Capítulo 10. Dasher

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Ok, queda aclarar que ya van 352 días los que me quedan

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Ok, queda aclarar que ya van 352 días los que me quedan.

Acababan de darle a Morgan las vacaciones de verano en el colegio, así que pasaba más tiempo conmigo. A menudo hacíamos pasteles y manualidades.

Pero aquel bello día, mi revoltosa hermana pasaría la noche en casa de una amiga, por lo que tenía todo el día para mí. Decidí ir a mi cuarto y rebuscar en mi estantería de libros, pero ya los había leído y releído todos.

En casa, por muy ricos que seamos, se ve que papi no vio el momento de poner una biblioteca, así que me tocaría comprar libros. La biblioteca del centro la había recorrido una y otra y otra vez. Me había leído lo interesante y lo que no.

Bajé al salón principal con mis cascos, escuchando música desde mi iPod. Vi a Loki sentado en el sofá y me dejé caer a su lado.

—¿Estás leyendo? —me asomé a su libro—. ¿Qué lees?

—100 maneras de cerrarle la boca a una niña impertinente.

—Soy «joven adulta». Entiende. Ahora ya dime qué lees.

Suspiró.

—Leyendas del reino de hielo.

—No lo conozco.

—Es un libro asgardiano sobre descubrimientos que hicieron ellos.

—Wow... ¿lo puedo leer cuando lo termines? Es que se me acaban las opciones.

—¿Te gusta leer?

—Mucho. Me gustan las historias de fantasía. Me ayudan a salir del mundo real.

—A mí también me gusta la fantasía.

—Yo me he leído casi toda la biblioteca de Nueva York.

—La biblioteca que hay en el palacio de Asgard es incluso más grande. Hay miles y miles de libros. Estanterías tan altas que llegan al cielo. Tan largas que ocupan un ala entera de la planta.

Lo miré con ojos grandes e impresionados.

—¿Me puedes llevar algún día? Por favorrr.

—Intentaré algo.

—¡Gracias! —me abalancé y lo abracé con fuerza. Luego besé su mejilla.

—¿Qué... qué fue eso?

—Cariño. ¿Nunca te han besado o abrazado?

—Yo he besado y abrazado, pero nunca nadie me lo ha hecho a mí.

—¡Pues no te preocupes nunca más! Yo voy a besarte y abrazarte para que te sientas querido.

—¿Me quieres? ¿Acaso no sabes quién soy o qué hice?

—No me interesa el pasado. Me interesa lo que podamos ser. A partir de ahora, Loki Laufeyson, tú vas a ser mi segundo mejor amigo.

—Vaya. Me siento muy honrado. Otorgaré ese título con mucho orgullo.

Eso le hizo ganarse otro beso en su marcado pómulo.

—¡Harley! —me llamó Steve desde la entrada—. ¡Corre, date prisa!

Me levanté de un salto y corrí hacia él. Steve venía con Bucky y con una caja de cartón.

—Mira. Lo hemos encontrado cuando hemos salido a correr —dijo el Soldado del Invierno.

—Estaba solito, apenas tendrá dos meses —Steve me enseñó el interior de la casa.

Era un hermoso cachorro de labrador color canela con el pelaje oscurecido y dañado. Sus ojos eran negros y brillantes. El pequeño animal agitaba la cola con nerviosismo y gimoteaba mirándome.

—Aaawwww —cogí en brazos al perrito—. Pobrecito... ¡Ni siquiera tiene collar!

—¿Qué es ese ruido? No puedo trabajar —apareció papá—. ¿De donde ha salido esa cosa? —preguntó.

—Es un cachorro, papi —se lo acerqué—. Estaba solito. No tiene a nadie —moví su patita—. ¿Nos lo podemos quedar?

—¿Un perro? No os cobro alquiler a ninguno y encima ahora queréis un...

—Miraaa —se lo acerqué más a la cara y el cachorrito le lamió un dedo—. Es un bebé... Papá, siempre he querido tener un perro. Porfaaaa.

—¡Vamos, Tony! —añadió Steve.

—Él te quiere —miré al perrito—. Se quedará conmigo y no te molestará en el trabajo.

—¡Por favor, Stark! —insistió Bucky.

—¡Está bien! ¡Está bien! ¡Pero vosotros recogéis sus mierdas y todo eso!

—¡SIIIIIIII! —Buck cargó al perrito—. Tú vas a ser nuestro chico. ¿Quién es nuestro chico? Tuuuu. ¡Tú lo eres!

—Tenemos que comprar todas sus cosas —recordó el Cap—. Y buscar un gran nombre.

—¡Nos vamos de compras! —anuncié.

•••

—¿Qué tal esta? —el Cap señaló una correa rosa.

—Agh, qué asco. Ese color me hace vomitar arcoíris. ¡Mira, una roja!

—Me gusta —contestó Bucky.

—Genial. Somos 2 contra 1. Nos llevamos la roja.

Conseguimos una cama para él, comida, un comedero y muchos juguetes. Acordamos que Dasher (así le pusimos) se quedaría en mi cuarto. Pusimos todas sus cosas ahí menos el comedero, el cual colocamos en la cocina.

Solté a Dasher en el suelo de mi habitación y comencé a jugar con él. Se lo presenté a Morgan y ella nos acompañó en el juego. Luego lo metimos en la bañera para limpiarlo con el champú que le compramos.

—Dasher es muy lindo —dijo mi hermana.

—Cuando yo no esté, tú lo vas a tener que cuidar. ¿Me lo prometes? —la miré.

—Entonces... ¿de verdad te vas a morir?

La miré sin saber cómo explicárselo todo. No quería que estuviera triste ni se sintiera mal.

—No te preocupes, Morgan, aún nos queda mucho tiempo para jugar.

—¡Pero yo quiero quedarme contigo para siempre!

—No creo que eso sea posible, linda...

—¡No es justo! —comenzó a lloriquear.

Saqué a Dasher de la bañera y lo envolví en una toalla. Se lo pasé a mi hermana y le sonreí.

—Las personas nunca se van realmente del todo, Morgan. Siempre estarán vivas en tu corazón.

—Eso es mentira.

—Yo también pensaba eso, pero no es así. Es verdad. Siempre se quedan en tu mente. Cuando alguien se va de tu vida, tienes que quedarte con los buenos recuerdos.

Ella asintió y se secó las lágrimas.

—Te quiero 3 millones, Harley.

—Y yo a ti, 3 millones —sonreí.

El último atardecer || Loki LaufeysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora