Cap. 10 *Narra Pablo*
06~09~15 10.30 a. m.
Empiezo a abrir los ojos poco a poco al ver que hay luz. Empiezo a oir unos pajarillos por la ventana dándome los bueno días. Sonrío, aún con los ojos cerrados. Recuerdo perfectamente donde estoy y por que.
Hoy me encuentro feliz: estoy en su casa y, por fin he podido descansar bien como no lo había hecho desde hace tiempo. Ya con los ojos abiertos, me fijo en detalles de esta habitación en los que anoche no me fijé.
Me levanto de la cama y me comienzo a vestirme con la misma ropa de anoche.
Al lado de una mesa de escritorio tiene también una estantería de madera con varios marcos de ella. Me fijo en las fotos, todas de ella, posando y algunas con su prima; ambas son guapísimas.
Tiene otro gran marco plateado de una foto en un restaurante en la que sale ella con unos tres o cuatro años menos, junto a otra muchacha de unos dos o tres años más que ella y embarazada. Al lado de la chica, otro chico de treinta años cogiendo de la mano a la que supongo, es la hermana de Rocío por su parecido. Detrás de ellas, una pareja de unos cuarenta o cincuenta años. La mujer con el pelo muy rubio y no muchas arrugas, bien vestida y elegante; parece una mujer divertida y entrañable, me recuerda a mi madre, supongo que será la de Rocío. El hombre parece un poco serio y pasivo, su pelo es negro oscuro con algunas canas, es alto y delgado, en su mirada se puede apreciar que es feliz. Y, finalmente, me fijo en ella, esa misma mujer que se ha adueñado de los latidos de mi corazón y de mi mente, soy esclavo de sus deseos. Va realmente guapa, con un vestido negro corto, tiene la cara aniñada. Su mirada es intensa, sus ojos verdes claros, casi azules. Me quedo embobado mirándola mientras me abrocho los pantalones. Sólo me queda la camisa.
Empiezo a ponermela mientras sigo observando cada detalle de esa foto y de muchas más suyas posando. Es preciosa.
No te terminado todavía de abrocharme los botones de la camisa cuando tocan la puerta y la abren, me giro rápidamente y la veo en pijama. Lleva unos anchos y cortos pantalones lilas y una camiseta igual con un dibujo de Daisy, un dibujo animado. Mientras abre, dice:
-Buenos días, ¿estás despierto?¿te preparo un desayuno?
Pero en cuanto levanta la mirada hacia mi y me ve sin camiseta todavía se pone colorada y en seguida cierra la puerta mientras suelta un atropellado "lo siento".
Árpido, termino de abrocharme la camisa y salgo. Ella todavía está en la puerta.
-Lo siento.- me vuelve a repetir.
Yo sonrío de medio lado y le respondo:
-No pasa nada.
Ella cambia la conversación:
- Y, bueno, te preparo el desayuno, ¿no?
-Está bien, pero yo me voy enseguida, no te quiero molestar.-Contesto, un poco titubeando.
-¡Qué va, tonto!¡Si no molestas!- Y dicho eso me entrega una sonrisa.
En ese momento siento la necesidad de mantener el equilibrio para no caerme de la maravillosa nube a la que me lleva cada vez que me sonríe o, que simplemente, me mira.
Ella se aleja por el pasillo hasta la cocina y yo voy al aseo.
Abro la gran puerta blanca y entro al aseo. Me miro al espejo y creo que todavía estoy en un sueño. Me hecho un poco de agua a la cara. Me peino con las manos los rebeldes rizos que se me forman y vuelvo a salir.
Me dirijo a la cocina observando cada detalle de ese estrecho pasillo. Me encuentro frente a una gran puerta lacada en blanco con un cristal translúcido. La abro despacio y me la encuentro ahí. No puedo evitar respirar profundo y volver a oler su delicioso y delicado aroma junto al que será nuestro desayuno. Lentamente, me acerco a ella, que ya tiene dos vasos de leche caliente bien llenos.
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Un beso, un te quiero y una canción.
FanfictionÉl, un artista con antiguas heridas en el corazón. Pero, una vez pasados esos malos recuerdos, ¿porqué no volverse a enamorar al volver a sentir esas mariposas en el estómago? ¿El problema? Enamorado de ella... Ella, una chica normal y corriente cen...