Capítulo 39

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Cap. 39 *Narra Rocío*


Me despierto acurrucada en su pecho, otra vez. No sé qué tiene este hombre que hace que no quiera separarme de él. Le miro, es demasiado adorable durmiendo. Me pregunto qué estará soñando. Siento que me voy a derretir si continúo mirándole, pero es un riesgo que quiero correr. Me siento tan bien con mi cabeza apoyada sobre su pecho y él rodeándome con sus fuertes brazos. Cualquiera diría que hasta somos una pareja. Pero yo sigo pensando que Pablo jamás querrá nada muy serio conmigo, que seguimos siendo solamente amigos. A pesar de lo que me dijo anoche, algo dentro de mí sigue diciéndome que no es así, que por muchas palabras no hay hechos, no somos nada; la otra parte de mi ser es precisamente la que me cuesta controlar cuando estoy a su lado, es esa parte que quiere saltar a sus brazos y besarle.

Quiero ese beso, claro que lo quiero, pero no sé si es precisamente lo mejor. ¿Y si decide que no quiere nada más?, ¿y si me destroza el corazón?, ¿y si se lo rompo yo a él?, ¿y si no estamos preparados para una relación?, ¿y si no es él el hombre que yo necesito? Son demasiados peros. Y no sé si será una buena idea todo esto. Él es famoso y yo no soy nadie. No sé si será lo correcto todo esto pero, llevo tanto tiempo aguantando todo por pensar en el futuro... No sé si lo mejor será empezar a vivir el presente y a dejarme llevar por lo que en cada momento quiera, pero es lo que voy a hacer. Y no me pienso arrepentir.

Le vuelvo a mirar. Pero, ¿quién es capaz de no hacer todo lo que sea por semejante hombre? A veces pienso que es demasiado, que me estoy metiendo en un lugar del que no sé si me va a gusta y no conozco la salida. Pero, como no pienso desaprovechar mis oportunidades, vuelvo a apoyar la cabeza en su pecho e intento continuar con mi sueño.

***

Abro lenta y dificultosamente los ojos. Ya no está, Pablo se ha ido. No sé cuánto tiempo llevo sola en la cama pero ya se me está haciendo demasiado grande y le estoy echando de menos. Me gustaría volver a despertarme apoyada en él, en su pecho escultural y con sus brazos a mi alrededor.

Está decidido. Necesito ese beso, necesito aclararme todo esto que tengo dentro de mí y que no sé cómo expulsar.

Me pasaría el día completo aquí, tumbada en su cama, esperándole. Pero decido bajar a desayunar ya que estoy escuchando desde aquí arriba a las pequeñas con su madre. ¿Y Pablo? No escucho su voz por ningún lado.

Vuelvo a mi habitación para coger algo de ropa; no pienso bajar con una camiseta de Pablo. Casilda de acribillaría a preguntas y casi que prefiero ahorrármelo.

Al final acabo con unos simples vaqueros rotos, una camiseta de lana y un pañuelo al cuello ya que hace bastante frío.

Bajo los escalones rápidamente y me encuentro en la cocina a Helena, Casilda y a la mujer de Salva haciendo el desayuno para todos. Huele a tortitas y me encanta este olor.

-¡Buenos días! -exclamo intentando estar feliz. No sé porqué pero Pablo no está aquí y eso no me gusta. Tengo un mal presentimiento. Un dolor debajo del pecho, algo que me oprime, pero quiero intentar ser positiva.

-¡Buenos días! -contestan todas al unísono como si lo hubiesen ensayado.

Casilda sale de la cocina y me da dos besos y un abrazo.

-Ya me contarás -me susurra al oído y me guiña un ojo.

¿Tanto se nota?, y ¿qué se nota? ¿Qué le ha dicho Pablo?

-¿Sabes dónde está Pablo? -le pregunto entrando ambas en la cocina y sentándonos en la mesa donde ya están puestos los platos con las tortitas con chocolate de cada uno.

Un beso, un te quiero y una canción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora