Capítulo 35: Boda del año

91 9 5
                                    

Y sí, señores, me caso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Y sí, señores, me caso. A eso sí llegué. Muy costosamente, pero llegué.

Las cosas en cuestión de mi salud no habían mejorado mucho. Mi piel había palidecido enfermizamente. Mis ojeras se habían profundizado como si fuera un personaje de Tim Burton. Sangraba al menos una vez a la semana por la nariz, y cuando tosía. Varias veces me había vuelto a desmayar, y la fiebre era como una montaña rusa.

No, no estaba demasiado bien. Pero aquel era mi día. Era mi oportunidad de brillar y ser feliz durante tres meses con Loki. Sí, el tiempo había pasado. Estábamos en marzo y me quedaban tan solo 68 días de vida. Sí, 68. Qué fácil era decirlo, ¿no? Un día te preocupas porque bajas de los 100 y ya vas por el camino de casi la mitad de 100.

Un mimo se explica mejor que tú.

No me importa. Ni siquiera mi consciencia arruinaría este día.

Me encontraba tomando un café en mi habitación de la casa del lago, donde había dormido junto a las chicas y Dennis. No me habían dejado bajar puesto que "ver a tu pareja antes de la boda da mala suerte". Y a pesar de que yo insistí que no podía pasarme nada más ya (ni bueno ni malo), me trajeron el desayuno al cuarto.

—Bueno, es hora de empezar —sonrió Yelena con entusiasmo, dirigiéndose al armario para ya sacar mi vestido.

—¿Puedes tener un poco de paciencia? —pidió Natasha—. No le has dado tiempo ni a bañarse. Venga, Harley, el tiempo es oro.

Tuve tiempo de tomarme un baño tranquilo. Me puse una bata y las chicas se dedicaron a maquillarme y peinarme con esmero. Wanda me onduló el pelo y lo trenzó un poco, dejando la mayor parte suelta. Esperó a que me vistiera para ponerme el velo. Mamá me estuvo maquillando con la ayuda de Jane y estuve lista por esa parte a lo largo de una hora.

El sol cada vez se hacía notar con más intensidad, a pesar de que había amanecido nublado. Sería un gran día.

Mis Damas de Honor siguieron maquillándose y peinándose. Todas estaban preciosas. Por otro lado, yo ayudaba a Morgan a vestirse mientras mamá iba a asegurarse de que los hombres no rompieran nada.

Al fin tocó ponerme el vestido. Natasha y Dan ayudaron a abrocharlo y a colocar todas las capas de la falda. Me miré al gran espejo del armario y me quedé petrificada.

Esa era yo. Una chica de 23 años salida del montón. Hija de Iron Man, con poderes que ya no usaba y con vida terminal que iba a casarse pocos minutos con un dios asgardiano.

—Oh, por Dios —mamá pestañeaba para que las lágrimas—. No estoy preparada para esto.

—Como alguna la hagáis llorar y se estropee el maquillaje, le pegó una hostia —amenazó Dennis, también sollozando—. Bueno, un brindis, ¿no?

Cogimos las copas y abrimos una botella de champán. Dennis alzó su copa y dijo:

—Por los 365 días que recordaremos el resto de nuestras vidas. Este será el primero de la lista. Por atreverse a amar, brindo por Harley Stark, mi ídolo, heroína y hermana perdida. Te quiero, Harls.

El último atardecer || Loki LaufeysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora