Capítulo 26: Los karts de Dennis

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Habían pasado ya algunos días desde la fiesta de Halloween y he de anunciar que solo me quedan 182 días gracias a la cuenta atrás hacia la muerte

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Habían pasado ya algunos días desde la fiesta de Halloween y he de anunciar que solo me quedan 182 días gracias a la cuenta atrás hacia la muerte.

Era un sábado normal y corriente hasta que Dennis y Peter entraron a la cocina durante mi desayuno con más energía que un feriante.

—¡Adivina qué vamos a hacer hoy! —canturreó Dan.

—¿Dejar que nos atropelle un camión? —propuse—. Mira, estoy con la regla. Si me vas a venir con...

—¡Una carrera de karts! —chilló—. Vamos nosotros tres, Ned, MJ y todos van a vernos. Venga, vístete.

—Pero no tengo ga...

—¡Que te vistas dije!

Completamente obligada, bajo la dictadura de mi mejor amigo, subí a ponerme unas mallas, una camiseta de licra básica y una sudadera con cremallera. Me recogí el cabello en una coleta alta y luego la trencé para no acabar en desgracia.

Papá también estaba ahí, pero vestido con un uniforme de piloto con el logotipo de Ferrari. Me sonrió, me agarró de los hombros y me sentó en el asiento de atrás con él. Mamá y Morgan habían sido listas y se habían ido al centro comercial.

Cuando llegué allí, ya todos estaban ahí. Steve, Bucky, Wanda, Pietro... Me sentí traicionada al ver a Loki reír con Thor. Definitivamente, habían formado un complot en mi contra.

La verdad era que la idea que tenían Dennis y papá de un "kart" era diferente a la mía. Para mí, un kart era un coche pequeñito con pedales y un freno, manillar y un asiento que se te clava en el culo. Para papá y Dennis, un kart era un bestial Ferrari rojo con el número 28 en el capó, patrocinado por Rolex y que alcanzaba los 350km/h.

—¿Esto es seguro? —pregunté.

—¡Completamente! —contestó papá—. Pero no se lo digas a tu madre.

Papá se quitó la chaqueta con el mismo logotipo del coche. Me obligó a quitarme mi sudadera y me puso la chaqueta de Ferrari. Luego, Steve me puso la gorra roja en la cabeza y me desordenó el flequillo.

—¡Sal ahí y demuestra lo que sabes! —animó Clint.

—¡Pero si no sé conducir! —chillé—. Al menos, no de forma legal.

—Pasad un casco —pidió Steve, que me cambió dicho casco por la gorra—. Eres una Stark, ¿no? Demuéstramelo.

—Matándome antes de tiempo, claro —ironicé.

—¡Venga! —exclamó Loki de repente, siguiendo el juego de los demás—. Dime que mi novia no es una cobarde, por favor.

Y ese fue el momento más representativo de la frase: ¿Que no? Sujétame el cubata.

Me bajé la visera del casco y me subí al coche. Iba en un extremo. En los otros coches irían papá, Dennis, Peter y Pietro. El motor había arrancado, reconocí todos los botones y palancas. El semáforo comenzó a encenderse en rojo y una cuenta atrás frente a nosotros fue retrocediendo desde los 10 segundos.

Un sonido dio la alarma. Pisé a fondo y salí disparada al frente, yendo en carrera. Relajé a la hora de girar para no salirme de la pista y di un latigazo en el aire. Mientras, el coche de papá adelantó.

—¡Mierda! —exclamé.

Volví a meter máxima con expresión conflictiva y mucha, mucha competitividad. Me puse en el medio de la pista. Cuando Dennis intentó adelantar, me eché a la derecha. Él intentó ir a la izquierda, pero yo me fui a ese lado, bloqueando su paso.

Mientras yo estaba ocupada con Dan en la izquierda, Pietro salió disparado a la derecha. Di otro apretón al acelerador y pude adelantarlo fácilmente en una curva.

Ya dada la primera vuelta, tenía que adelantar a papá. Solo nos quedaba una vuelta más y era mi última oportunidad.

Al igual que hice con Dan, él me bloqueaba a los lados. Corría lento para no chocarme. Entonces fui a máxima en diagonal para adelantar y choqué bruscamente con el coche de papá. Este se estrelló contra la valla, saliéndose del circuito. Iba a ayudarle, pero me habló por el intercomunicador de los cascos.

—¡CORRE, PIETRO VA EN CABEZA! ¡TIENES QUE GANAR, HARLEY ELIZABETH STARK POTTS!

Salí de los escombros de la valla y me puse en marcha de nuevo. No iba todo lo rápido que podía porque tenía que adelantar a Peter y Dennis. Una vez que lo hice, corrí todo lo posible hacia el coche azul de Pietro, a unos metros del mío.

Pietro era rápido, pero solo a pie. Lo confundía en los bloqueos de izquierda y derecha para adelantarlo en diagonal y dar un giro brusco para no chocarme.

Iba en cabeza. Quedaban unos metros para la meta y...

—¡SIIII! —chillaron Nat, Yelena, Jane y Wanda cuando pasé.

—¡Esa es mi campeona! —gritó Bucky aplaudiendo—. ¡Bien hecho, soldado!

—Bien hecho, Mi Lady —Loki me guiñó un ojo cuando salí del coche y me quité el casco en plan súper modelo.

—Esto fue un aviso para ti y para todos los demás. El próximo que vuelva a subestimarme...

—Sufrirá toda tu ira —completó Dennis. Me dio un abrazo de oso y empezó a hacerme cosquillas.

—¡Ay...! —reí, son poder parar—. ¡Quítate...!

•••

Tras aquella grandiosa carrera, no se nos ocurrió mejor forma de celebrar que comiendo en un McDonald's. Me reí porque era la primera vez que Loki iba y no sabía cómo se comía sin cubiertos.

—Lo hiciste bien —dijo una vez más—. Todos me convencieron, pero, cuando te vi en la pista, estuvo a punto de darme un coma.

—Ya, la próxima vez puedes subir conmigo a un coche normal y te enseño a conducir.

—¿Cómo aprendiste?

—Sola. Con un coche robado en un aparcamiento. Bueno, cinco coches robados. Digamos que no me habría sacado el carnet a la primera.

—Estoy feliz de que hayas cumplido un nuevo deseo. Puede que, a la próxima, te lleve a uno de esos increíbles paseos en globo.

—Me encantaría.

—Genial, ¿estás libre la semana que viene?

Lo miré sorprendida.

—¿Sí?

—Genial.

Entonces me mostró un papel. Era como una entrada a un concierto, pero de una guía de globos aerostáticos. Lo abracé por el cuello casi de inmediato y repartí besos por todo su rostro.

—¡Me encanta!

—Wow. Si no me lo dices, no me entero —dijo sarcástico.

•••

Me senté frente al tocador de mi habitación. Le di una de sus chuches a Dasher. Sentía que el perro me miraba raro, él en sí estaba raro. Entonces, Dasher empezó a ladrar como si hubiera visto a un asesino tras de mí.

—¿Qué te pasa, chico? —me incliné en el suelo para acariciarlo, pero él poco se calmaba.

De repente, mi mirada se paró en el suelo. Había una leve gota de un líquido espeso y rojo. Cayó otra gota desde mi altura.

Me levanté y miré mi rostro en el espejo. Un hilo abundante caía por mi nariz.

"Ha empezado", susurró la voz de Hades en mi cabeza.

El último atardecer || Loki LaufeysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora