Cap. 37 *Rocío* 1ª parte.
Quiero seguir con todo nuestro juego de antes, así que en un despiste de él, mi mano se posa sobre la suya. Nuestras miradas se cruzan y soy capaz de sentir a través de sus ojos. He acertado. Lo que no me espero es lo que hace él, que empieza a acariciarla suavemente haciendo que me derrita. Siempre acaba superándome, siempre hace que me derrita cuando lo que yo quiero es hacer que se derrita él.
***
Finalmente para el coche, pero esto no se parece en nada a un hotel. Es más, son casas. Me da miedo lo que pueda haber planeado en su cabecita. Baja y me abre la puerta, como siempre y es un pequeño detalle que adoro en él.
—¿Se puede saber qué...? —pregunto confundida mientras bajo de su coche.
—Bienvenido a la residencia de los Moreno, mejor que un hotel.
Vale, ya entiendo todo. Nunca pensó en dejarme en un hotel. Mi cara empalidece y mis pies se detienen.
—¿¡Estás loco!? —le digo intentando gritar cuidando de que no me oiga nadie más que él.
—Oh, vamos, esto es mejor que cualquier hotel.
Le odio. Ahora mismo desearía matarlo, o desearía poder echar a correr. Aunque descarto esta idea porque no sé ni dónde me encuentro.
Mientras él coge las maletas yo me quedo mirando horrorizada la puerta de una casa enorme que, se supone, es la suya.
—Ahora me querrás matar, ¿no? —dice, más bien afirma, mientras yo comienzo a andar hacia la majestuosa puerta.
—¿Creer que si fuera capaz de matarte ahora mismo me encontraría en esta situación?
Está a un par de metros por detrás de mí, pero aún así noto como muestra una media sonrisa y se adelante hasta mi altura. Una vez a mi lado le miro, sin esperármelo, me da un beso en la mejilla que jamás pensé que pudiera hacerme volar.
—Venga, vamos, que tampoco es para tanto.
Sólo espero que, al ser lunes, su familia esté trabajando.
Abre la puerta, y nada más entrar me quedo sorprendida. Un gran porche que da a una casa con pinta de ser la más grande en la que he estado jamás.
Intento respirar profundo para tranquilizarme antes de entrar.
Entramos y enseguida sale a recibirnos una mujer, más bien bajita pero bastante guapa a pesar de la edad. Supongo que es su madre. Parece ser una cariñosa y buena mujer.
—¡Bienvenidos! —exclama con una sonrisa tan perfecta que me recuerda a la de su hijo. —Tú debes de ser Rocío, ¿no? —me pregunta mirándome.
Asiento con una sonrisa y ella me abraza y me da dos besos.
—Mi hijo me ha hablado de ti —susurra en mi oído sin que Pablo se entere. Esta idea me hace sonreír más. —Yo soy Helena, la mamá de Pablo. —Esta vez, lo dice en voz alta.
Como un acto instintivo, cuando me separo de Helena doy un paso atrás y me acerco más a Pablo, casi rozándonos. Eso, junto a lo que me dice su madre me hace estar más feliz y relajada.
—¿Y los demás? —pregunta Pablo.
—Trabajando —responde ella.
Menos mal. Ya puedo respirar tranquila. Sólo está su madre y creo que le caigo bien.
Su madre se retira de nuevo a la cocina y nos deja solos en el pasillo de la entrada.
—Te enseño la casa, ¿vale? —me dice Pablo. Yo asiento. —Vamos primero arriba y así dejamos las maletas.
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Un beso, un te quiero y una canción.
FanficÉl, un artista con antiguas heridas en el corazón. Pero, una vez pasados esos malos recuerdos, ¿porqué no volverse a enamorar al volver a sentir esas mariposas en el estómago? ¿El problema? Enamorado de ella... Ella, una chica normal y corriente cen...