Cap. 9. *Narra Pablo*
Son más de las doce y media cuando acabamos de cenar, pero seguimos hablando. Ya he perdido la noción del tiempo.
Pago y salimos.
Al salir, está lloviendo; lo que quiere decir que es imposible ir a ningún lugar.
Aunque subimos rápido al coche, ambos nos hemos mojado. No puedo evitar mirarla y reirme de aspecto que tiene, está mojada pero aún así está tan guapa o más.
-¿Se puede saber de qué se rie usted? Señorito- me dice intentando parecer seria pero sin conseguirlo y acabando con una risa a la que me uno y se convierte en carcajada.
Le contesto:
-Pues de usted, señorita, ¿sabe que tiene una pinta muy graciosa así mojada?- le contesto, aún riendo.
Intenta hacerse la ofendida pero no lo logre y ambos estallamos en una risa que inunda todo el coche.
Ella me mira. Yo a ella. Nuestros ojos se cruzan y nuestras bocas callan. Aunque lo que de verdad quiere mi boca es gritar. Gritar de felicidad, de inseguridad y sobre todo, gritar para dejarse llevar y deahogarse.
Inconscientemente, nuestros rostros se van acercando más y más. Ambos labios a escasos cinco centímetros unos de otros. La distancia poco a poco se va acortando y nuestros ojos cerrando muy lentamente.
Un coche muy cercano, el cuál, probablemente esté buscando sitio para aparcar toca el claxon de su coche y hace que nos separemos rápidamente.
No hemos podido llegar a desatar la locura de nuestros labios. No sé si eso es bueno o malo.
Arranco rápidamente, quizás eso me haga concentrarme en la carretera un poco más.
En el coche se respira un ambiente de nervios, así que pongo la radio otra vez para hacerlo más ameno.
Poco a poco la música hace que el ambiente sea más relajado. De nuevo ni una sola palabra. Parece increíble, con todo lo que hemos hablado antes y ahora nada. Me siento culpable por haber acercado tanto mis labios a los suyos. Aunque ya no es incómodo, el silencio sigue presente. Apenas quedan escasos cinco minutos para llegar a su casa. Siento que después de todo, todavía falta la guinda al pastel.-¿Qué te parece si vamos a algún bar a tomar algo?- ella rompe el silencio.
Aunque me encantaría hacerlo, la miro con cara de <<Ey, soy Pablo Alborán para mucha gente y no vamos a estar tranquilos>>. Mi cara en este momento debe de ser algo graciosa y ella parece entender a la perfección.Empieza a reirse:
-Vale, vale, está bien, hoy toca en mi casa- me lo dice con un tono gracioso que hace que me una yo también a su risa.
Llegamos a su bloque de pisos y aparco en la puerta. Ella se quita el cinturón y me mira:
-¿Subes, no?-me pregunta.
-Está bien- le digo mientras me quito yo también el cinturón.
Le sonrio y ella también a mi.
La lluvia no ha parado de aumentar en todo el camino. Ella está a punto de abrir la puerta para bajar pero no puedo permitir que se moje.-¡Espera!- le digo, ella se detiene y dirije su mirada hacia la mia, sin decir nada, pero con esa bella sonrisa en su rostro.
Me quito mi chaqueta de cuero negro y me quedo sólo con una fina camisa blanca. Se la ofrezco:
-Toma, así no te mojas
Ella sonriente me responde:
-Gracias pero no, sino te mojas tú- Otra vez su acento andaluz, su voz tan cálida, armónica y un sinfín de piropos que si no están inventados, y que los inventaría solo para ella.
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Un beso, un te quiero y una canción.
FanficÉl, un artista con antiguas heridas en el corazón. Pero, una vez pasados esos malos recuerdos, ¿porqué no volverse a enamorar al volver a sentir esas mariposas en el estómago? ¿El problema? Enamorado de ella... Ella, una chica normal y corriente cen...