Cap. 20 *Narra Pablo*
~ 7/9/15, 20:30 p.m.~
Acabo de despertarme y no sé ni la hora que es, sólo sé que es tarde porque ya casi el Sol se está extinguiendo por el horizonte desde esta habitación. Creo que hoy por fin conseguí dormirme cuando ella me respondió los mensajes. Sonrío al recordar sus mensajes, su carita, su sonrisa...
Pero mañana todo se acaba, mañana me voy de aquí y no la volveré a ver... ¿o sí? Otra de mis disparatadas ideas se me pasa por la mente. ¿Cómo puedo hacer para volverla a ver?, mañana quedaré con ella para volver a hablar y tomar café juntos y ya así decidiré. A ver, Pablo, piensa. Tienes la agenda ocupada hasta el viernes, y entonces tienes hasta el miércoles libre. Llamaré a Susana a ver si tiene algún plan para esos días y si no hay nada... ¿los pasaré en Málaga con mi gente o en un hotel de Murcia a espera de una chica que a penas conozco? La respuesta debería de ser simple, ¿no? Pues para mí es de lo más complicada.
Piensa, Pablo, Piensa. Bueno, creo que lo tengo claro - más o menos -. Si ella ha hecho que me plantee algo así cuando debería estar claro, es porque lo debo intentar si tan importante es, ¿no?
Bueno, lo primero llamo a mi mánager.
Ya estoy marcando. Dos toques y lo coge.
-¿Pablo?
-¡Susana! Hola, oye, quería decirte que si hay algunos planes más para estas dos semanas siguientes.- le pregunto. Ahora temo lo que vaya a decir, creo que siento cómo el corazón se acelera.
-Pues... me has pillado, ahora lo miro y luego te envío un mensaje.
-Perfecto. No tardes. Y... ¿qué tal el viaje?, ¿has llegado ya?
Por favor, que lo envíe rápido o el corazón se me saldrá del pecho.
-No, no volveré a Murcia. Iré directamente hasta el lugar de tu próximo concierto y nos encontraremos allí.
-Vale, adiós. Besos.
Y dicho esto, cuelgo.
Miro la hora y son casi las nueve de la noche. No me extraña que sea tan tarde. Pido algo de cena y pongo la televisión, aunque sin prestar mucha atención a ésta. Ahora, lo único que quiero es que Susana envíe ese maldito mensaje ya.
Diez minutos después, ya está aquí mi cena y el mensaje. Cojo la bandeja con la cena y la pongo sobre mis piernas. Abro la aplicación en el móvil y entro en el chat que contiene el nuevo mensaje.
Susana: El Jueves tienes una entrevista en Pontevedra y el Viernes concierto allí. Entonces tienes hasta el jueves 16 libre para estar en Málaga y así estar más cerca del próximo concierto en Sevilla.
Genial, tengo días libres. Pero, ¿podré pasarlos fuera de Málaga?
Pablo M.: Ok. Perfecto. Pero... por ejemplo, ¿podría pasar esos días libres en un lugar que no fuera Málaga?
Susana: Es mejor que no.
Vaya... De todas formas por un día no pasará nada, ¿no? Sólo se enterará mi familia y supongo que no cundirá el pánico.
Pasada una hora ya me he acabado la cena y estoy en cama otra vez. ¿He mencionado que me duelen todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo por el esfuerzo de anoche? Por ello, hago malabares prácticamente para encontrar un posición cómoda en esta cama que ya no será testigo de ninguna noche mía más aquí.
~8/9/15, 10:30 a.m. ~
Después de vaguear durante unas dos o tres horas por la mañana, no me queda otra opción que empezar a preparar las maletas para salir otra vez de viaje. Esta tarde a las 8 de la noche me recogen y nos vamos. Prepararé las maletas, las bajaré al coche y ya iré a comer fuera. Entonces pasaré la tarde paseando por estas calles - camuflado, eso sí, con mi gorra y mis gafas -. Antes de las doce tengo que entregar la llave del hotel, así que me doy prisa en guardar todas mis cosas sin que se me olvide nada.
A las doce menos cuarto ya está todo listo. Entonces me despido y cierro la puerta de esa habitación que ha sido testigo de más de una noche de eterno insomnio y de algunas maravillosas melodías y momentos de inspiración.
Bajo, entrego la llave en recepción y me dirijo con mis maletas al coche. Las dejo y subo. Arranco y me dirijo a la casa donde ha estado alojado mi guitarrista y amigo Lolo.
Así paso con él y su novia el resto de la mañana, entre risas y acordes. A la hora de comer, le digo de ir al bar en donde paré el otro día y así volver a ver a Sofía y despedirme de ella.
Al fin les convenzo y nos dirigimos a ese bar. Por desgracia, Sofía no está, por ello le digo al camarero que nos sirve que se despida de ella por mi.
A las cuatro de la tarde, salimos del bar y ellos se van a preparar sus maletas mientras yo sigo adelante con mis planes de dar una vuelta por esta ciudad, solo que cambio el lugar y me dirijo con mi coche a la cala en la que estuve el domingo con Rocío.
Al llegar, recuerdo su imagen a mi lado, sonriendo y mirando a la nada. No se podría describir esa sensación si no es con canciones. Si viviera siglos atrás, habría dicho que ella es un hada de los bosques y yo, cual poeta he quedado prendado de ella, con sus encantos naturales y delicados.
Miro mi reloj y no es demasiado temprano, así que decido enviarle un mensaje para saber si quiere tomar un café conmigo y despedirnos. No sé por qué pero me pongo nervioso al pensar que voy a volver a hablar con ella. Saco el teléfono y tecleo con sumo cuidado cada una de las letras y palabras.
Pablo M.: Hola guapa :) Buenas tardes. Me preguntaba si te gustaría quedar conmigo para tomar un café ya que esta tarde me voy y me gustaría despedirme de ti. Besotes.
Guardo inmediatamente el móvil, nervioso. Comienzo a pasear por la orilla de esa cala con los zapatos en la mano y el agua rozándome los pies. El móvil sigue sin sonar, esperando su mensaje. A cada minuto que pasa, mis esperanzas van disminuyendo. Pero, aún así, sigo planeando qué decirle mientras estemos juntos si acepta quedar. ¿Se lo confieso todo?, ¿y si se lo confieso todo?, ¿cómo se lo tomará?, ¿pierdo algo? No, no pierdo nada por decirlo, si total, me voy esta misma noche. Está bien, se lo diré mirándola a los ojos con total sinceridad. Ella merece saberlo.
El móvil vibra en mi bolsillo y siento como mi corazón late disparado sin control, cual caballo de carreras a pleno galope tendido ansioso por llegar a la preciada meta. Lo saco rápidamente y con torpeza de mi bolsillo. Abro la aplicación y su respuesta hace que me tenga que sentar en la húmeda arena de esta cala que fue testigo de algo imposible.
Rocío V.: NO. No pienso quedar contigo. Olvídame. No quiero saber nada de ti nunca más. Borra mi número y no me hables nunca más.
Una lágrima salada se desliza desde mi ojo izquierdo hasta mi cálida mejilla, y seguida de ésta, otra, y otra más. No quiero seguir leyendo ese mensaje. Apago el móvil y lo tiro tras de mi. Me da igual que se rompa.
Abrazo mis rodillas y me desahogo aquí, en esta solitaria cala. ¿Por qué me hace esto? ¿Por qué? Algo dentro de mí me hace creer que esto no está pasando, que ella jamás ha enviado ese mensaje.
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Un beso, un te quiero y una canción.
FanfictionÉl, un artista con antiguas heridas en el corazón. Pero, una vez pasados esos malos recuerdos, ¿porqué no volverse a enamorar al volver a sentir esas mariposas en el estómago? ¿El problema? Enamorado de ella... Ella, una chica normal y corriente cen...