Parecía ser honesto

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"Las mentiras pueden ser ocultas tras la amabilidad de la bestia"

Sin verle el  rostro me fui  rápidamente  a  mi   casa, deje aquel libro en mi  escritorio y me dedique a arreglarme para el  trabajo,  agarrando mi  larga cabellera en una coleta, poniendo los zapatos para ir lo más rápido posible a la cafetería.

Al  llegar una señora de avanzada edad me esperaba alegremente,  era de estatura alta, algo robusto, cabellos rubios y ojos  castaños como los míos, se notaba que en su juventud había sido una mujer sumamente hermosa.

-          Señora Ava  buenas tardes -  le sonreí  amable.

-          Pásale Berit,  que hay mucho trabajo que hacer antes de abrir – menciono con  regocijo mi jefa.

Pase y me puse a limpiar el  establecimiento, era un lugar acogedor,  donde  se podía respirar esa aura de estar en  casa,  en un lugar tranquilo, los asientos cerca de la ventana,  confortables y cómodos. El piso  y la pared eran de manera,  decorado con  aquellos cuadros en lo alto sintiéndome  tranquila, como si nada pudiera romper ese lugar acogedor.

Abrimos el lugar, la gente comenzó  a entrar pidiendo algún bocadillo dulce o su  café, todo parecía completamente tranquilo, hasta ver en  aquella  esquina, un joven solitario, rubio  de facciones finas, al  verlo me quede anonadada, aquella mirada melancólica volteando hacia las afueras,  como si buscara una respuesta.

-          Berit ¿Qué te pasa? -  me dio un  empujoncito  una de mis compañeras.

-          Nada, nada -  negué con las manos.

-          ¿Acaso conoces aquel chico  tan atractivo? – menciono un poco emocionada.

-          Para nada, no  sé quién es -  sentí como una mirada penetraba mi  ser,  aquel joven volteaba hacia donde yo  estaba.

-          Bueno no  te importa que vaya yo  ¿verdad? -  aquella chica se notaba entusiasmada.

-          Para nada – reí nerviosamente.

-          Pensé que te gustaría, ya sabes con  eso  de que no  tienes novio -  me dio un  codazo.

-          Es todo tuyo,  ve rápido o alguien se te adelantara – reí  ante ello.

-          Tienes razón  -  se apuró  a acercarse a él.

Al  ver que el  pedía la orden,  algo  extraño  sentía en mi  ser,  sentía que me absorbía con su mirada,  de alguna manera no  estaba segura, pero él parecía vigilarme. Después de ver aquellos ojos penetrante, comencé a sentirme intranquila, por alguna razón tenía miedo.

Tome aquel libro y comencé a leerlo, mi mente se dispersó  e intentaba olvidar esa sensación  de encierro en mi pecho, hasta caer rendida en el sueño.  En un  abrir y cerrar de ojos descubrir que había amanecido  e irme rápidamente a la universidad.

-          Berit ¿te encuentras bien? -  me miro Lotte extrañada.

-          Lotte ¿Cuándo llegaste? – le mire sorprendía.

-          No  es muy temprano para tus clases, esto  es extraño  en ti – comenzó  a sonreír.

-          Ya no podía dormir -  le sonreí amablemente.

-          Sabes, me gusta un chico -  al  escuchar esas palabras de mi amiga, temía que fuera aquel sujeto.

-          ¿Cómo  es? – pregunte intento  dispersar mis dudas.

-          Es alto, blanco,  cabello rizado y negro, quizás no  sea muy atractivo pero me he enamorado -  dio un largo suspiro.

-          ¿Cómo  se llama? -  di un largo suspiro  lleno  de alivio.

-          Karls Neuman – me miro curiosa - ¿y ese suspiro? – me dio una pequeña sonrisa burlona – acaso  temías que yo -  se notaba aquella mirada picara en sus ojos.

-          Nada, nada – negué con las manos.

-          ¿A que alguien  te gusta? ¿no  es así? Dime quien es -  su curiosidad aumentaba.

-          No me gusta nadie Lotte,  realmente no hay  alguien que me interese  – di una sonrisa amable ante ello.

-          Que no  te  dé pena Berit, eres una mujer hermosa, si alguien  te gusta solo dilo, seguro no  se negara a conocerte, además eres inteligente  - me dio una sonrisa – deberías tener más seguridad en ti misma – me dio un pequeño  empujoncito con  el hombro.

-          Gracias -  sonreí nerviosa ante ello.

-          Karls -  grito Lotte al  verlo, corriendo a su lado para atraerlo.

Mientras detrás de él  estaba aquel sujeto mirando hacia el lugar donde yo  estaba, parecía tramar algo,  aquellos ojos  serenos parecían  absorberme por completo,  tenía miedo y no  sabía a qué, tenía miedo  y solo  deseaba salir corriendo, pero ante las palabras de mi amiga, decidí mantenerme de pie observando como aquel  tipo  se retiraba, mientras mi amiga traía al chico que le gustaba.

-          Ella es Berit Hoffenlieb, una amiga de la infancia – dio una  sonrisa llena de entusiasmo.

-          Mucho gusto yo soy Karls Neuman – parecía estar apurado.

-          El gusto  es mío Karls – le di la mano intentando sonreír ante aquella tensión que había pasado.

-          Ya es tarde – menciono  él.

-          Tiene razón, debo ir a clases -  busque la manera de salir lo más rápido posible del lugar.

Pasaron  dos días sin que viera a esa persona, mi  tranquilidad volvía, no parecía sentir su presencia o  ese miedo  a ser absorbido por la oscuridad que emanaba sus ojos,  podía sentirme tranquila.

A pesar de haber buscado  en todo mi cuarto todos los días, no había encontrado mi  credencial y aunque había tardado más de lo inusual, había terminado de leer aquel pequeño libro. 

Comencé a buscar mis papeles para volverla a tramitar debido al  extravió  de ella, me era extraño pues recordaba que aquel día lo  tenía en mi bolsillo, pero debido a lo  descuidada que soy, no podía asegurarme nada.

Al día siguiente  llegue más temprano  a la escuela de lo habitual,  debido a que esa noche no me desvele leyendo el libro puesto lo había terminado y sentía una tranquilidad que me permitía dormir temprano, iba a solicitar mi  trámite para una nueva credencial.

-          Supongo que con lo buena lectora que es, seguramente ya ha terminado  de leer el libro o ¿me equivoco? -  aquella voz dulce y penetrante se escuchaba cerca de mí, paso  tras paso, mi cuerpo parecía inmovilizarse, mi corazón  latía fuertemente, comencé a tener miedo – Berit Hoffenlieb ¿trae el libro que le preste? – voltee al  escuchar mi nombre.

-          Y ¿usted como  sabe mi nombre? -  a pesar del miedo le encare, mi  cabello suelto volaba con  el poco viento que se avecinaba, él  se acercaba lentamente a mí.

-          ¿se encuentra bien? Soy yo, Johan – dio aquella dulce sonrisa que parecía ocultar algo.

-          Si  traigo su libro -  busque en mi mochila para darle aquel libro.

Me sentía desesperada, mi corazón  latía fuertemente, quería salir corriendo quería huir porque ante inmaculado  ser sentía que el ocultaba algo  siniestro.

El amor de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora