Nuevo rico

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Ann Bellamy volvió a tomar asiento en cuanto Tom entró al cuarto de diseño de vestuario, sin embargo, mientras esperaba su turno sacó una bola de estambre de color rojo y un par de ganchos para reanudar la 𝘣𝘶𝘧𝘢𝘯𝘥𝘢  que estaba tejiendo. Claro, a ella le gustaba bordar cualquier cosa, ya sea muñecos pequeños para colgarlos en un llavero, una funda para almohada o como lo hacía en este momento, un accesorio típico de la época de invierno. Cualquier chica de su edad pensaría que aquella actividad era muy anticuada y aburrida, pero a Ann le brinda muchísima paz y eso era lo que necesitaba cuando tenía muchos proyectos profesionales por delante.  

Al poco rato escuchó el sonido de la puerta abriéndose, sin levantar el rostro pudo mirar de reojo la silueta de Tom, quien salió del cuarto de diseño de vestuario en dirección a la sala de corte y confección, de modo que en su mano derecha sostenía un par de prendas. Minutos más tarde, el asistente le pidió que entrara, pues era su turno de medirse todos los vestuarios que fueron creados únicamente para ella. Ann guardó sus instrumentos dentro de su bolso y caminó en dirección hacia la puerta, la cual estaba entre abierta.

—Hola. —saludó Ann tocando la puerta con delicadeza para hacerse notar, mientras formaba una sonrisa en su rostro.

—Hola, hermosa. —exclamó el diseñador de vestuario con alegría notable en sus ojos—. Ya te esperaba, adelante, adelante.

Ann abrió la puerta por completo y entró a la habitación.

—Ya tengo tus vestidos listos, pero es una lástima que el vestido color azul cielo tenga que ser ensuciado por el lodo. —aclaró Michael, caminando hacia Ann para darle un beso en la mejilla.

—Lo sé, será un desperdicio de tela, pero así lo pide la escena. —Ann hizo una mueca de desagrado al mismo tiempo que besó la mejilla de Michael.

Ann tomó asiento en el sillón que estaba a lado de la puerta, mientras esperaba la llegada del asistente, quien fue a recoger los vestuarios.

—¿Qué me dices del actor nuevo? —preguntó Ann, dejando su bolso en el sillón.

—¿Hiddleston? —preguntó Michael, colocando una mano en la cadera.

—El mismo. —agregó con una sonrisa burlona.

—No mucho, es un poco tímido, yo diría que reservado. ¿Lo conoces? —contestó Michael caminando hacia el pequeño refrigerador para sacar un par de botellas de agua.

—No tan bien como me gustaría. Parece el 𝘯𝘶𝘦𝘷𝘰 𝘳𝘪𝘤𝘰 llegado de la lejana ciudad de Londres. —respondió Ann cruzando las piernas.

—¿Y qué? Me vas a decir que te ha flechado el corazón. —preguntó Michael, entregándole una botella de agua a Ann, quien la recibió gustosa.

Ann soltó una tremenda carcajada, simultáneamente cubrió su boca con la mano.

—No voy a mentir, pero cuando lo vi en la fiesta, pensé: ¡Dios mío, de dónde ha salido este hombre! Con ese 𝘵𝘳𝘢𝘫𝘦 y esa 𝘤𝘰𝘳𝘣𝘢𝘵𝘢. Por cierto, quiero decirte que tu asistente ha sido muy impaciente mientras estaba hablando con él.

—Ah, el equipo de vestuario está muy estresado, querida, si no fuera porque el otro actor abandonó la producción, no hubiéramos tenido la obligación de realizar cambios a último momento.

—Entonces es por eso. —comentó Ann.

En ese instante el asistente entró a la habitación, al mismo tiempo que empujaba un rack de ropa estilo tubería, el cual estaba completamente lleno. Ann se puso de pie y caminó hacia el asistente, quien se detuvo para secar el sudor de su frente con la manga de su playera.

𝐓𝐨𝐝𝐨 𝖬𝗎𝗒 𝐵𝑖𝑒𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora