Piezas rotas

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"La verdad está presente, la verdad está latente y el  demonio  se alimenta de la angustia, la agonía  crece dentro de los  débiles humanos"

El  viaje había iniciado,  estando en  el  desértico silencio,  ninguna palabra fluía uno  del otro,  entre remolinos de emociones atrapada en mis pensamiento,  deseaba  poder verle aquel  ser que  me había dado luz,  saber  de sus labios lo que sentía por mí, su hija a la que abandono, tenía ese deseo  ferviente, era conocerle y tener la ilusión que ante todo  sentía algo por mí, un especie de cariño  dejado  atrás por miedo  a estar atada a una persona que no amaba.

El viento soplaba moderado, solo las respiraciones de ambos fluían  en  aquel lugar, no  teníamos mucho que decir, solo ir por dinero, pagar el lugar donde comíamos o dormíamos, yo me había llevado mis  ahorros para ello, pero al final Johan  se encargaba de todo los  gastos.

Me parecía un poco incómodo que las cosas fueran  así,  aunque las palabras no fluían  y la tensión  se sentía en  el  ambiente, mi corazón  latía fuertemente, los nervios, el  saber que estaba más cerca de mis respuestas y la nostalgia de lo que pudo  ser si  ella estaba en mi vida.

Aquella nostalgia al  ver a todos en la escuela con sus madres y yo  siempre estaba expensas de la soledad o la llegada de mi padre en  casa para ser ignorada como si solo fuera una muñeca porque ante todo,  el jamás me quiso si no  al  recuerdo  de mi madre que  destrozo el antes de haber podido  ser un amor completo.

Quería saberlo todo,  quería saber la historia de mi madre por sus propios labios,  quería saber lo que sentía respecto  a mí, quería creer que me dejo por el simple hecho  del miedo hacia mi padre, aunque Johan me había dicho que busco un lugar para abortarme, pese a todo mientras crecía en su vientre  aquello  se pudo haber transformado en un  cariño mutuo, porque como dicen, la madre solo  sabe amar a su  cría y esta nunca renegara de ella.

-          La comida se va enfriar Berit – la voz dulce y seca de Johan me sacaba de mis pensamientos.

-          Lo siento -  comencé a comer.

-          ¿Está nerviosa? -  La mirada azul penetraba mi alma.

-          Un poco, supongo que es normal, estamos en la misma ciudad que mi madre -  curve mis labios temblorosamente en una sonrisa.

-          Pronto la encontraremos, estoy en  ello,  no  creo que pase desapercibida un señora asiática – dio una pequeña sonrisa.

-          Muchas gracias -  sonreí un poco más calmada.

Paso una semana, una semana llena de histeria dentro  de mi mente, sin proyectarlo al  exterior, lleno  de una curiosidad grande y sentimientos encontrados  en cuanto mis lágrimas querían salir poco a poco, pero ante ello  en la soledad las dejaba fluir y en la compañía me mostraba al  margen  de la situación.

Deseaba verla,  decirle lo que me hubiera gustado vivir con  ella, toda la falta que me había hecho  durante mi vida, después de escuchar su  historia, deseaba abrazarla y demostrarle que a pesar de todo yo podía quererla.

-          Ya la he encontrado -  se escuchó la puerta abrir sutilmente para ver aquellos cabello rubios a lo alto y encontrarme con  aquellos ojos azules que parecían absorberme poco  a poco.

-          ¿Podemos ir ahora? – mi corazón  sentía que iba a explotar.

-          Es temprano,  creo que sería lo más concreto -  se notó una pequeña sonrisa que curvaba en sus labios, una sonrisa inusual  que no había visto anteriormente.

El amor de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora