Cap 10

1.4K 63 2
                                    

Caleb

Creo que subestimar a Maria y a Tristan había sido un error, llevaba más de una hora metido en esta habitación con el idiota de Jeremy que no pronunciaba ni una palabra. Yo tampoco iba a hacerlo, al final yo no tenía hambre ni nada que hacer, mis planes ya se había arruinado gracias al vomito.

Recostado en la cama seguí prestándole atención al juego en mi celular hasta que sorprendentemente escuché su voz.

—¿En serio no dirás nada?

—No tengo nada que decir— le di una mirada de reojo —De nada por lo de la escuela.

—No te necesitaba.

—Claro, manejabas perfectamente a Daniel en el suelo.

—No todos somos unos inmaduros como tú que saben pelear.

—¿Qué tiene que ver qué un inmaduro sepa pelear?— fruncí el ceño —Y este inmaduro te salvó de una nariz rota, así que deja de decir estupideces.

Lo escuché bufar pero seguí ignorándolo ¿cómo se supone que iba a llevarme bien con alguien así?

—Tengo hambre, Caleb ¿no podemos fingir que estamos bien?

—Por mi estamos bien, el problema eres tú, no se porque me detestas tanto.

—No te detesto.

—¿No?— una sonrisa burlona invadió mi rostro —Entonces si me amas tanto no quisiera saber cómo sería que me detestaras.

Recorrí mis piernas cuando se sentó en la cama, sus ojos marrones se enfocaron en mi y noté como le tomó un momento volver a hablar.

—Lo siento...— musitó —Gracias por lo de Daniel, y siento haber actuado así contigo.

¿Estaba escuchando bien?

Pude ver cómo esperaba una respuesta así que aclare mi garganta cerrando el juego, debía disculparme también, lo sabía, pero en verdad tomaba esfuerzo.

—Igual— terminé por responder —Y estamos a mano con las tundas.

—Muy gracioso— puso los ojos en blanco —Pero si, también siento haberla mencionado en la mañana.

—Está bien...honestamente da pereza pelear contigo todo el tiempo.

—Lo mismo digo.

Y así fue como todo comenzó.

Mi vida había tomado un giro rotundo desde que papá se fue, prácticamente había empezado desde cero desde que pise el departamento de Tristan.

Mi hermano y Maria formalizaron las cosas, ahora vivíamos juntos en una casa a las afuera de la ciudad, ya no éramos dos, ahora éramos cinco.

Los seis meses se cumplieron y aunque en un inicio no fue algo agradable, podía aceptar que había sido una de las mejores decisiones que papá pudo tomar. En dos meses regresaba de su viaje por lo que esto acabaría, me daba ilusión volver a casa con él, pero eso significaba dejar a Tristan y todo esto. Era un 50/50, o más bien un 70/30, tal vez no quería alejarme tanto.

𝑫𝒆𝒔𝒅𝒆 𝒄𝒆𝒓𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora