Capítulo 8: Lista de deseos

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Desperté en una enorme cama con sábanas blancas y colchón cómodo, iluminada por la luz del sol por mi gran ventanal

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Desperté en una enorme cama con sábanas blancas y colchón cómodo, iluminada por la luz del sol por mi gran ventanal. Desperté tras largas horas de sueño, cómodo y sin preocupaciones, por primera vez en 15 años.

Me levanté y me estiré. Me di un largo baño con burbujas en la bañera de hidromasaje con la música de mi lista de reproducción de fondo.

Me puse una camiseta de Nirvana y unos vaqueros rotos en las rodillas. Mis viejas botas y una coleta malhecha.

Bajé a desayunar y me encontré a casi todos allí. El Cap me sirvió unas tortitas y un buen café. Natasha conversó conmigo durante el desayuno. Luego, papá me pidió que fuera con él para hacerme unas pruebas.

Él y Bruce estuvieron examinándome toda la mañana. Con diversas pruebas, esperando que pudieran arrebatarme el poder de la gema del ego para dársela a Hades y que así me dejara a mí vivir, pero no hallaron solución alguna.

—Tiene que haber una forma... —maldijo papá, mientras se paseaba de un lado a otro.

—Papá, no pasa nada, vamos a estar bien.

—No, no vamos a estar bien ,—declaró—. Aunque no lo notes, te estás muriendo.

—Ya, pero...

—¿Pero? ¿Has dicho pero? —mi miró como si estuviera loca.

—Papá, prefiero aprovechar el tiempo que tenga contigo qué preocuparme por la muerte ahora.

Él me miró a los ojos, destrozado.

—Haremos cosas divertidas, y puedes seguir investigando. No voy a detenerte, pero tampoco puedes detenerme a mí.

—Tienes razón —suspiró—. Lo siento mucho...

—No te preocupes.

Bajé de la camilla y le abracé.

—Te quiero, papi.

—Yo también a ti, cariño, más que a mi propia vida.

•••

Creo que era una buena idea. No estaba segura.

Pietro me había propuesto algo. Haría una lista de todo lo que quería hacer, lugares a donde ir, que no hubiera podido hacer por mi huida continua.

Me senté en la cama y cogí una libreta y un boli. Mi mente empezó a pensar. Todo lo que quería hacer, todos mis sueños de niña y esos viajes imposibles. Algunos podían parecer tontos, pero realmente quería hacerlo.

Salí de mi habitación queriendo correr a hablar con mis padres y choqué con una figura alta al cerrar la puerta.

—¡Auch! Lo siento, que torpe soy...

El último atardecer || Loki LaufeysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora