༄ Caleb ༄
Ya había perdido la cuenta de las veces que Jere y Tate se habían empujado desde que llegué, seguí concentrado en el libro en mis piernas sin dejar de comer el cereal en el plato.
No tenía mi celular, afuera estaba cayendo una tormenta de nieve, no podíamos ver televisión gracias a Tate que se tropezó con el cable y mi laptop estaba en el auto. No tenía nada mejor que hacer justo ahora.
Mentía.
Si tenía algo mejor que hacer, pero María no me permitía acercarme al despacho de papá.
—¿Tienes tu celular?— alcé la cabeza encontrando a María husmeando en dirección a mis piernas —¿Eso es un libro?— rodeó la barra para tomar mi rostro tocando mis mejillas y después mi frente —Estás un poco caliente ¿Te sientes bien?
—Estoy bien, María— entrecerré los ojos extrañado.
—¿Seguro? Nunca te había visto con una novela por voluntad propia...¿Es voluntad propia?
—Papá tiene mi celular, no hay televisión en la sala y no quiero subir a la de mi habitación. Hay algo interesante allá— apunté el pasillo —Pero no me dejas escuchar— recriminé —Y si, es voluntad propia.
—Es una conversación privada, Cay.
—Es sobre mi.
—Pero no te corresponde escuchar.
—Creo que si.
—Cay.
—De seguro le está recriminando todo.
—Basta— sus manos viajaron a mis hombros —Deja de pensar en eso ¿Si? Tu papá hablara contigo más tarde, no te abrumes por esto, cariño.
—Bien— bufé tomando la cuchara de nuevo.
—¿Dónde están mi helado?— cuestionó Tate con un tono amenazante.
Ese helado, amigos míos, estaba en mi estómago desde hace horas.
Pero en excusa, me vengue de mis donas desaparecidas, afortunadamente Danna lo exhibió al mostrarme la caja. Simplemente le devolví el favor.
—No lo se, cariño, búscalo bien— María revolvió mi cabello antes de ir.
Intercambié una mirada con Jere, quien también había sido cómplice de todo al comérselo conmigo a las tres de la mañana.
Me levanté al cerrar el libro, llevando mi plato al fregadero, aproveché que María estaba con Tate para ir al pasillo pero el mocoso me alcanzó pronto.
—Dios, dame paciencia— escuché la voz de María.
—¿Por qué tomaste mi helado?
—¿Por qué tomaste mis donas?
—Porque estaban ahí.
—Ah, pues mira que el helado también estaba ahí, mocoso endemoniado— le di un zape al recibir su patada —Además, mis donas tenían mi nombre en la caja.
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𝑫𝒆𝒔𝒅𝒆 𝒄𝒆𝒓𝒐
General FictionTristan y Caleb, hermanos que fueron separados hace años pero ahora al tener dificultades familiares, volverán a reencontrarse aunque no sea de la mejor manera posible. //Contiene spanking familiar, si no es de su agrado NO lea, gracias 💗.