciones de la película terminaron por completo y Tom había vuelto a Reino Unido, acompañado por Luke, quien se dirigió a su departamento para realizar unas llamadas urgentes. El joven actor estaba agradecido porque ya no compartiría el mismo espacio con Ann, sin embargo, el corazón le seguía doliendo y por más que intentaba, no podía evitar sentirse impotente, ya que le hubiera gustado que la relación terminara de una manera diferente, de cualquier modo, ya nada volvería a ser como antes. 

A las once de la noche, Tom bajó del taxi que tomó en el aeropuerto de Doncaster, el cual se estacionó en la entrada del viejo y descuidado edificio en donde vivía, posteriormente, subió al elevador arrastrando su equipaje con poco ánimo. Cuando finalmente estuvo frente a la puerta, sacó sus llaves y quitó el seguro del picaporte, encontrándose con un letrero gigante en medio de la sala que decía "bienvenido a casa, Tom". Tenía la certeza de que su familia planeó aquel detalle. Sonrió ligeramente y se adentró a su departamento, dejando las llaves en la repisa y cerrando la puerta al mismo tiempo. Hace meses que no estaba ahí, que todo parecía tan extraño.

A pesar de que el edificio por fuera estaba descuidado y brindaba un aspecto vintage, el departamento de Tom estaba pintado en color blanco y gris. La decoración del lugar tenía un toque sencillo, apostando por lo minimalista. Se podía decir que Tom intervino muchísimo en la decoración de su hogar, empero no era muy lujoso qué digamos, más bien era acogedor.

En las repisas de madera reposaban los volúmenes completos de Shakespeare, de igual manera en las paredes estaban colgados los cuadros de Tom con sus reconocimientos y diplomas de la universidad. En los muebles se presumían las fotos de Tom con su familia y viejos amigos de la escuela, además de unas cuantas figurillas de cerámica.

A la mañana siguiente, después de su llegada a Doncaster, apareció Luke, quien entró al departamento utilizando una copia de la llave, pues Tom le había entregado una con anterioridad.

—Hola, hermano. —saludó Luke a Tom, quien decidió quedarse en el sillón, ya que sentía que su dormitorio era lo bastante solitario como para dormir allí.

Tom se frotó los ojos con ambas manos, sintiéndose confundido por el cambio de horario. Luke sostenía en sus manos unos cuantos cómics relacionados con Thor, el Dios del Trueno, los cuales arrojó a la mesita de centro.

—¿Qué hora es? —preguntó Tom para despejes dar un gran bostezo.

—Las seis.

—¿Y a qué se debe que estés aquí tan temprano? Pensé que tendría una semana de vacaciones. —Tom se giró en el sillón para volver a dormir.

—¿Vacaciones? Tom, hoy inicia tu entrenamiento, ya conseguí a alguien que te ayudará a ponerte en forma.

—¿Podemos dejarlo para mañana? Estoy muerto, no creo que pueda levantarme de este sillón. En realidad, no quiero trabajar más, pienso dormir para siempre. —contestó Tom, cerrando los ojos.

—Vamos, arriba, tú amas trabajar. —Luke quitó rápidamente la frazada que cubría el cuerpo de Tom.

—Lo estoy reconsiderando. —Tom se cubrió la cabeza con el cojín decorativo de color amarillento.

—Dijiste que serías Thor.

—Sé lo que dije, pero... no creo que hacer esto... me refiero a que no creo que pueda lidiar con esto.

—¿Lo dices por Ann?

Tom se levantó del sillón para dirigirse al cuarto de baño. Luke comenzó a seguirlo unos pasos atrás, sin entender el comportamiento del otro.

—Lo digo de manera general. La fama, los reporteros, la invasión a mi privacidad, están muchas cosas en juego.

Tom se encerró en el cuarto de baño.

𝐓𝐨𝐝𝐨 𝖬𝗎𝗒 𝐵𝑖𝑒𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora