Capítulo 1 La llegada de la Reina

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Para Romina gobernar un reino no es fácil como todos dicen, y más cuando es mujer, de hecho, dudan de ella, pero si la vieran en combate, contra los dos reinos más alrededor de su reino. No solo es jugar a las escondidas y ya, es mucho más, la vida de muchos depende de las estrategias del rey, en este caso de ella.

Romina no estaba dispuesta a contraer matrimonio, o sea tiene 23 años, y aún no quiere tener una gran barriga, ni siquiera se le paso a la mente casarse o embarazarse. Solo quería tener poder y controlar a todos.

-¡Ha llegado la reina Romina! - anunciaron en la cocina. Alarmantemente todos empezaron a cocinar.

-Vamos Ashley, muévete. - me empujaron por detrás, me empujaron por los lados. -Rápido - me dio una bandeja y puso una tetera, una taza y algo dudoso. -, ella no espera.

Salí de la cocina por no decir que todos me empujaron, era un gran castillo, te podrías perder fácilmente, al menos que conozcas el castillo como la palma de tu mano.

Estaba enfrente de la puerta que estaba medio abierta, vi poco, vi cómo se quitaba su armadura y vi como dejaba su espada con sangre seca, vi cómo se quitó su casco y sacudió su cabello y luego se detuvo, estaba de espalda contra la puerta, podía ver sus lunares de su espalda, estaba desnuda. Rápidamente se puso una bata y me retiré rápido y solo vi como cerró la puerta de su habitación. Espere algunos minutos y toque la puerta.

-¡Adelante! - pasé e hice una reverencia. -Sabes donde dejar la bandeja. - no se emitía verme, solo veía ese libro viejo, pero después de que no hiciera dicha acción, me vio con sus ojos claros. -No me has escuchado. - se levantó de su sillón chiquito y se acercó a mí, me daba miedo. -Te di una orden.

-Lo... lo siento su majestad.

-¿Acaso te pedí que hablaras? - negué lentamente. -Solo deja la bandeja y retírate.

Deje la bandeja y me temblaban las manos, podía ver cómo me seguía con su mirada, quería intentar servirle el té, pero me apretó mi muñeca. -No me has escuchado bien, solo deja la bandeja y lárgate. - soltó mi muñeca, por la presión vi cómo me dejo marcadas sus dedos. -Pero ya. - hice una reverencia y hui como pude.

Al salir pude sentir otra vez como el aire entraba en mi cuerpo. Se decía que la reina Romina era despiadada, la verdad no lo creía, es que nadie lo creería.

Cuando vieron a Romina desde niña, pensé -pensamos- que sería una reina amable, gentil, bondadosa, piadosa, una gran reina buena, sin embargo, después de la muerte de su madre cambio, de hecho, ella quería salir del castillo (rumores), pero al saber que ya no había más herederos, se quedó, aunque no salía de su habitación por meses, es lo que pasa cuando no tienes a nadie y solo tú dependes de ti, te corrompes y ya no hay forma de repararte.

-¿Qué pasa Ashley?

-¿Siempre ha sido así? - sabía a lo que me refería.

-Bueno, la reina nunca fue así, ella cambio cuando su madre murió.

-Eso fue cuando tenía 17 años, ahora tiene 23 años.

-Lo sé cariño, no hagas enojar a la reina, al menos que su mano derecha llegue.

-¿Mano derecha?

-Es la persona en la que siempre está a lado derecho de ella, dándole consejos y esas mierdas.

-Bueno creo que será difícil no hacerla enojar.

-¿Ya lo hiciste?

-Es que... aaahh, has visto su miradas, esos ojos cafés claros, es imposible no tenerle miedo.

-Es hora que descanses Ashley.

-Igual tú. - me dio una sonrisa cansada y se fue, desapareció, quedando completamente sola.

La vida perfecta de RominaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora