Capítulo 37: Historia para contar

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No puedo mentir: estaba muy mal

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No puedo mentir: estaba muy mal.

Quedaban solo 30 días para mi muerte. Un mes, ya es solo un mes el que me queda. Y las cosas habían empeorado mucho.

La fiebre nos descansaba, la sangre no circulaba correctamente por mis venas; no podía levantarme de la cama, mis músculos estaban debilitados. Mi rostro estaba blanco como la nieve, tan huesudo que parecía un cadáver en descomposición.

Lo peor era que todo el mundo me compadecía. Lo menos que quería era que me tuvieran lástima. Ni de coña. Lo que yo quería es que fueran felices sin mí, que siguieran adelante. Comprendía perfectamente que lloraran la primera semana (o el primer mes), pero no toda su vida. Les había dado una segunda oportunidad, esperaba que la aprovecharan.

Estaba tumbada en la cama, solo con la fuerza suficiente para hablar. Dennis se encontraba a mi lado con las manos sobre su regazo.

—Esto es una puta mierda —dijo—. Lo que te pasa es una puta mierda...

Ahogó la voz impidiéndose a sí mismo llorar.

—Dennis, todos sabíamos lo que pasaría —contesté—. Tú fuiste el primero en saberlo, no jodas.

—Por eso soy el primero en llorar. Ya sabes lo sensible que soy —se limpió una lágrima de la mejilla—. Lo siento. Sé que quieres que seamos fuertes, no quiero decepcionarte.

—No lo haces —le sonreí—. Los sentimientos son los que nos hacen ser humanos, Dan. Puedes llorar todo lo que necesites. Pero no olvides que no puedes rendirte.

—He pasado media vida contigo.

—Dennis, tienes 18 años. Eso no es media vida.

—Pero ha sido mi parte favorita de ella. Ha sido un honor compartir 18 años contigo.

—Tampoco han sido los 18 al comple...

—¡Harley!

—Ha sido un placer, Dennis Wester.

Sonrió y me abrazó.

—Dan, necesito que me hagas un favor —pedí cuando se separó del abrazo.

—¿Qué puedo hacer por ti?

—Dame ese cuaderno de la tapa azul. El de la mesa, junto al portátil.

Dennisse levantó de la cama, alcanzó el cuaderno y me lo fue a dar, pero yo lo dejé en sus manos.

—¿Qué es esto? —preguntó.

—Ábrelo.

Dennis abrió el cuaderno y leyó por encima algunas páginas al azar. Era mi diario desde que había cumplido mi primer deseo desde que había pasado toda una noche en vela.

—¿Qué es esto?

—Mi penúltimo deseo: escribir un libro de mi último año. Es mi diario. He apuntado todos los viajes, fiestas, canciones, libros, deseos, personas que me han acompañado. Todas las caricias, besos abrazos, buenos y malos momentos. La boda de Jane, Halloween, Navidad, mi cumpleaños, el tuyo. He apuntado la noche de la lluvia de estrellas, cuando nos bañamos en la piscina con vino, cuando monté a caballo por primera vez. Todo está ahí.

El último atardecer || Loki LaufeysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora