Capítulo 56 Antes de ir

3 1 0
                                    

Tocaron tres veces la campana, eso alerta a las personas que hay guerra.

No sabía que pasaba así que me dirigí con Romina, antes que la escoltaran en sus aposentos.

—Romina. — dije alarmada. —¿Qué está pasando?

—Hay una guerra. — estaba atrás de ella ya que había dos guardias en los lados de ella. Yo solo vi que la encerraron en sus aposentos y enfrente de su puerta custodiaban a Romina.

—Déjenme entrar.

—No. — yo la verdad no quería discutir, sería tiempo perdido.

Me metí a mis aposentos y moví mi armario. Me sabía perfectamente el camino hacía la habitación de Romina y llegue.

—Romina.

—Mónica.

—¿Qué vas hacer?

—Pelear.

—Romina, no. No estás en condiciones, mírate, eres una persona que tiene un bebé en su vientre. No puedes pelear.

—Es por mi reino.

—Por primera vez piensa en ti.

—Sin mi reino no soy nadie. Sin mi reino no soy una reina.

—Sin ningún hijo no eres madre. ¿No quieres eso? Ser madre para ti es un sueño. — se tocaba en su vientre.

—El bebé llego en el peor momento de mi vida. — dio una sonrisa triste. —Tengo que ir, Mónica. Debo de pelear por la gente que cree en mí.

—No lo hagas.

—Soy muy terca. Quiero acabar con Elliot, quiero vivir una vida tranquila, con paz, plena de niños riendo. Quiero vivir sin amenazas constantes. Quiero matar a Elliot para que eso suceda.

—Bien. Entonces ve. — estaba enojada, pero no alcé la voz. —Pero, recuerda, que estás perdiendo todo lo que tienes por una absurda venganza.

—Es más que eso.

—¿Qué pasa si Augustus no te ve? ¿Qué le digo?

—Ruth 1 16-17, él lo entenderá. Dile que, lo hice por su seguridad, por su tranquilidad en el futuro. Como dice el versículo Romanos 8:18 Los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después. Dile que lo amo y que lo amaré en esta vida y en las demás, pues no es suficiente amarlo en una sola vida.

—Eso suena una despedida.

—Si suena una despedida que así sea. Si me llegase a pasar algo, tú serás la nueva reina. Así que... — se arrodilló enfrente de mí. —larga vida a la reina. Es hora de irte. — no aguante más y la abrace, sentía como mis ojos se humedecían, se reprimió mi pecho, como si ya no la volviera a ver, este sentimiento no me gusta, porque sé que pasará algo terrible y no quiero pensar en lo peor. Pase mucho tiempo con Romina, la conocía cuando tenía diecisiete años y ahora se va cuando tiene veinticuatro. Jamás en mi vida le pregunte que, si en verdad le gustaba esta vida. Ahora lo sé. Jamás le gusto al principio porque estaba sola, pero ahora... Ahora es feliz, fue feliz en tan corto tiempo.

Sentía como mis lágrima se deslizaban por mis mejillas, no la quería soltar.

—Mónica. — se deslizó para deshacer el abrazo. —Fuiste una gran amiga.

—Seré una gran amiga, todavía. — ella sonrió y supe que ya no era mi deber que ella entrara en razón. —Saldrás de esta. — pero no hubo ninguna respuestas, solo se emito a verme y fue ahí, cuando salí de sus aposentos por los pasadizos secretos. 

La vida perfecta de RominaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora