Capítulo 20 La tragedia

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*DÍA DE LA GUERRA CONTRA STOLMA*

Estaba pensando. Viendo por afuera de mi alcoba a los empleados cuidando el jardín real.

Los pensamientos me consumían así que no he hablado con nadie, solo he estado encerrada en mi cuarto, solo pensando y dejar que la vocecita de mi cabeza diga qué es lo que puedo hacer.

Y de repente escuche personas gritando, era difícil escuchar a los pueblerinos, pero está vez gritaron tan fuerte que se escuchó en el castillo.

Salí lo más rápido posible hasta llegar a la entrada del castillo.

Ajetreada y volviendo a tomar aire otra vez, vi a los guardias.

—Informes, ahora. — demande.

—¿De qué habla su majestad?

—De los gritos, ¿no escucharon?

—No mi reina. — son traidores, son del otro reino.

—Ok. Me retiro.

—A su orden majestad. — di zancadas hasta llegar con Mónica, que otra vez no toqué a su puerta.

—Romina, me estoy dando cuenta que no sabes tocar una puerta. — le calle la boca y frunció su seño.

—Shh. — le quite la mano meticulosamente. Me fije bien en cada lado y no, no había guardias que es lo más extraño. —Están aquí.

—¿Quiénes?

—Los soldados del reino de Stolma. — abrió mucho la boca cómo para que se le callera su quijada.

—¡¿Qué?! Eso es imposible.

—Créeme que no lo es. Ahora, — la mire determinada. —quiero que entres a un pasadizo secreto y llegues al lugar donde están los soldado, diles que se preparen.

—Pero... ¿Hiciste algo?

—Nada. Stolma atacó primero y los guardias no escucharon nada. Es obvio que los guardias están camuflados y jugaron muy bien su papel. Diles a los soldados, mientras yo preparo mi armadura y cuándo regreses solo confía y usa tus instintos para preparar a los guardias dentro del reino.

—¿Cómo sabre cuáles son nuestros guardias?

—Los de Stolma llevan un tatuaje de su bandera en el cuello, con eso es suficiente para saber. Y Mónica, lleva tu espada y protege a la servidumbre.

—Entendido. — vi que movía su armario y pudo entrar a un pasadizo, ella los conocía perfectamente bien. Yo le ayude a cerrarlo.

—Reina Romina. — voltee tan rápido y era uno de los traidores.

—Dime.

—Hay conferencia de reinos en la sala. — mentira, otra excusa para matarme en mi propio casillo, en mi propio reino.

—Sí, ahorita voy.

—Está bien, majestad. — y se marchó. Los de Stolma son muy malos mentirosos.

Rápidamente salí de la habitación y me dirigía a la mía, podía sentir la presencia de alguien atrás de mi espalda, era obvio que me estaban siguiendo; cerré rápidamente mi puerta y le puse seguro, por abajo vi algunas sombras, eran los pies, me estaban esperando. Agarre la armadura cuidadosamente de que el metal no chocara con nada. Entre al pasadizo y lo cerré por dentro.

Antes de irme, quite el seguro silenciosamente.

Corrí lo más rápido posible, ya que la armadura pesa mucho y choque con Mónico.

La vida perfecta de RominaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora