Capítulo 33: El vestido

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Me quedaban 120 días de vida

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Me quedaban 120 días de vida. ¿Qué mejor momento para llevar a cabo la misión más importante que requería una boda?

Venían mis padres, mi hermana, Wanda, Nat, Yelena (mis tres damas de honor) y Dennis. Era mi oportunidad de cumplir otro de mis deseos: vestirme de princesa. Suena ridículo, pero es mi sueño desde que tengo memoria. ¿Hay una excusa mejor que un vestido de novia para convertirse en una princesa Disney?

La tienda de novias era enorme. Me sentía como en ese programa: "Sí, quiero ese vestido". No había mañana del sábado en el que me lo perdiera. Me encantaba criticar a las madres metiches con Da , era mi pasión oculta.

—¿Qué buscamos exactamente? —preguntó Wanda, buscando entre las miles de telas blancas.

—Algo destacable, pero que no parezca un vestido de quinceañera —contesté—. Quiero brillo y una cola muy larga.

—Dijo la que quería una boda sencilla —papá rodó los ojos.

—¡Estamos hablando del vestido de mis sueños! Llevo planeando mi boda con Flynn Rider desde que tenía siete años. Y si no se puede con un ladrón, pues será con el dios de las Mentiras.

—¿Así que estás cambiando un ladrón por un mentiroso?

—En mi mente sonaba mejor.

Una asistenta muy agradable llamada Ellen pidió a mis acompañantes que se sentaran a esperar mientras me llevaba a un vestuario para probarme algunos vestidos que había escogido.

Salí con el primero. Era demasiado pomposo y me hacía tropezar cuando giraba, aunque era muy bello. Su falda era de capas y capas de tul brillante y con el corpiño de corsé, como su fuera una lámina de madera curvada y lo hubieran tallado a mano.

El segundo vestido tenía mangas asimétricas. Me gustaba, pero no me parecía mi vestido de bodas, tal vez solo para una gala de papá. La falda era larga de tubo, de seda y sin mi anhelada cola.

Pasamos cientos de vestidos más hasta que Dan se levantó como una diva empoderada del sillón y me agarró de la mano, arrastrándome por toda la tienda con otro vestido puesto. Me agarré la falda para poder caminar y me soltó frente a unas perchas.

—A ver, yo soy tu estilista particular, ¿no?

—Claro —respondí.

—Pues como tu mejor amigo, yo te conozco mejor que ninguno de ahí. Y conozco tus gustos personales, gastronómicos, en hombres y —agarró un vestido haciendo una mueca de victoria— tu futuro y perfecto vestido de novia.

Sacó un vestido realmente precioso con mangas de encaje delicado y toques de pedrería que se concentraban en el corpiño. La falda era espectacularmente larga y brillante, en la cual se desvanecía el encaje.

—Dan, es una maravilla —acaricié el tul de la falda.

—Pues ya estás corriendo a ponértelo, nena. ¡Venga, largo!

—Llévalo tú; yo tengo que llevar esto —señalé la enorme falda del vestido que llevaba puesto, el cual me recordaba al vestido rosa de Lottie en la película de La princesa y el sapo.

Agarré la falda y Dennis y yo salimos corriendo y riendo hacia el vestidor.

Realmente, no podía imaginarme otra persona a mi lado que él. Dennis es como mi hermano, joder. Claro que estaban Loki, papá, mamá y los Maximoff, pero ¿él? Quiero decir, ¿nosotros? A Dennis tendrían que atarlo de manos y pies cuando ya no estuviera por miedo a que se suicidara. Y lo sé porque yo habría hecho lo mismo.

Dan era para mí parte de esa famosa frase: la familia que se escoge. Dennis era la persona que durante muchos años había estado ahí para mí en las buenas y en las malas, igual yo para él. El día que Thanos eliminó a todos esa gente, cuando él se desvaneció, me sentí vacía. Quise tirarme de un barranco hacia rocas afiladas, pero él me habría pegado una paliza en el Infierno si hubiese descubierto que no había luchado.

Yo me marcharé de este mundo en paz. Con miedo, aterrada, pero en paz. Después de todo, me marcharía para ir con Hades. No era el mejor de los destinos, pero al menos sabía a donde iba a parar.

Dan me ayudó a ponerme el vestido que había escogido y a apartar el otro. Insistió en peinarme un poco y me hizo un recogido partiendo de una trenza.

Me miré al espejo sin poder creerlo. Iba a casarme. Yo. La chica perdida y con un largo historial de mutilaciones y experimentaciones con gemas espaciales. Yo, Harley Stark.

Seguía sin creérmelo.

Dennis me ofreció el brazo para ir a donde nos esperaban los demás. Cuando llegábamos, los vi con cara de aburrimiento, así que tocaba sorprendernos. Dan canturreaba la musiquita de las bodas hasta que me posicionó en el leve altar frente al espejo y la familia.

—Bueno —sonrió—. ¿Cómo la veis?

Entonces, mi padre empezó a lloriquear.

—Lo siento, es que... —no pudo terminar la frase—. Estás preciosa, hija.

Bajé del altar para abrazarlo y él se levantó a su vez. Me acogió entre sus brazos y sentí una lágrima traicionera resbalar por mi mejilla. Papá besó mi sien con fidelidad y se apartó para mirarme a los ojos.

—No sé por qué tenías que casarte, podríamos haber huido al Caribe tú y yo para siempre. De verdad que no lo entiendo.

Mamá rio y se levantó para abrazarme igualmente.

—Cariño, es el vestido más bonito que nunca he visto —sonrió—. Es como si lo hubieran hecho para ti.

—Me encanta —contesté—. Este es el vestido.

—Loki caerá muerto en cuanto te vea entrar por el pasillo —bromeó Yelena—. Venga, aún nos quedan los accesorios y los vestidos de las Damas de Honor.

—Vale, voy a cambiarme. Nos vemos en un rato.

•••

Antes de volver a ir de compras, fuimos a comer a uno de los bares cualquiera que estaban en la misma manzana. Tardamos un par de horas y luego papá se llevó a Morgan a casa ya que tenía tarea de la escuela.

Buscábamos diferentes modelos para las Damas de Honor, pero que fueran del mismo color o de una gama en concreto. Al final, escogimos un verde agua no muy llamativo que resultó muy bonito. Las chicas estaban muy contentas con sus vestidos.

Mamá había encontrado un vestido violeta que le encantó y se lo compró para la boda. Por otro lado, Dennis estaba radiante de felicidad al haber encontrado una chaqueta azul con las hombreras que siempre había soñado.

Llegamos a casa muy tarde. Ninguna ya tenía hambre, y yo solo me serví un vaso de Ron.

—Al fin llegas —oí la voz de Loki tras de mí—. ¿Qué tal ha ido?

—Bueno —me giré para verlo a los ojos—, he cumplido un nuevo deseo.

—Eso es genial —contestó feliz.

—¿Y tú?

—Creo que la boda será un éxito. Siempre que no me dejes plantado en el altar, lo será.

Reí y besé sus labios.

—Jamás.

El último atardecer || Loki LaufeysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora