Cap 4

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Caleb

—¡Ya!— María tomó mi hombro junto al de Jeremy empujándome hacia abajo para sentarme, Tristan nos observó con su típico ceño fruncido mientras que Ian se ocupaba de comer sabritas con su atención en nosotros, era un chismoso.

—Él lo sabe todo muy bien.

—Yo no se nada.

—Explícale esos morados— apunté las marcas de dedos que llegaban a sobresalir por su suéter, María se acercó a su hijo levantando su manga para observarlo, en ese instante una expresión de preocupación cubrió su rostro mientras que Jeremy me atravesó con una mirada.

—Jere.

—No es nada, mamá.

—Es cierto lo que dice ¿no es así?

—Si lo es, no tengo porque mentir.

—Claro que si, tienes miedo a que tu hermano te caliente.

Mi boca se abrió con sorpresa y una notable vergüenza, que también causó que mi rostro tomara color, no pude evitar que mis mejillas se enrojecieran —Mi hermano no...— fruncí los labios al escuchar a Ian reírse —¿Tú no tienes nada mejor que hacer?— me giré hacia él —Vivir los dramas de otras personas es tu pasión.

—A los dos los calientan entonces les conviene decir la verdad— alzó sus brazos en señal de inocencia.

Bufé bajando la cabeza manteniendo el ritmo de una negación ¿es qué aquí todos sabían absolutamente todo? Eso no me gustaba en absoluto.

—A ver— Tris acercó más su silla para quedar en medio de los dos —A este punto— su atención viajó a Jeremy —¿Es cierto? La respuesta es un simple si o un no, Jere.

El chico con abundantes pecas en sus mejillas mantuvo contacto visual con mi hermano, lo que me causó curiosidad era cómo parecía doblarse con él, a mi ya me hubiera sacado la verdad, o bueno, eso suponía.

—Si— terminó por responder en un susurro —Es cierto lo que dice.

—¿Por qué no nos dijiste antes, cielo? Pudimos hacer algo para evitar que te molestaran.

—Dame los nombres, pequeño.

—No, Tris— pidió el pecoso suplicante pero mi hermano simplemente le acarició la cabeza.

—Los nombres, Jere.

—¿Qué mierda está pasando? ¿Cómo por qué te portas así con él?

—Caleb, por favor.

—¿Por favor qué? Es una simple pregunta, Tristan.

—No es el momento ¿si?

Indignado me levanté de la silla —Oh, bien— sarcásticamente sonreí —Para ti nunca es el momento para hablar de cosas que yo quiero ¿no? Ni siquiera me creíste lo de la escuela.

—Tenía toda la evidencia que decía la contrario, Cay.

—¿Y eso que más da? Deberías creerme a mi, no a ellos. Además, ¿él tiene que decirte las cosas para que puedas creerme? ¿Por qué le crees más a él que a mi?

—Tú expediente no me deja mucho a confiar, Cay, y eso no significa que no te crea pero ponte en mi lugar un momento, te conozco desde niño y se perfectamente cómo eres.

—Me conoces una mierda, no estuviste en mi vida por años ¿pero sabes qué? Quédate con él, me da un carajo— justo cuando le di la espalda sus dedos me rodearon la muñeca, impidiéndome seguir.

𝑫𝒆𝒔𝒅𝒆 𝒄𝒆𝒓𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora