•Epílogo•

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Cada día llegaban nuevas almas al Inframundo

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Cada día llegaban nuevas almas al Inframundo. Y aun así, todas eran distintas.

Hades era paciente, le otorgaba a sus nuevas almas el tiempo necesario para cada una. Y por mucho tiempo que él les diera, no era el suficiente. Para la suerte del dios, tenía sirvientes y dioses menores ayudándole.

—¡Harley, nueva! —llamó a la chica—. Ve tranquila, es muy joven y fue asesinada por su padre. Ten tacto.

—Claro que sí, mi señor —contestó la nueva deidad.

Harley se acercó a la niña fantasma. Apenas aparentaba la edad de su hermana Morgan, era muy joven, tendría unos 7 años. Su cabello era canela, sus ojos marrones y nerviosos. Todavía se podía ver la herida mortal de bala en su abdomen.

Harley se agachó a su altura, arrastrando su vestido negro de estilo griego. Sonrió al fantasma.

—¿Cómo te llamas? —preguntó dulcemente.

—Celine —tartamudeó ella—. ¿Dónde está mi mamá?

Harley miró a Hades y él señaló la entrada a los Campos Elíseos con la cabeza. Harley se enderezó y le ofreció su mano.

—Celine, yo me llamo Harley, y soy la guía del Inframundo. Ven, vamos a buscar a tu madre, ¿vale?

Celine asintió y cogió la mano de Harley. Ambas se integraron en el reino de Hades, en la oscuridad, hasta la puerta de los Campos Elíseos. Harley se despidió de Celine y ella sonrió, buscando a su madre a través de la luz.

FIN

El último atardecer || Loki LaufeysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora