Capítulo 3: Explorando y conociendo

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—¿Te has enterado de lo de Sokovia? —Dennis tiró el periódico sobre la mesa improvisada de nuestro refugio en un edificio abandonado

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—¿Te has enterado de lo de Sokovia? —Dennis tiró el periódico sobre la mesa improvisada de nuestro refugio en un edificio abandonado.

—Qué fuerte, Pietro y Wanda eran de ahí —le dije.

—Los Vengadores dicen... —tragó saliva.

—Los Vengadores dicen que te toques la espalda con la rodilla.

—Los Vengadores dicen que Pietro murió.

Me quedé helada un segundo y dejé de cortar la comida.

—¿Qué...? —jadeé.

—Harley, Pietro está muerto...

El mundo se me vino abajo de una forma inmediata. Sentí que mis rodillas fallaban y que me caía al suelo al instante. Había abandonado a los Maximoff y ahora Pietro estaba muerto.

Podría haberlo impedido, haberlo salvado, haberme sacrificado y morir yo por él.

•••

Al otro lado de la visión, Pietro observaba a su amiga de infancia completamente rota con 14 años, culpándose de una muerte, su muerte. La primera de muchas.

—Entonces —dijo Nat—. Aquella chica...

—Era mi hija —dijo Tony—. ¿Dónde estarás ahora, Harley...?

•••

Iba por la calle, no llamaba mucho la atención. Llevaba una camiseta de tirantes pegada al torso, unos shorts vaqueros, una camisa larga y holgada, botines desgastados y mi fiel bolsa de tela.

Solo me hizo falta robar un portátil para hackear las cuentas de papá y conseguir el dinero necesario sin levantar una sola sospecha. ¿Qué puedo decir? La niñita de papá.

Estaba cerca de Queens. Necesitaba una nueva batería para el portátil. Llegué a una tienda de mierda de esas de electricidad e informática.

Delante de mí había un chaval tal vez un poco más grande que yo, o creo que la misma edad. Era más alto pero eso no era muy difícil conmigo. Tenía el cabello castaño y los ojos marrones. Se notaba siempre nervioso.

Pidió la misma batería que yo.

—Traiga otra para mí —miré al del mostrador, que me miraba fijamente a los ojos, marcados con una gruesa línea negra.

—Sí, señorita.

Apoyé los codos en el mostrador y noté que el chaval me estaba mirando.

—Supongo que trabajos para el instituto, ¿eh? —le sonreí algo egocéntrica.

—Sí, algo así.

El último atardecer || Loki LaufeysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora