Contratiempo

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Tom se despertó a las cuatro y media de la mañana debido a que la alarma de su teléfono celular comenzó a sonar. Sin embargo, el actor abrió ligeramente los ojos, por lo tanto, su vista estaba borrosa, así que, con dificultad, tomó el aparato entre sus manos y desactivó la función. Por su parte, Ann se encontraba lo suficientemente dormida como para no escuchar el sonido peculiar emitido a través de la bocina.

—Ann, Ann... ya es hora. —explicó Tom, cubriéndose con las sábanas y dándole la espalda a la actriz.

Esto fue lo único que dijo antes de volver a quedarse profundamente dormido, pues su cuerpo se lo pedía a gritos, ya que tenía bastante tiempo desde la última vez que bebió como lo hizo la noche anterior y de igual manera, pasó un largo rato desde que compartió la cama con una mujer. Necesitaba recargar energías a como diera lugar.

En tanto, Ann estaba acostumbrada a llevar el ritmo de una vida alocada, puesto que vivir en Hollywood significaba tener un espíritu fiestero; ella solía acudir a fiestas y reuniones entre semana y presentarse —a veces— a trabajar fresca, al igual que una lechuga, se trataba de un don que no todos poseían, pero esta vez se confió de más, pues ni siquiera programó la alarma de su teléfono.

Cuando el sol todavía no estaba deslumbrado la mañana del lunes, Kathy tocó la puerta de la habitación. Esperó unos cuantos segundos a que Ann respondiera; al poco rato volvió a tocar, pero no obtuvo respuesta. Así que esta vez, golpeó más fuerte con la intención de que la actriz atendiera su llamado.

—¿Ann, estás allí? —preguntó Kathy, elevando la voz, sin dejar de tocar la puerta, estaba comenzando a preocuparse.

Tom se removió entre las sábanas, al mismo tiempo que frotó sus ojos.

—¿Ann? —volvió a hablar Kathy, asegurando que la actriz se quedó dormida.

Tom se levantó de manera abrupta, encendió la lámpara de noche para ver la hora en su reloj de mano. ¡Era tardísimo!

—¡Ann, despierta, nos quedamos dormidos! —exclamó Tom, levantándose rápidamente para recoger su ropa del suelo, pero se cayó de rodillas de la cama, debido a que estaba muy enredado entre las sábanas.

Ann interrumpió su quinto sueño y se despertó sobresaltada. Kathy pegó la oreja derecha a la superficie de la puerta para escuchar lo que sucedía dentro de la habitación.

—¡Carajo! ¿Qué hora es? —preguntó ella, asustada, llevándose las manos a la cabeza.

—Diez para la seis. —contestó Tom, buscando su ropa interior, debajo de la cama.

—¡Carajo! —Ann se envolvió en la sábana y dio un salto fuera de la cama.

—Oye, oye, Kathy está afuera. —susurró Tom y señaló la puerta de madera, pintada en color blanco.

Ann se acercó a la puerta con premura, sin embargo, del otro lado, Kathy solamente escuchaba murmullos de voces alteradas, pero no logró identificar las oraciones completas.

—Kat, Kat, me quedé dormida, llama a quien sea que esté en el estudio y di que... —Ann llevó su vista hacia Tom—... di que llegaré tarde, ¿puedes hacer eso por mí? —pidió ella, pegando su cuerpo a la puerta.

Simultáneamente, Tom recibió una llamada por parte de Bradley, pues el actor llevaba esperando diez minutos frente a las puertas de la entrada del hotel. El celular no dejaba de emitir el tono de la banda sonora de la película Indiana Jones.

—Está bien, le avisaré al asistente de Waidemann. —respondió Kathy del otro lado de la puerta.

—Gracias, eres un amor.

𝐓𝐨𝐝𝐨 𝖬𝗎𝗒 𝐵𝑖𝑒𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora