Capítulo 2: El misterio de Harley Stark

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Cuesta creer en aquellos héroes internacionales hechos papilla y sentados viendo una película, pero así era

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Cuesta creer en aquellos héroes internacionales hechos papilla y sentados viendo una película, pero así era. Y no era cualquier película, era la película de mi vida.

•••

La mansión de Malibú estalló y voló por los aires. Estaba en el salón junto a mis padres, leyendo mientas ellos discutían no sé qué cosa. Sentí que todo volaba y no saber mi dirección. En ese momento, mientras caía, alguien me agarró del brazo y me llevaba consigo.

Me pincharon en el cuello con algo y caí al instante sin saber que estaba en una nave.

Desperté en una habitación extraña. Hecha de piedra fría y con un cristal delante de mí. Uno de esos de las pelis de misterio en la que interrogan a alguien y la poli lo ve del otro lado pero el criminal a ellos no los puede ver.

Tenía cables enchufados por todo el cuerpo y un casco que daba yuyu en la cabeza. Miré a los lados aterrada.

Voces empezaron a escupir me barbaridades a mí, una niña de 9 años. A hacerme preguntas extrañas que no supe responder y a darme dolorosas descargas eléctricas.

—¡Mi nombre es Harley Elizabeth Stark Potts! —chillé con voz rota—. ¡Tengo 9 años! ¡Nací el 28 de diciembre de 1999 en Nueva York! ¡Soy... soy de Nueva York!

Los gritos horrorizaban a los que veían a través de la visión.

—¡Mi mamá... mi mamá trabaja con mi papá! ¡Mi papá está ocupado todo el día! ¡No tiene tiempo a veces de ver mis trabajos! ¡Pero... pero es el mejor papá del mundo! —jadeé con los ojos rojos, sufriendo con cada palabra—. ¡Me arrebataron de los brazo de mi mamá! ¡No tengo hermanos! ¡Soy hija única y soy feliz así aunque no tenga amigos!

Jadeé con fuerza para no gritar y apreté la mandíbula.

—¡Aún no he hecho nada, por favor...! Aún no he vivido... No he terminado aún... Por favor, por favor... Soy una niña, soy una persona, por favor... No...

—Calladla —dijo una voz.

En ese momento recibí la mayor descarga eléctrica que me habían dado en todo mi vida.

•••

—¡Basta! ¡Basta! —Pepper abrazó a su marido llorando con fuerza.

—Hay que estar muy enfermo —sollozó Jane Foster.

—Tenemos que seguir —dijo Stephen, que siguió con la visión.

El último atardecer || Loki LaufeysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora