Capítulo 40 Viejos corazones

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Al despertar de mis aposentos, los míos. Empecé a ver a ocho sirvientas.

—Prefiero prepararme yo sola.

—Pero, su majestad... — me vieron confundida. —Necesita que la ayuden en el vestido y su peinado.

—Puedo hacer eso. Tal vez solo las necesite en el maquillaje.

—¿Solo eso?

—Sí.

Después de que salieran, tuve dificultades en amarrarme y sí, tuve que pedirles ayuda.

Deslizaban el vestido por mi cuerpo.

—¿Quiere que le pongamos el corsé? — negué. Me veía en el espejo completo de mis aposentos, estaba seria y es que la verdad no estaba pensando en nada, solo viéndome. Tal vez pensando en que mi yo del pasado no hubiera aceptado esto y más cuando su esposo es una de sus aventuras.

—Necesito que se retiren.

—Pero, aún le falta el peinado.

—¡Quiero que se vayan ahora! — con el gran grito que solté, dieron brincos del susto y después se retiraron. Cuando vi que todas salieron me dirigí a los pasadizos secretos, sabía muy bien que pasadizo llevaba a cada lugar, así que eso hice. Quite el armario y ahí estaba.

—¿Romina?

—Lo siento por llegar así, pero necesito hablar con alguien.

—¿Y por qué no con Mónica?

—Te quiero a ti, Ashley.

—Bueno, entonces toma asiento. ¿Qué sucede?

—No sé si me quiera casar. Retrasamos la boda por mí y no quiero volverla a retrasar.

—¿Por qué no quieres?

—Tengo miedo al compromiso, no he pasado en ligues o en novios y eso solo paso como tres veces. Ahorita es diferente, muy diferente. Sabes, ahora quiero beber y no quiero tomar té.

—Relájate. Dijiste sí, así que ahora lo debes de cumplir. Vas a dejar a un hombre que te ama realmente, que podría dar su vida antes que la tuya. Ahora la pregunta del millón, ¿te quieres casar con él? — no lo pensé y en un segundo le contesté.

—Sí, me quiero casar con él.

Ella realmente sonrió. —La respuesta sigue siendo la misma, Romina. No lo dejes solo en el altar, no te presiones. Si vas a estar con él para siempre, debes de estar segura, ¿lo estás, ¿no?

—Claro que sí. Solo que...

—Será lo mismo que en tu coronación. Habrá mucha gente, no estes nerviosa, estaré para ti.

Tenía ganas de volver a besarla, de volver a sentir sus labios con los míos, pero no podía, de hecho, la palabra correcta sería, no quería, pero diría que es una mentira.

—Gracias, por apoyarme.

—Eso es lo que hacen las amigas.

—Éramos más que amigas.

—Debemos de olvidarlo.

—¿Lo has olvidado?

—He olvidado las veces que me maltratabas, pero, si hablas del romance que teníamos, no, no lo he olvidado. Sin embargo, debe de ser así, olvidar todo lo que sentimos y lo que hicimos.

—Ahora que me dices eso, siento algo en mi pecho que no sé qué es lo que es.

—Creo que es culpa.

—Tal vez sea eso, o son los nervios de la boda.

—No, si es la culpa. Romina, ahorita no hay que enfocarnos en el pasado y hay que ver tu futuro.

—Hubiera dicho que en nuestro futuro y después de eso tomar tu mano.

—Y lo puedes hacer, pero no de manera amorosa. — tomó mi mano y la acaricio. —Quiero volver al pasado y no a los maltratos, sino que antes de enamorarnos, ser solo amigas. Te amo y te amaré y estaré feliz con la persona que estes, aunque no sea conmigo.

—Lo haré. Gracias, Ashley y si la decisión ya está hecha, seremos amigas.

—Aunque una si tendrá felicidad.

—Serás tú, los reyes no tienen final feliz.

—Pues se la primera. — comentó entusiasmada. —Mientras que el amor no acabe, serán felices los dos.

—Tratare de hacer eso. Gracias, Ashley.

—No lo agradezcas, si necesitas algo, solo dímelo.

—De hecho, sí. Me ayudarías a peinarme, corrí a las sirvientes y no creo que regresen, creo que les cause miedo.

—Tú a veces causas miedo. — me eche a reír. —Claro que te ayudo.

Me ayudo en mi peinado y en el maquillaje, estuvo tan concentrada viéndome y otra vez tengo su atención, me gustaba su atención, me gustaba su olor, sus ojos azules y su cabello oscuro, su piel blanca.

—Listo. — acomodó la última flor artificial en mi chongo. —Te ves divina.

—Siempre me veo divina. Te agradezco por ayudarme.

—¿Lista para la boda?

—Sí.

—Quieres que te lleve Mónica o...

—Es recomendable que me lleve ella, pero espero verte a lado mío en los asientos.

—Ahí estaré.

Salimos las dos, subimos al carruaje y ahora estoy esperando para entrar a la iglesia. Agarré la mano de Ashley y la aprete por los nervios, me dio una mirada de que todo estará bien y por un leve tiempo le creí. 

La vida perfecta de RominaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora