Cap 32

577 33 20
                                    

Tristan

—No pienso volver a repetirlo, Caleb.

—No es como que te lo haya pedido ¿O si?

Apunté las escaleras esperando a que obedeciera pero al verlo cruzarse de brazos supe que no lo haría.

Me acerqué a él tomándolo de la oreja haciéndolo caminar, no pasó ni un segundo cuando las quejas llegaron.

—No, no, no, ayy.

—¿Qué pasa contigo hoy? ¿Desde cuando volviste a contestar así?

—Yo no...auu ¡suéltame!

Cerré la puerta del despacho dirigiéndome al sofá, lo llevé a mis piernas apenas tomé asiento y di por iniciado el castigo sin dejarle tiempo de reaccionar.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

—¡Papáa!

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

—Auu, noo.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

—¡Mierda!

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

—Mmhh...oww.

—¿Ya cedes a hablar o vas a seguir?

—Jódete— soltó molesto —No tengo nada que hablar contigo.

Tenia meses, en verdad meses sin comportarse así y al parecer elegía el peor día para hacerlo.

Bajé el pantalón deportivo del uniforme, escuchando sus quejas, palabrotas y de más, pero si me dedicaba a discutir de eso nunca íbamos a salir de aquí.

—¡Noo! ¡Papá!

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

—Deja esa actitud ya, sabes muy bien que podemos pasar aquí el tiempo que sea necesario.

—Voy a quejarme con María...mmhh.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

—Hazlo, así también puedo quejarme de cómo terminaste encerrado con Ellie en la bodega dle colegio.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

—No es...owww...no es lo que crees— pataleó bajando sus manos —¡Bien!..hablemos.

—¿Tanto trabajo te costaba?— lo solté permitiéndole levantarse.

—Si, me costaba mucho— subió su pantalón con una mala cara, casi me atravesaba con la mirada.

—¿Y bien?

—No íbamos a tener...eso.

—¿No? ¿Entonces fue casualidad que los encontraran besándose?

—Siempre nos besamos— contestó simple —Son unos malpensados, nos quedamos encerrados porque el profesor de deporte nos mandó por balones extras para la clase...la puerta se cerró así que solo perdíamos el tiempo al darnos por vencidos de no poder abrirla.

𝑫𝒆𝒔𝒅𝒆 𝒄𝒆𝒓𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora